Fidelidad
Nosotros somos tuyos y tú eres nuestro. Como hace 179 años, volverá a escucharse el lema que sintetiza el Pacto de Fidelidad del pueblo de Salta con sus santos patronos.
La de hoy, con la que se cierra la Semana del Milagro, es la jornada más importante porque contiene una instancia que para la práctica de la fe católica de los salteños es fundamental. Si bien hay quienes viven el momento como una oración comunitaria, es para la Iglesia un rito trascendente.
Federico e Isabel Suvá, vinculados a la comunidad de la Madre de Schoenstatt, hacen notar que la historia de la relación de Dios con los hombres, y en particular con su pueblo elegido, está signada por una sucesión de alianzas, de pactos, sellados entre él y los hombres. Pero también subrayan que “en ellos, Dios se compromete a acompañar y proteger a los hombres y éstos, a seguir su Voluntad, a serle fieles. Siempre es Dios quien toma la iniciativa. Siempre es Dios el que se compromete primero. Y siempre es el hombre el que, inexorablemente, termina incumpliendo el pacto, rompiendo la alianza”.
En Salta, el Pacto se renueva cada año en setiembre, en recordación de un momento en que la naturaleza puso a los hombres de cara frente a su fragilidad. Era el año 1.692 cuando los espantosos terremotos a los que se refiere el novenario establecieron un vínculo que permanece inalterable entre el pueblo católico y las imágenes de María y su Hijo, hoy Señor y Virgen del Milagro. Desde 1844 se sumó a esta fiesta patronal el Pacto de Fidelidad entre el pueblo de Salta y las imágenes del Cristo y su madre, rito que se consolidó desde 1948, cuando volvió a temblar la tierra, como acto central de los festejos anuales.
En Americanía, revista de estudios latinoamericanos que se publica en España, la investigadora de la Universidad de Buenos Aires, Julia Costilla Fontenla, hace un profundo análisis del Pacto Salteño con el Señor del Milagro. Asegura que la eficacia simbólica del pacto, en tanto rito central de la religiosidad salteña, se advierte en un doble plano: el de las imágenes sagradas como cohesionadoras e integradoras del cuerpo social, al tratarse de un ritual que congrega distintos sectores. El otro plano es el del propio rito como articulador entre imágenes y pueblo, con un peso normativo que lo distingue de otros cultos similares.
El pacto de fidelidad construido entre el ‘pueblo de Salta’ y las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro puede ser planteado como un proyecto eclesiástico católico de notable continuidad –destaca la académica- forjado en tiempos coloniales y oficializado en la república. Entendido como ritual que permite tornar lo obligatorio en deseable, ha transmitido históricamente un mensaje acerca de las normas e ideales a los que debería apuntar la sociedad salteña, escenificando al mismo tiempo la estructura y el orden social.
Al margen de estas interpretaciones, lo que los católicos buscan es reunirse con las imágenes para pedir y agradecer, esperar y confiar. De allí que en setiembre de 2020, cuando la pandemia determinó el aislamiento social, no hubo reunión, las calles permanecieron vacías y la Catedral, vallada. El Pacto, sin embargo, se hizo; fue una celebración plenamente virtual, a través de los canales de televisión y las redes sociales.
En 2021 tampoco hubo procesión pero las imágenes salieron y desde veredas y balcones fueron saludadas. En el Parque 20 de febrero, escenario de la renovación del Pacto de Fidelidad, se cumplió de alguna manera el rito; el Arzobispo de Salta pidió al pueblo cuidarse para volver a reunirse. Y así fue en 2022, cuando otra vez centenares de miles de personas ratificaron la recíproca pertenencia.
Esta vez, es un país temblando en la incertidumbre el que clama por oraciones. Hay que renovar la promesa de fidelidad.
Salta, 15 de septiembre de 2023
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