Camino

No hay modo que en esta jornada haya espacio o se encuentren razones para atender otra cuestión ajena a lo que es la experiencia más trágica de la historia contemporánea argentina. Es un momento de reflexión porque -como expresara la referente de la organización Hijos, Canela Álvarez- “hay mucha verdad aun por conocer”
El Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia busca consolidar la memoria colectiva de la sociedad para recordar a las víctimas de crímenes de lesa humanidad, para repudiar el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976 y la dictadura que impuso el terrorismo de Estado. Es necesario que se imponga el propósito que no vuelva a repetirse "nunca más", como se expresa en los fundamentos de la ley que impone esta conmemoración.
La reflexión alcanza especialmente a completar la memoria sobre la dictadura, cuyos excesos fortalecen la decisión de la sociedad argentina de no echar mano a un golpe de Estado para resolver sus problemas. Ello indica que hay una larga tarea pendiente para cerrar con justicia esta parte de la historia argentina.
Hay que repasar sin falsos pudores una situación que hace 47 años justificó la interrupción del estado de derecho. Como venía ocurriendo desde 1930, la salida solía ser la intervención militar, detrás de la cual se parapetaban grupos que sostenían intereses sectoriales. Siempre fue posible con gobiernos constitucionales débiles, como lo era el que estaba en manos de María Estela Martínez de Perón. Otras situaciones también ocurrían, como la insatisfacción social de demandas básicas y la organización de elementos que se movían detrás de consignas idealistas o de propuestas que servían a determinados propósitos, no necesariamente al servicio del interés general.
Una nueva lectura de la proclama que la Junta Militar que tomó el poder ese aciago día, da cuenta de riesgos que pueden repetirse cuando se plantea la puja entre esos intereses. Vale recordar las consignas de un proceso que especialmente vulneró la dignidad de todas las personas al cercenar libertades y derechos, al extremo de disponer de la vida de miles de argentinos.
En el documento liminar se hacía referencia a “un tremendo vacío de poder, capaz de sumirnos en la disolución y la anarquía (...) a la falta de una estrategia global que, conducida por el poder político afrentar a la subversión, a la carencia de soluciones de problemas básicos de la nación cuyo resultante ha sido el incremento permanente de todos los extremismos, a la ausencia total de ejemplos éticos y morales que deben dar quienes ejercen la conducción del estado; la manifiesta irresponsabilidad en el manejo de la economía que ocasionara el agotamiento del aparato productivo; a la especulación y corrupción generalizadas, todo lo cual se traduce en un irreparable pérdida en el sentido de grandeza y de fe”. Frente a ese escenario, comunicaban que “las Fuerzas Armadas –en cumplimiento de una obligación irrenunciable- han asumido la conducción del Estado”.
Aunque se pueden identificar situaciones similares en la actualidad, nadie podría pensar que hay una salida militar para la resolución de las dificultades. Ese es el paso sustancial que se ha logrado dar en los últimos 40 años y en esa dirección se debe seguir avanzando.
La democracia es el camino, único y de una sola mano.
Salta, 24 de marzo de 2023