La primera Junta y la caída del Virrey: cómo se gestó el 25 de Mayo

Según Colivadino, la formación de la Junta de Gobierno fue un paso provisorio en un proceso mucho más complejo, que incluyó enfrentamientos políticos, fugas, y la convocatoria a las provincias.

Sociedad23/05/2025Agustina TolabaAgustina Tolaba

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En vísperas de una nueva conmemoración del 25 de Mayo, en su columna por Aries, la historiadora Laura Colivadino subrayó que la Revolución de 1810 no debe entenderse como un evento repentino ni puramente local, sino como parte de un fenómeno global. “No es un proceso lineal ni algo que surge espontáneamente. Es consecuencia de un proceso iniciado en Europa, con revoluciones que transformaron al mundo”, explicó.

Colivadino contextualizó la efervescencia política del Río de la Plata en el marco de tres revoluciones previas: la Revolución Industrial, la independencia de las colonias norteamericanas y la Revolución Francesa. En este escenario, la invasión napoleónica a España y la caída de la monarquía habilitaron en América una revisión crítica del dominio colonial.

“Frente a la caída de la monarquía española, se comienza a cuestionar la validez y legitimidad de esa dominación sobre América”, sostuvo, destacando el rol de jóvenes ilustrados criollos formados en ideas de igualdad, fraternidad y rechazo al absolutismo.

Colivadino explicó que la formación de la Primera Junta el 25 de mayo fue precedida por un intento fallido el 24, en el que se creó un gobierno encabezado por el propio Virrey Cisneros. “Esa contradicción lo hacía inviable: era una junta con el mismo Virrey en el poder”, señaló. La Junta del 25 fue proclamada “provisoria” hasta que las provincias decidieran colectivamente una forma de gobierno.

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En ese contexto, la historiadora recordó que no toda la región recibió con entusiasmo las noticias desde Buenos Aires. “Salta se vuelve un foco contrarrevolucionario cuando llegan las noticias de la revolución, a mediados de junio”, indicó. El gobernador realista Nicolás Severo de Isasmendi rechazó la autoridad de la Junta y encarceló a los cabildantes salteños que la apoyaban.

Ese episodio, conocido como la fuga de Calixto Gauna, marcó un punto de inflexión. Pronto se enviaron emisarios desde Buenos Aires que lograron alinear a Salta con el proceso revolucionario. Paralelamente, comenzó a gestarse la Guerra de Independencia, que no solo enfrentó a fuerzas españolas, especialmente fuertes en el Alto Perú, sino también a movimientos internos contrarrevolucionarios.

“Fue un proceso político muy complejo”, remarcó Colivadino. “Incluso dentro de España había sectores que también luchaban contra el absolutismo. América se alineó, en muchos casos, con esa España más modernizante”.

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