Grandeza

Ambas referencias van indisolublemente unidas. Sarmiento fue una de las personalidades más trascendentes y prolíficas de la historia del país. En sus 77 años de vida desarrolló variadas tareas y en todas dejó su impronta, que ahora son necesarias menciones en la construcción de una Argentina promisoria. Fue presidente de la Nación, gobernador de San Juan y ministro del Interior. A esas importantes funciones políticas sumó su condición de escritor, periodista y militar, ámbitos en lo que también descolló.
Pero nada supera a su condición de "padre del aula" como fue reconocido en la primera Conferencia Interamericana de Educación, que se llevó a cabo en Panamá en 1943. En cualquier momento de su vida surge su vinculación con la educación, a la que le dio tal impulso que colocó al país a la cabeza de la región en la materia. Los registros señalan que durante su presidencia, se fundaron 800 escuelas, de las cuales más del 70 por ciento eran públicas, lo que llevó a que el alumnado aumentara de 30 mil a 110 mil. Para contener tal incremento llegó a introducir docentes de Estados Unidos para el dictado de clases.
No fue una cuestión de aulas, bancos, maestras y niños. Fue todo eso más la convicción que “es la educación primaria la que civiliza y desenvuelve la moral de los pueblos. Son las escuelas la base de la civilización", como sostenía Sarmiento.
No parece que hoy suceda eso; la insatisfacción es generalizada y a todos les asisten razones para demandar la recuperación de la calidad de la escuela, como expresión de ese profundo proceso que es el de formación del recursos humano del país, especialmente en sus etapas iniciales. Y en esa tarea, el fracaso está medido.
Son datos duros y seguramente tienen que ver con la pobreza. Se sabe que el 60% de los niños y adolescentes son pobres y es la materia con la que trabajan los docentes. También se sabe que esos niños y adolescentes no saben hacer cálculos básicos ni comprenden lo que leen. Y aunque se repiten desde hace más de una década, no se han encarado las correcciones.
En Salta hay 35 mil maestros aproximadamente, que atienden a casi medio millón de niños. Una importante porción de ese grupo perdió más de dos semanas de clases en el primer cuatrimestre del año escolar a manos de un reclamo salarial que no ha cesado. Ni cesará en tanto los sueldos no cubran, por lo menos, la canasta básica. Es una demanda legítima y generalizada; alcanza a buena parte de los trabajadores formales e informales. Pero las medidas de fuerza en pocos casos generan los daños que producen el cierre de las aulas.
Precisamente esta celebración encuentra a un sector minoritario de los llamados Docentes Autoconvocados apostados en la Plaza 9 de Julio, insistiendo en su pedido de un incremento salarial superior al que ha obtenido en sus paritarias la estructura gremial que los representa y las mesas de trabajo integradas con referentes del sector que no reconoce a los sindicatos que tienen personería para negociar en nombre de la docencia. Desde que se inició el año se han acordado tres aumentos, dos muy significativos: el de junio, porque permitió levantar un paro y el de agosto, que consolidó un modelo de gestión salarial que se estableció para atender una organización compleja de representatividad. Este Día del Maestro encuentra a los tres poderes del Estado ocupados en la cuestión gremial, ya que en la Justicia se tramita un recurso de amparo.
Ese cuadro no es el que hubiese construido Sarmiento para avanzar en los objetivos de educar al pueblo argentino. Hay que volver a las raíces de una nación que estaba definiendo su proyecto cuando este educador asumió la presidencia, para encontrar el motor que la impulsó hacia caminos de grandeza, que actualmente se abandonaron.
Salta, 11 de septiembre de 2023