Las desheredadas de las empresas familiares, en especial agropecuarias

La violencia económica y patrimonial se ejerce en el ámbito familiar y también en el ámbito laboral.

En el ámbito laboral las áreas de alta dirección y toma de decisiones son en su mayoría masculinas como en su mayoría los ascensos en los puestos de trabajo son para los hombres y los salarios de los hombres son superiores a los de las mujeres aún cuando se desempeñen en los mismos cargos, hasta en algunos casos se llega a la exigencia de exámenes de no gravidez  para ingresar a trabajos en el ámbito público, esto último por ejemplo fue requisito para ingresar en la planta de empleados del Ministerio Público de Salta hace apenas unos cuantos años atrás. La violencia patrimonial en el ámbito laboral se da también cuando se impide el acceso a puestos de trabajo en cotos de caza reservados a los hombres en trabajos bien remunerados como lo fue el caso Sisnero en que se impedía a Mirtha Sisnero acceder a ser chofer del transporte público de pasajeros.

En el ámbito privado la violencia económica y patrimonial por género es ejercida mayoritariamente por el esposo o conviviente o por el ex esposo pero no exclusivamente ya que también es ejercida por madres viudas y hermanos varones cuando se niegan a que las herencias se asignen a las mujeres y como emblema de este caso nos referiremos al  de Dolores Etchevehere, aunque hay muchísimos casos en nuestra provincia y en la Argentina donde las mujeres son desheredadas de la propiedad de la tierra y de empresas de diversa naturaleza.

En una nota escrita por Luciana Peker para Infobae y publicada el 30 de octubre de 2020 se explica claramente que en Argentina la tierra se hereda pero solamente entre el 15% y 20% de la propiedad está en manos de mujeres. Es el machismo familiar en el agro nos dice Peker.

Peker se pregunta “¿las familias con propiedades rurales tuvieron 8 hijos varones de cada diez hijos? No, pero si parieron la discriminación como forma naturalizada de traspasar la tierra”.

A su vez Peker cita a Lilian Ferro, investigadora que desde hace más de quince años investiga las desigualdades de género en las empresas familiares agropecuarias quien expresa que “no nacen más varones que mujeres en esas familias rurales. El problema no es solo quien la hereda sino que hay carnicerías familiares a las herederas para sacarles el control de la tierra”.

Recordemos que la jueza de caso Etchevehere de Paraná, una jueza mujer sin ninguna perspectiva de género ni de violencia de género, ordenó el desalojo del campo en el que Dolores Etchevehere había decidido llevar adelante el Proyecto Artigas donando el 40% de la tierra que reclama como suya. La orden de desalojo fue festejada, si oyente o lector, festejada por su madre Leonor Marcial y sus hermanos varones. 

La decisión también fue festejada por la entonces ex ministra de seguridad Patricia Bullrich y Luis Etchevehere, ex ministro de agricultura en la gestión Macri y hermano de Dolores.

La mayoría de las personas que escucharon o leyeron los medios masivos de comunicación hegemónicos creyeron que la disputa era por la propiedad privada y nunca lo fue, se trató de como las mujeres son despojadas de su propiedad privada por medio de la violencia de género patrimonial, explica Peker en su nota. La victoria judicial nunca fue de la propiedad privada, sino de quienes defienden la propiedad privada de medios de producción como las empresas familiares y en especial las agropecuarias en manos masculinas.

En todas estas violencias económicas media corrupción, es decir, falsificaciones de firmas a las que se prestan escribanos públicos para lograr desapoderar a las mujeres hijas, hermanas de bienes de herencia que les corresponden por ley. También se ve la corrupción en traspasar a terceros parte de estos bienes y luego volver a adquirirlos a nombre solo de algunos herederos, varones por supuesto.

Ferro citada por Peker describe que la desigualdad familiar no es una leyenda, es un modus operandi bastante habitual. A las hijas y hermanas mujeres se les paga un arriendo mucho menor al valor real, o les pagan estudios y consideran entonces amortizada su parte en la propiedad de la tierra o  se ven presionadas y obligadas a vender su parte a sus hermanos varones.

La lucha de Dolores Echevehere es la lucha contra la violencia de género patrimonial por parte de su misma familia: madre y hermanos varones, es la lucha por no ser desheredada de su parte en la herencia, en este caso de la tierra y también por un modelo de producción sana, sustentable y agroecológica.

Cabe preguntarnos y por Salta cómo andamos al respecto?