Educación y Pobreza

Recientemente el Licenciado Jorge Paz, director del Instituto de Estudios Laborales y Desarrollo (IELDE), presentó el “Informe sobre Capacidades Humanas 2022. Pobreza, desigualdad económica y oportunidades educativas en el Noroeste Argentino y en la Provincia de Salta.

Lo interesante de este trabajo es que con datos ciertos nos muestra de qué modo la pobreza se reproduce a través de los déficits de educación,  justamente en los sectores vulnerables. El informe va focalizando con certeza la ubicación de la pobreza de ingresos que resulta coincidente con la pobreza educativa, y se proyecta hacia el futuro con la pobreza de aprendizajes. 

La Pobreza Educativa mira a los adultos que no han completado estudios primarios. Esta cifra dura, en el país, alcanza a 3,5 millones de personas, con una gran disparidad entre regiones[1]. Estas personas en tanto jefes y jefas de hogar, obviamente tienen dificultades no sólo para insertarse laboralmente, sino también,  para educar a sus hijos. 

La Pobreza de Aprendizajes, en cambio, enfoca a niños y niñas con privación de la capacidad de leer y entender un texto corto y sencillo y la capacidad de realizar cálculos matemáticos elementales, al finalizar la escuela primaria. Estas competencias se miden en las pruebas nacionales “Aprender”. 

Los datos para Salta informan que el 31% de los alumnos al finalizar la escuela primaria se encuentran en situación de pobreza de aprendizaje total. De ellos, el 11% registra pobreza de aprendizaje extrema. Este 31% de alumnos que egresan de la escuela primaria, tendrán dificultades tanto para continuar la trayectoria educativa como para insertarse en el mundo laboral.

Cuando se analiza la situación del hogar de donde provienen, el nivel socioeconómico demuestra su coincidencia con la situación de pobreza. También se advierte que la pobreza de aprendizaje disminuye conforme aumenta el nivel educativo de la madre. Aquí se observa la reproducción intergeneracional de las desventajas que la escuela no logra revertir.

Hay que reconocer un avance a partir de la implementación de la Asignación Universal por Hijo en 2009, que ha impactado en un 99% de escolarización primaria. Los niños y niñas están en la escuela. El problema es que un enorme porcentaje no alcanza el nivel de aprendizajes mínimos para poder tener chances de una inserción social y laboral futura.   

Obviamente la pandemia exacerbó las desigualdades ya existentes. Es interesante advertir las diferencias entre municipios que están a pocos kilómetros unos de otros. Los resultados parecen ser de países diferentes. Ahí hay que mirar no solamente la calidad de las infraestructuras, sino, fundamentalmente la capacitación y compromiso de los docentes. El informe de IELDE da cuenta de graves dificultades en los municipios de Tolar Grande, El Jardín, El Quebrachal, Rivadavia Banda Sur, Santa Victoria Oeste, General Pizarro, Pichanal, Joaquín V. González, Apolinario Saravia y San Carlos, mientras que en el otro extremo, con menor pobreza de aprendizajes se identifica a Campo Quijano, Campo Santo, Salta, Angastaco, Vaqueros, El Galpón, Guachipas, La Candelaria, General Ballivian y Colonia Santa Rosa. 

Provenir de un hogar pobre es un determinante para tener dificultades de aprendizaje, en la medida en que la escuela no pueda suplir las deficiencias en el hogar. Si está claro que la insuficiente acumulación de habilidades condiciona las posibilidades futuras, romper el círculo vicioso de transmisión intergeneracional de la pobreza solo será posible con una mejora en la calidad educativa. 

La gran e impostergable deuda del sistema educativo argentino es la incapacidad para revertir las desigualdades sociales de origen. Para lograrlo, es indispensable contar con información confiable y actualizada que guíe la toma de decisiones en los distintos niveles de gestión[2]. Es por ello que el documento del IELDE es una herramienta importantísima en esta dirección.

El esfuerzo debe realizarse en las escuelas que más lo necesitan, con asistencia muy focalizada. Nuestras escuelas en sectores de hogares vulnerables tienen indicadores que demuestran que los alumnos no logran sostener trayectorias escolares continuas, las tasas de repitencia y sobreedad lo demuestran. 

A las situaciones de desigualdad existentes se agrega la desigualdad en el acceso y manejo de nuevas tecnologías. Esto plantea enormes desafíos, no solamente en cuanto al acceso a computadora, Tablet o teléfono celular, sino también a la conexión a internet y, fundamentalmente, a la capacitación docente y a la incorporación de las nuevas tecnologías a los proyectos pedagógicos. 

Para perforar el núcleo duro de la pobreza en necesario que las políticas públicas se concentren en la ayuda focalizada y especial hacia las escuelas donde los resultados de las pruebas “Aprender” demuestran la pobreza de aprendizajes. La situación es tan grave que toda la sociedad debería involucrarse. 

  
[1] Datos de INDEC, encuesta permanente de hogares.
[2] María Florencia Pinto: “Pobreza y Educación: Desafíos y Políticas”. CEDLAS. Universidad Nacional de La Plata. Disponible en econstor.eu