Juicio por Darío Monges: Detalles de la oscura trama narco en la frontera norteña

Por el momento, la investigación no demostró los vínculos de los tres acusados con Palavecino pero la coincidencia sorprende.

Judiciales24/10/2024

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Se conoció el contenido de las grabaciones que son parte de las prueba ventiladas en el Tribunal Oral Federal de Sala N°1, a cargo del proceso contra los presuntos autores materiales del crimen de Dario Monges: Roberto Catalino Bejarano y a sus hijos, Santiago Ismael y Roberto David.

En el audio, se evidencia que la esposa de Monges, G.C., buscó ayuda de su cuñado tras la desaparición de su marido. En una llamada, expresó su preocupación: "No sé nada de él desde ayer a las 19:30... No vino a dormir, no responde el teléfono".

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Posteriormente, se supo que Monges había estado con una persona que afirmó haberlo visto por última vez en un café a las 21:00. Sin embargo, G.C. y su cuñado sospecharon de esta versión.

“Lo que pasa es re friolento y ni siquiera la campera se llevó. No tenía nada en la camioneta. Ya me fijé. Están las dos camperas gruesas acá. No sacó nada de ropa. Tiene una camisita negra puesta. Y la campera negra y nada más. La campera, esa negra finita tiene, ni siquiera una de las gruesas”, estimó.

Al día siguiente, G.C. atendió una llamada y escuchó la voz de su hermano: “Lo han encontrado muerto a Darío”. La esposa de Monges solo pudo responder: “¿Qué?”. El hermano respondió: “Vi una foto, lo encontró un tipo muerto en la Eco Sport y llamó a la comisaría”.

La investigación transcurrió y el cuñado de G. C sospechó que que alguien había manipulado pruebas en el teléfono de la víctima, borrando mensajes críticos. "Alguien se tomó el trabajo de agarrar el teléfono y borrar esos días... Me hace mucho ruido", dijo G.C.

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Más adelante, la pareja de la víctima, luego de repasar nombres, sospechas y maniobras, comenzó a conocer de cerca el mundo en el que se movía su marido. Sus presuntos nexos con la policía, la política y el narcotráfico. En ese contexto, menciona en una de las charlas: “Hay una sola cosa cierta. El resto es pura verdura, porque bueno, se está cubriendo a alguien que lo mandó a hacer el trabajo sucio”, dedujo en otra conversación. Luego, se lamentó: “Yo ya no puedo confiar en nadie”

Las llaves y el celular de Monges nunca aparecieron. Tampoco el arma con la que lo ejecutaron. Hubo, sin embargo, un dato que remarcaron sus familiares: no era un hombre fácil de derribar. Por lo que suponen, fue reducido entre varios hombres. “Darío sabía artes marciales y no le tenía miedo a nadie”, remarcó su hermano al declarar como testigo en el juicio, días atrás.

G.C. también declaró, pero pidió total hermetismo y que los medios que cubren las audiencias salgan de la sala. La razón: tiene miedo.

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