
Las marchas en todo el país y el rechazo del Congreso a los vetos presidenciales expresan lo más elemental de la democracia: el pueblo y sus representantes le marcan límites al poder. No es un golpe, es participación ciudadana.
Con la llegada de diciembre, se ingresa en ese período en que cada uno quiere hacer lo que no hizo en los once meses anteriores. Al menos intenta cumplir una agenda prevista para el año y dejó pasar. Seguramente en este 2020 la exigencia no será muy alta dada la característica del mismo, atravesado por varias emergencias, una de ellas inédita. Ello así si no se es un político, para el que nunca hay mal tiempo.
Opinión01/12/2020En el Congreso de la Nación se está repitiendo lo que suele suceder cuando cierra el período ordinario de sesiones y es el previo a un proceso electoral. Los legisladores buscan que sus iniciativas sean tratadas y los bloques políticos pretenden consolidar sus posiciones porque la tarea legislativa es una de las tribunas más expectantes. Por ello es que la Cámara de Diputados ha cerrado esta mañana una sesión de casi 24 horas.
Es a fin de año cuando se usa un extenso tramo para el planteo de cuestiones de privilegio, como ocurrió en el primer cuarto de la extensa sesión cuando más de medio centenar de diputados monologaron apenas limitados por los cinco minutos reglamentarios de exposición.
Las cuestiones de privilegio son mociones que los legisladores pueden presentar cuando entienden que se han afectado las prerrogativas e inmunidades que la Constitución les otorga a las Cámaras del Congreso como cuerpos o en forma personal. A través de ellas se busca que se las Cámaras ejerciten sus facultades disciplinarias en relación con sus miembros o terceros.
La sesión de ayer de Diputados ha dejado menudo trabajo a la Comisión de Asuntos Constitucionales, a la que se han girado los planteos ya que ninguno tuvo la envergadura suficiente como para que el cuerpo lo resuelva en el plenario. Fue la oposición la que copó el escenario y buena parte de los planteos fueron de similar tenor y apuntaron contra el oficialismo.
Dos diputados salteños se sumaron al listado de cuestionadores, aunque por razones disímiles. Virginia Cornejo, del PRO, planteó una cuestión contra el oficialismo por haber incumplido las exigencias reglamentarias respecto de la convocatoria a una sesión especial. Que la de ayer se haya citado en la noche del viernes una reunión para el lunes, cuando el plazo no puede ser inferior a los seis días, fue interpretado por la legisladora macrista como un intento de cercenar el derecho a participar de manera presencial en los debates, como ella lo hizo porque el sábado puso subir “a los atropellos” -según su gráfica expresión- a un avión.
El entusiasmo que puso en el planteo fue tal que comparó estas maniobras del oficialismo a lo que ocurría en otros tiempos que cuesta recordar. Citó una fecha en la que una comitiva militar ingresó al Congreso y lo cerró porque no quería escuchar a los parlamentarios. Fue la del 24 de marzo de 1976, que bien puede marcarse como la fecha en que comenzó a construirse el partido en la que Cornejo inició su carrera política. Sin embargo, pidió cordura.
El otro planteo fue personal, no institucional. El diputado también macrista Martín Grande, vinculado a causas judiciales, fue contra el Procurador General de la Provincia y su par Andrés Zottos. Considera que ambos tienen que ver con lo que considera una persecución política y no las consecuencias de un exceso verbal que sugirió su relación con un hecho ilícito. En ese caso hay una intervención judicial que resolver el fondo de la cuestión.
Lo cierto es que pareciera que hay un abuso en el uso de recursos que sabiamente la Constitución Nacional establece para fortalecer la representación del pueblo y de las provincias. Y no para cubrir las espaldas en cualquier circunstancia de quienes portan fueros.
Salta, 01 de diciembre de 2020
Las marchas en todo el país y el rechazo del Congreso a los vetos presidenciales expresan lo más elemental de la democracia: el pueblo y sus representantes le marcan límites al poder. No es un golpe, es participación ciudadana.
Congreso y gobernadores son dos partes del poder político que desvelan al Ejecutivo Nacional. Tras dos años con presupuesto prorrogado la administración libertaria ha entendido que puede ser un elemento ordenador de vínculos inconducentes, como los que ha venido manteniendo hasta ahora.
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