La serie sobre Menem reabre el debate sobre la década del 90

Aunque se basa en hechos reales, la ficción utiliza recursos narrativos para representar una etapa histórica marcada por el neoliberalismo, las privatizaciones y el quiebre del modelo peronista tradicional.

Sociedad25/07/2025Agustina TolabaAgustina Tolaba

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La serie sobre Carlos Menem volvió a poner en debate uno de los períodos más controvertidos de la historia reciente argentina: los años 90. En su columna Por Aries, la historiadora Laura Colivadino reflexionó sobre el fenómeno televisivo y aclaró desde el inicio: “No es una biopic en sentido estricto. No es una serie histórica. Tiene muchísimas licencias artísticas y narrativas”.

Colivadino reveló que el proyecto se comenzó a gestar en 2018 con la firma y autorización del propio Menem, un gesto que —a su entender— confirma el carácter carismático del expresidente. “Eso ya nos dice algo sobre su personalidad. Le encendía la idea de ser contado”, apuntó.

La historiadora propuso una analogía llamativa: “Lo que hace Menem en la serie, para mí, es exactamente lo que en el tarot se llama el viaje del Loco”, una figura que simboliza el inicio de un recorrido errático, libre y caótico, atributos que —según ella— definen tanto al personaje como al contexto de época.

Si bien aclaró que la serie no debe tomarse como fuente rigurosa, destacó su valor como disparador de discusiones históricas: “Sirve como pretexto para revisar esta época tan cuestionable. Muchas veces, por comodidad, los historiadores nos quedamos en el siglo XIX. Pero hay que hablar también de la historia reciente, aunque incomode”.

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La ficción, para Colivadino, expone con eficacia cómo un gobierno que llegó al poder en nombre del peronismo implementó una política neoliberal extrema que “liquidó las joyas de la abuela” mediante privatizaciones y reformas que debilitaron al sistema educativo y a los sectores populares.

Además, elogió los recursos técnicos de la serie y la construcción de personajes ficcionales, como el enigmático Olegario, que funcionan como dispositivos narrativos. “La serie crea una atmósfera de collage, de pastiche, que también representa esa Argentina un tanto bizarra que vivimos en los noventa”, señaló.

Por último, advirtió que la serie también exhibe una farandulización del poder que dejó marcas profundas: “Para quienes tenemos memoria histórica, la estética de esta serie remite automáticamente a aquella política del espectáculo, que hoy persiste bajo nuevas formas”.

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