Salud mental y privilegios

“A veces es difícil ser yo, tengo miedo. Tengo trastorno bipolar y lo llevo bien porque soy privilegiada. Tengo una gran red: profesionales, familia, amigos. Tengo acceso a la consulta profesional y puedo pagar mi medicación. Lloro”.

Opinión12/10/2022 Natalia Nieto

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 “Mi psiquiatra y psicólogo se llaman si es necesario; el psiquiatra se comunica con la endocrinóloga (no tengo tiroides) y con la clínica. Son maravillosos. Esta red me tranquiliza y me sostiene porque a veces todo se complica. Es mi privilegio, no todos tienen este acceso.

Esto es lo que hay que lograr porque se trata de calidad de vida, no exagero, la medicación, la terapia son fundamentales y hay que tener acceso a la mejor. Es calidad de vida para la persona y para su familia. ¿No me creés? Googleá, informate o no estorbés.

Basta de pedirle a quien tiene algún padecimiento que explique, que "testimonie", es difícil, ahora estoy lagrimeando; me expongo, siento miedo, la mirada del otro está ahí y puede ser dura pero algo aprendí, quiero que mi llanto sea espada y sea red.

Si andás por mis territorios, aquí estoy para leerte, no olvido dónde estuve, armemos red. Ahora, si vas a boconear sin leer, si vas a decir "una chica tan inteligente cómo va a estar deprimida", "ponele voluntad", "no sé de qué te 'quejás', tenés todo. Y si, estúpida y cruelmente salís con eso, seré espada porque herís y sos peligroso y la ignorancia ya no es excusa y seré cruel. Yo estoy bendecida, encontré siempre amor o no advertí la maldad.  Ojalá, la salud mental reciba la atención que exige.

Y esa atención es presupuesto para que los profesionales reciban económicamente lo justo, para diagnósticos tempranos, para acceso a la mejor mediación, para buena infraestructura, para adecuada difusión y más. Estoy rodeada de amor, estoy bendecida. Gracias.”

No son mis palabras y sí las de mi querida colega y amiga, Marisa Vázquez, que como muchos otros pacientes, tuvo el valor de exponerse en redes sociales y someterse a prejuicios y críticas este 10 de octubre, en el marco del Día de la Salud Mental, cuando todavía en Argentina y especialmente en Salta, discutimos sobre el abordaje de la salud mental, cuyo acceso ha sido tantas veces judicializado. Para dar un marco a la cuestión, según la OMS, una de cada cuatro personas tendrá un trastorno mental a lo largo de su vida y más aún tras la pandemia. 

De esta situación hablamos en junio pasado en El Acople con la secretaria de Salud Mental de la Provincia, Irma Silva, quien destacó la creación del primer Observatorio de Salud Mental y Adicciones de la Provincia, pero también reconoció que Salta tiene “un presupuesto bajo”. Tanto es así que del 10% de presupuesto que prevé la ley nacional, Salta tiene el 0,4%. Y está bueno que se reconozca el déficit, cuando la salud mental debe ser abordada en forma sistemática y permanente por los equipos de salud. 

Silva también dijo que la salud mental estuvo abandonada durante muchos años en Salta y recordó que en 2013 se reglamentó la ley nacional 26.657, que establece entre otros puntos, que las personas con padecimiento mental deben ser tratadas en hospitales comunes y no en instituciones psiquiátricas. La internación debe ser breve y notificada al juez. Lo que se conoció como la desmanicomialización, palabra difícil, pero que en los hechos, significa garantizar tratamientos ambulatorios y solo internaciones cuando la gravedad del caso lo requiera. La ley de salud mental protege a las personas con padecimiento mental e incluye a las personas con usos problemáticos de drogas.

 

A pesar de las restricciones presupuestarias, y que en el interior, siempre se notan más,  la pandemia fue un gran inconveniente, según describió Silva, porque el sistema sanitario se dedicó de lleno a salvar vidas y al aspecto físico. “No obstante, y gracias al recurso humano que tiene la Provincia, hemos podido abordar muchas cuestiones”, dijo la funcionaria y explicó cómo apelaron a la virtualidad y las líneas gratuitas para abordar las diferentes problemáticas.

Esas líneas gratuitas y de 24 horas fueron atendidas por los mismos equipos de la Secretaría de Salud Mental. También reconoció que esa línea de trabajo “se está superando despacio y hoy estamos en otro escenario”, aunque el recurso humano sigue siendo escaso y debe ser reforzado “sobre todo en la zona norte de la provincia”, puntualizó Silva.

¿Qué se puede hacer con un presupuesto que es de menos del 1% cuando debiera ser del 10%, por lo menos? En Salta hay siete dispositivos en atención “y con eso tenemos que cubrir muchas cosas”, explica Silva. Otro aspecto relacionado con la salud mental es el de los consumos problemáticos y que antes, se abordaban de manera independiente. Hoy, existe una Secretaría que combina ambas miradas. “En esas miradas hay un presupuesto también escaso, pero bueno, el pan se hace con la harina que se tiene. A veces tenemos más plata, pero otras veces hay que hacer mucho esfuerzo para sostener lo que tenemos”, cerró Silva.

Mientras tanto, sigo leyendo redes y un usuario de Twitter dice que “la depresión, ansiedad y estrés también duerme, se baña, desayuna, camina, estudia, trabaja, sonríe. Y casi siempre se ve feliz”, al tiempo que pide respeto y empatía. Mientras tanto, otra usuaria sostiene que “decirle a alguien que sufre depresión: "pero mirá las cosas positivas en tu vida" es como decirle a alguien que tiene asma: "pero mirá todo el aire que hay a tu alrededor".

¿Qué derechos tiene un o una paciente de salud mental? 

·         A ser atendido en el hospital general. Si el hospital rechaza la atención por el solo hecho de tratarse de un problema de salud mental, comete un acto discriminatorio.

·         A recibir la alternativa terapéutica más conveniente, que limite menos sus derechos y libertades y que colabore para la integración familiar, laboral y comunitaria.

·         A ser acompañado antes, durante y luego del tratamiento por sus familiares.

·         A tomar decisiones relacionadas con su atención y su tratamiento dentro de sus posibilidades.

·         A no ser objeto de investigaciones clínicas ni tratamientos experimentales sin su consentimiento.

·         A que nunca consideren su padecimiento mental como un estado que no se puede modificar.

Y yo agregaría, derecho a que la salud mental no sea un privilegio, que haya profesionales en todos los centros de salud y hospitales de la provincia, que el sistema público y privado sean capaces de dar respuesta a las distintas situaciones y que el presupuesto, contemple por qué no, educación desde la primaria para desterrar los prejuicios y entender que la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, según la definición de la Organización Mundial de la Salud.

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