Desigualdad creciente
Hace un buen tiempo vengo diciendo que, aparte de inhumano, el modelo económico de Milei no es sustentable.
El programa económico del gobierno cerró la primera parte del año exhibiendo desequilibrios estructurales e inconsistencias que multiplican las advertencias, ya no provenientes, solamente, de la política en general y de la oposición al gobierno en particular.
Las señales de advertencia se acumulan: Morgan Stanley, Barclays y JP Morgan plantearon interrogantes acerca de la sustentabilidad del plan económico. Mientras que el Financial Times habla de una inestable combinación de ortodoxia fiscal y ficción monetaria.
El modelo, que combina licuación del gasto social, contracción monetaria, acompañados de un tipo de cambio apreciado, con ingreso de divisas, pero sin acumulación de reservas genuinas, no representa ninguna novedad en nuestro país, ya ha transitado por esos caminos, siempre con los mismos resultados.
En menos de dos meses, al gobierno nacional se le evaporó prácticamente el 50 % del desembolso del Fondo Monetario Internacional, y no se sabe a ciencia cierta si contará con fuentes de financiamiento ante el segundo semestre, estacionalmente de mayor demanda cambiaria.
La reducción de la inflación se logró a costa de una importante caída del salario y un fuerte deterioro de los indicadores laborales, generando un apreciable crecimiento de la desigualdad.
Mientras el consumo de alimentos está por debajo de hace dos años, las ventas de autos de alta gama y los gastos con tarjeta en el exterior crecieron de una manera significativa.
Las clases altas expanden su gasto gracias a la valorización de activos financieros, por su lado, las clases medias y bajas enfrentan la erosión de su poder adquisitivo.
En el último año, se duplicó el retraso del pago de resúmenes de tarjetas de crédito. También subió la morosidad en préstamos personales de líneas destinadas al consumo.
El Observatorio de la Deuda Social de la UCA, llama la atención sobre la enorme desconexión entre los indicadores macroeconómicos y la percepción de bienestar de la sociedad.
Aún sin ser pobres por ingresos, la mitad de los hogares argentinos declara que no llega a fin de mes, de acuerdo a datos aportados por la Universidad.
Hay que parar de ajustar a los mismos de siempre.
Necesitamos imperiosamente un plan de desarrollo sustentable e inclusivo, que tenga un anclaje productivo, con un fuerte mercado interno y potencia exportadora.
Esto no se logra con tasas del 40 por ciento, ni con operaciones de prensa en Wall Street. Se requieren políticas públicas creíbles, surgidas de consensos y emanadas de instituciones sólidas, que puedan mostrar resultados concretos.
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