Rezo de la Novena del Señor y Virgen del Milagro: Día 5

En su primera versión la figura central de la Novena fue María Santísima del Milagro y se encuentra reproducida en un texto de toscano. La segunda versión salió en 1787 y la tercera en 1877. Estas tres ediciones tienen una característica que llama la atención y es que no figuran en ellas las oraciones que hoy se rezan al Señor del Milagro.

Sociedad 10/09/2023

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Acto de Contrición

Dulce Jesús mío y mi crucificado Señor, indigno de ponerme delante de vuestros ojos, me postro avergonzado a vuestros pies, confesando la multitud de mis culpas, con íntimo dolor de mi alma, por haber sido ofensa contra Vos. Herido vengo, médico divino, a buscar mi remedio en vuestra benigna misericordia, proponiendo con todo mi corazón la enmienda. Dulce amor mío sois sobre todas las cosas, tened piedad de mí, y acordaos, Señor, el que mi amor os puso en esa Cruz, y no os acordéis el que yo, como ingrato y desconocido, me olvidé de vuestro paternal amor, porque si a Vos, que sois mi Padre, no vuelvo los ojos, ¿quién otro se compadecerá de mí? ¡Ay, mi Jesús, y cómo os ofendí! ¡Oh, quién de dolor muriera a vuestros pies, pues amándome tanto me atreví a ofender a un Dios tan bueno, tan santo y tan amable! Pequé, Padre mío, contra el cielo y contra Vos, tened misericordia de mí. AMEN. 

Oración preparatoria para todos los días

 aría Purísima del Milagro, que con tierno amor te inclinaste a pedir a tu Soberano Hijo, cuando enojado por nuestras culpas, quiso destruir la ciudad de Salta con aquellos espantosos terremotos, y Tú, cual otra hermosa Ester, puesta delante del Supremo Rey de los Cielos, mudando de colores, pediste por la libertad de este pueblo; concédeme, Madre mía del Milagro, el que de tal suerte mude yo mi vida, que si hasta aquí he caminado por los caminos de mi perdición, olvidado de mi Dios y Señor, de hoy en adelante sólo reine en mi corazón tu maternal amor, y que corresponda, amante y agradecido, a las obligaciones de hijo de tal Madre. Y no permitas Madre mía, el que se vea malograda en mí tu poderosa intercesión, que todo lo puede conseguir, con tal que no apartes tus purísimos ojos de este miserable pecador y concédeme lo que te pido en esta novena, si es para mayor honra y gloria tuya, y bien de mi alma. AMEN.
Aquí se rezan tres Avemarías en reverencia de la Purísima Concepción. 

A continuación se leen las reflexiones correspondientes a cada día

Día Cinco

Hecho el acto de contrición, como al principio y la oración preparatoria, y rezadas las tres Avemarías, se dirá la siguiente

 h, Dios mío, conque Vos sois mi soberano bien, bien infinito y yo os he perdido tantas veces! ¡Sabía que por el pecado os causaría el mayor disgusto, pues perdería vuestra gracia, y a pesar de esto yo lo cometía! ¡Ah, si yo no os viese clavado en una cruz, oh Hijo de Dios, y muriendo por mí, no me atrevería a invocaras, ni a esperar jamás el perdón! ¡Padre Eterno, no fijéis en mí vuestros ojos, sino en vuestro Hijo querido, que os está clamando por mí, misericordia: escuchadle y perdonadme! Muchos años hace que debiera hallarme sepultado en el infierno, y sin esperanza de amaros y de recobrar la gracia que he perdido. ¡Oh, Dios "O! arrepiéntome del ultraje que os hice renunciando a vuestra amistad, y despreciando vuestro amor por los miserables placeres de este mundo. ¡Ah pluguiera a Dios que hubiese muerto mil veces antes que ofenderos! ¿Cómo pudo llegar a tal extremo mi ceguedad y locura? Agradezco, oh Dios mío, de haberme dado tiempo para poder pensar en el mal que he hecho, y ya que por un efecto de vuestra misericordia no me hallo en el infierno y puedo amaros y amaros quiero, oh Dios mío, y no quiero diferir un solo instante el convertirme a Vos. Os amo, bondad infinita; os amo, oh vida mía, mi tesoro, mi amor, mi todo. Recordadme siempre el amor que me habéis tenido y el infierno donde debía encontrarme, a fin de que esta idea me inflame y me obligue a hacer actos de amor y a deciros siempre: Yo os amo. ¡Oh, María, Reina de mi corazón, esperanza mía, Madre mía, si me hallara en el infierno, no podría amaros jamás! Yo os amo, oh Madre mía; en Vos pongo toda mi confianza, y espero no abandonamos ya más, ni a Vos, ni a mi Dios. Socorredme y rogad por mí a Jesús. 

Dulcísimo Señor del Milagro, perdonad mis pecados, y librad, por vuestra misericordia, a la ciudad de Salta de todo castigo. Concedednos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, vuestra Dulcísima Madre, la Inmaculada Virgen del Milagro. AMÉN. 

ATRIBUTOS DE MARÍA 

Paloma 

 urísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el quinto atributo que simboliza vuestra original pureza, es la Paloma, que, volando a nuestra tierra, trajisteis el ramo de olivo para asegurar a los suyos que habían cesado ya por vuestra intercesión, las aguas de las tribulaciones. Concededme, Madre mía, el que, cual paloma que gime la pérdida de su consorte, así sepa yo llorar y sentir las muchas culpas con que he perdido a mi dulce Jesús, Esposo de mi alma, y que agradecido lave con mis lágrimas, las manchas con que he afeado mi alma, para que, vestida con la candidez de vuestra gracia, vuele en compañía de vuestro Esposo, el Espíritu Divino, a alabaros en la Gloria. AMEN. 

Oración

 oberana Emperatriz de los Cielos y tierra, dulcísima Madre de pecadores, Madre del Milagro, en ésta tu escogida ciudad en la cual ostentas tu amor, mírame con semblante risueño, que, aunque pecador y desagradecido, soy hijo tuyo, y te venero y amo como a Madre amorosa y admirable. Y creo que si en mí empleas tus purísimos ojos, no me ha de desamparar mi Señor Jesucristo, porque a los que Tú tienes bajo tu patrocinio, les muestra El especial amparo. Ea, pues, Madre mía del Milagro, no desprecies mis ruegos, y si cuando como pecador no te busqué, Tú solicitabas mi amistad porque deseabas mi salvación, ¿cómo ahora, que con tanta ansia te busco, me has de negar tu amparo, tu patrocinio y favor? Merezca yo tu poderoso brazo, ahora que arrodillado te pido me lleves de la mano a tu amado Hijo crucificado, para que, viendo mi dolor y arrepentimiento de mis culpas y pecados, que deseo sea mayor que el me han tenido los más penitentes Santos del mundo, me lleve a sí y me dé a beber de aquella Sangre Soberana de su amoroso Costado, que es todo el precio de nuestra redención, y viva sólo en El, huyendo del mundo y de mí mismo. AMEN. 

Aquí se rezará un Credo a Cristo Crucificado, y se dirá la oración siguiente, que es para todos los días.

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