Duro artículo de The New York Times sobre la ayuda de EE.UU. a la Argentina: "El rescate de un moroso serial"

Un duro artículo de The New York Times alerta que Estados Unidos está realizando una "gran apuesta" con el dinero de sus contribuyentes en Argentina.

Argentina18/10/2025

casa blanca

Como principal inversor del filántropo liberal George Soros en la década de 1990, Scott Bessent causó sensación por una apuesta de 10.000 millones de dólares a que la libra esterlina estaba sobrevalorada. Esa apuesta ayudó a “quebrar” al Banco de Inglaterra con operaciones devastadoras contra la libra. En 2013, Bessent ganó mil millones de dólares para el fondo de Soros con una gigantesca apuesta contra el yen japonés.

Ahora, en un movimiento poco convencional y con escasos precedentes, Bessent se juega su credibilidad como secretario del Tesoro del presidente Donald Trump —y miles de millones de dólares de los contribuyentes— en otro tipo de apuesta monetaria.

Bessent, ex gestor de fondos de cobertura, está orquestando un salvavidas de 20.000 millones de dólares para apuntalar el peso argentino, cuyo valor ha ido disminuyendo. El respaldo pretende apoyar la economía de Argentina y a su presidente, Javier Milei.

El viernes, Bessent dijo que el Departamento del Tesoro había intervenido al menos por segunda vez para comprar pesos.

“El Tesoro sigue en estrecha comunicación con el equipo económico de Argentina, que trabaja para que Argentina sea grandiosa de nuevo”, escribió el viernes en las redes sociales. “El Tesoro está vigilando todos los mercados, y tenemos capacidad para actuar con flexibilidad y con fuerza para estabilizar Argentina”.

Al margen de las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial de esta semana, Bessent jugó con una financiación adicional de 20.000 millones de dólares para el atribulado país, además de una infusión de 20.000 millones de dólares en forma de canje de divisas con su banco central.

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En el centro de su apuesta está que la moneda de Argentina —un país agobiado por la deuda cuya economía ha necesitado más de 20 rescates— está infravalorada. Si tiene razón, Estados Unidos podría ganar dinero adquiriendo pesos que con el tiempo valdrán más y accediendo en condiciones favorables a los recursos naturales de Argentina. Si se equivoca, Estados Unidos podría acabar subvencionando otro rescate fallido para un país que ha incumplido sus deudas nueve veces.

Es muy poco habitual que Estados Unidos intervenga directamente en la economía de otro país. Aunque rescató a México en 1995, históricamente implica a otras naciones o instituciones como el FMI para que compartan la carga del riesgo.

El resultado conlleva graves consecuencias políticas tanto para Bessent como para Trump. El presidente ya se enfrenta a críticas por rescatar a Argentina en un momento en que los agricultores estadounidenses están pasando apuros como consecuencia de su guerra comercial con China y los trabajadores federales están sin cobrar durante un cierre del gobierno.

“Están arriesgando su reputación, especialmente la de Bessent”, dijo Martin Mühleisen, exfuncionario del FMI que ahora es miembro del Atlantic Council. Si Estados Unidos acabara perdiendo dinero, “se verían muy mal”, dijo.

El salvavidas que ha orquestado Bessent consiste en lo que se conoce como un canje de divisas del banco central. Básicamente, se trata de un préstamo que Estados Unidos concede a través del Tesoro al banco central de Argentina, que se ha visto obligado a vender sus tenencias de dólares estadounidenses en los últimos meses, en un intento de sostener el valor decreciente de su moneda. Bessent está utilizando un cubo de dinero que controla el Departamento del Tesoro, conocido como Fondo de Estabilización Cambiaria, para comprar pesos. Anteriormente dijo que estaba dispuesto, en caso necesario, aproporcionar a Argentina una línea de crédito y a comprar bonos del Estado.

El peso se ha desplomado por el temor a que la suerte política de Milei se esté desvaneciendo y a que las reformas económicas que está llevando a cabo puedan descarrilarse si su partido obtiene malos resultados en las elecciones legislativas de este mes.

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Estados Unidos se ha comprometido a respaldar la economía argentina, pero el gobierno de Trump no ha concretado cómo funcionarán esas intervenciones ni qué se está haciendo para proteger a los contribuyentes de las pérdidas. Brad Setser, un exfuncionario del Tesoro que ahora es miembro del Consejo de Relaciones Exteriores, dijo que gastar ese dinero en Argentina era “prácticamente el uso más arriesgado imaginable del Fondo de Estabilización Cambiaria”.

El fondo mantiene dólares, divisas y activos del FMI controlados por Estados Unidos. El secretario del Tesoro tiene amplia discrecionalidad sobre la forma en que se emplean los fondos, pero tradicionalmente se utilizan para ayudar a estabilizar las economías que se enfrentan a crisis o impagos, principalmente mediante préstamos o compras de divisas. A finales de agosto, el fondo tenía un saldo neto de unos 43.000 millones de dólares.

Hasta ahora no se han hecho públicos los detalles ni las condiciones del préstamo del banco central. Santiago Bausili, presidente del banco central de Argentina, dijo esta semana que esperaba que el plan estadounidense de canje de divisas se activara antes de las elecciones del 26 de octubre. En su intervención en un acto del Atlantic Council, se negó a decir qué tipo de activos constituirían la parte argentina del canje ni qué pretendía Estados Unidos a cambio.

Funcionarios estadounidenses han estado presionando a Argentina para acceder a sus suministros de uranio y litio y para que el país reduzca sus vínculos con China, según una persona familiarizada con las conversaciones. Trump dijo esta semana que un acuerdo de libre comercio entre ambos países también era una posibilidad. El Departamento del Tesoro no respondió a una solicitud de comentarios.

Sin embargo, el historial de crisis económicas de Argentina ha suscitado la preocupación de que Estados Unidos pueda acabar perdiendo dinero si la economía argentina no se estabiliza y si el valor del peso sigue cayendo. El país ha recibido más de 20 paquetes de ayuda económica del FMI desde la década de 1950. De los aproximadamente 164.000 millones de dólares en ayudas pendientes de pago del Fondo Monetario a países de todo el mundo, Argentina representa alrededor del 35 por ciento.

Esta accidentada historia no ha disuadido a los inversores extranjeros, quienes, hasta la reciente derrota de Milei en las elecciones locales del mes pasado, parecían optimistas respecto a que sus apuestas por Argentina darían finalmente sus frutos.

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“Argentina es el regalo que no se acaba”, dijo Douglas Rediker, socio gerente de la empresa de asesoramiento político International Capital Strategies. “Es increíblemente predecible en su ciclicidad a lo largo de las últimas décadas, y siempre hay una nueva cosecha de inversores y operadores que piensan que son más sabios”.

Trump dejó claro esta semana que el apoyo estadounidense dependía de que el partido de Milei obtuviera buenos resultados en las elecciones. De lo contrario, dijo el presidente, Estados Unidos no “perdería el tiempo”.

Pero si Milei se impone, es probable que surjan muchas más preguntas sobre lo que Estados Unidos exigirá a cambio para asegurarse de que, en última instancia, se le devuelve el apoyo.

Aunque Milei se ha ganado elogios internacionales por su programa económico, los analistas han argumentado que ha manejado mal la moneda argentina. Sostienen que para que el peso se estabilice a largo plazo debería permitírsele “flotar” libremente, y que sin un cambio de política de este tipo la infusión de fondos estadounidenses podría desperdiciarse.

“Si Estados Unidos ofreciera a Argentina un paquete de apoyo a largo plazo para respaldar un tipo de cambio insostenible, sería una gran insensatez y un despilfarro de los recursos de los contribuyentes estadounidenses”, dijo Mark Sobel, exfuncionario del Tesoro.

Si no se exige a Argentina que avance hacia un sistema más basado en el mercado, se teme que siga consumiendo todas las reservas de efectivo disponibles para mantener el peso dentro de un determinado rango. Es probable que esto signifique que el gobierno no dispondrá de fondos suficientes para pagar sus deudas el año que viene, lo que provocaría otra crisis de liquidez.

Pero no se ha promulgado ningún plan de este tipo. De hecho, Bausili, del banco central, dijo esta semana que Argentina tenía la intención de mantener su política de permitir que el peso se moviera dentro de un rango específico.

Según Alejandro Werner, quien anteriormente dirigió el departamento del Hemisferio Occidental en el FMI, un peso que flote libremente es una condición necesaria, pero no el único cambio necesario para que la situación financiera de Argentina se estabilice. También instó al banco central del país a adoptar un enfoque “más normal” de la política monetaria que implique objetivos de inflación y, al mismo tiempo, un mayor recorte del gasto fiscal.

“Quieres que tus aliados sean capaces de valerse por sí mismos después de que los apoyes, y ahí es donde entran en juego las condiciones”, dijo Werner. “Hasta ahora, no las hemos visto”.

Mónica de Bolle, investigadora principal del Instituto Peterson de Economía Internacional, comparó la decisión del gobierno de Trump de ayudar a Argentina con una “situación sin salida″ para ambos países.

“Si Estados Unidos deja de proporcionar dólares al país, es poco probable que se los devuelvan, y los argentinos sufrirán”, dijo. “Si Estados Unidos decide ayudar a Argentina a pesar de todo, sigue enfrentándose a la probabilidad de impago o de atrasos interminables, mientras Argentina se tambalea con su insostenible régimen monetario”.

Bessent, quien ha dirigido el plan desde el principio, apuesta en cambio a que Estados Unidos podría obtener una ganancia con esta apuesta de Argentina y que mantener los recursos del país alejados de China es estratégicamente importante.

Si la apuesta tiene éxito, Isabelle Mateos y Lago, quien anteriormente trabajó en el FMI y ahora es economista jefe de BNP Paribas, dijo que podría convertirse en una nueva forma de que Estados Unidos ofrezca apoyo económico a sus aliados fuera de las vías tradicionales como el FMI, que vincula los préstamos a objetivos específicos de reforma. Sin embargo, renunciar a esa salvaguarda supondría un “gran riesgo para los contribuyentes estadounidenses”, dijo.

Sin embargo, si Argentina se convierte en un atolladero económico, Bessent puede cargar con gran parte de la culpa.

“Por lo general, no quieres que tu primer uso del ESF sea un fracaso”, dijo Setser, usando la sigla en inglés del Fondo de Estabilización Cambiaria. “Creo que afectaría a la credibilidad general de la gestión financiera del secretario Bessent”.

Con información de New York Times en español

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