Clase magistral

Opinion 15 de marzo de 2023 Por Guillermo Martinelli
Con motivo del otorgamiento del título de Doctora Honoris Causae por parte de la Universidad Nacional de Rio Negro a la señora Vicepresidente de la Nación dio como es de rigor en esas ceremonias, una clase magistral en la que frente al claustro académico, alumnos y público en general se refirió a temas relacionados con la realidad política institucional del país y la condición económica.
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Fue interesante el señalamiento de la calidad institucional descripta que arriba como conclusión, luego de un pormenorizado análisis teórico e histórico, que la división de poderes de la estructura organizativa constitucional está viciada, por lo que considera de gravedad los pronunciamientos del Poder Judicial como un ariete político que interrumpe su función específica por una actividad política, aliada a un sector  determinado, en detrimento del justo accionar en la administración de justicia. Es de una gravedad extrema lo expresado por la Doctorada, tanto por sus dichos como por el lugar importantísimo que ocupa en el plexo gubernativo. Esto indica tanto a quienes puedan ser sus seguidores como a los que están en la vereda del frente que la seriedad de esa descomposición en el Poder Judicial debe ser analizada despojándose de intencionalidades pre constituidas porque está en juego uno de los pilares básicos y fundamentales del asiento del carácter republicano de nuestro entramado previsto como forma de vida política institucional.

Merece seriamente que los distintos estamentos sociales, políticos, culturales, académicos y  demás involucrados en la cotidianeidad nacional  estudien con detenimiento la grave afirmación de la señora Presidenta del Senado Nacional y dos veces presidenta del país. No puede caer en saco roto como si ninguna referencia a un Poder del Estado se hubiera deslegitimado. Es una obligación cívica determinar los mecanismos suficientes para que el lugar en el que la ciudadanía se puede refugiar para la defensa de sus derechos tenga una consideración de independencia y justeza por parte del pueblo de la nación.

De manera alguna se puede seguir naturalizando semejante deslegitimación del Poder Judicial y que la sociedad se mantenga al margen. La vicepresidenta tiene y explica sus razones y el resto de la sociedad ¿es una convidada de piedra? No es suficiente que algún dirigente político se exprese con dos renglones frente a un micrófono y más aún cuando el Presidente de la Nación en su discurso del primero de marzo tuvo conceptos de desaprobación de ese poder.

Los argentinos no podemos vivir en la desconfianza sobre tan imprescindible poder que es de una necesidad cotidiana. Por el momento queda estigmatizado el Poder Judicial en su conjunto.

El debate debe darse con seriedad bajo pena de caer en la degradación del poder y en la indiferencia de los justiciables.

 

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