Elecciones

Opinion 17 de mayo de 2023 Por Guillermo Martinelli
Y si, ya pasaron las elecciones, en las que se eligieron autoridades gubernativas para la provincia y sesenta municipios, senadores, diputados y concejales con una gran afluencia de electores que disciplinadamente emitieron sus votos, sin protestas, con la satisfacción, no tanto por lo del deber cumplido sino mas bien por desplegar su derecho a elegir.
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Ahora bien, saber si hemos usado adecuadamente el derecho a elegir está puesto tanto en el conocimiento como en la libertad y es allí donde cada uno sabrá interrogarse a sí mismo; ¿He actuado conforme a mi conciencia política que es el resultado de la idea que tengo de las distintas opciones electorales, de ese conocimiento? ¿Tuve la libertad de elegir?

De conformidad con el voto emitido, a partir del 10 de diciembre me convierto de elector en  ciudadano oficialista u opositor, también  puedo ser ni una ni otra cosa: un disconforme con el sistema o un abúlico. Los primeros son los que votaron a los consagrados, los segundos los que votaron a los que perdieron y los terceros a los que votaron en blanco.

Como ciudadano es útil saber que al pertener a la democracia, si bien es valioso el voto, la acción no termina allí sino que continúa con el apoyo a la política de los elegidos o la crítica de los que no eligieron, claro que en el transcurso del plazo en ejercicio de los ungidos puede aflorar el desencanto para los originariamente acólitos o conversos, para los inicialmente opuestos. Los del voto en blanco tendrán para sí la indiferencia o la auto justificación, con los errores o desaciertos de los que ejercen las funciones, de no haberlos votado y sobre los éxitos guardar silencio.

La democracia es un estilo de vida en la que todos los días tenemos que estar involucrados. Cuanto más activos estemos, los elegidos estarán más atentos y más se esmerarán en hacer las cosas bien o corregir las que hacen mal. Cada ciudadano es custodio de su voto lo que implica que cada ciudadano es un ser vivo en el transcurso del ejercicio democrático de la administración de la cosa pública.

Las instituciones tienen dogmáticamente sus pesos y contrapesos y de allí que pueda haber vigilancias al devenir gubernativo pero sin dudar, la mayor de todas las autoridades de control está en el ciudadano, en el conjunto de los ciudadanos que con su actuar defenderá o criticará a los elegidos. Es el pueblo el dueño de la democracia; es el pueblo el mejor custodio de la dirección adecuada de los que en su nombre gobiernan.

Si por el contrario creemos que la democracia se sostiene sólo con un voto cada dos años estamos abriendo la posibilidad que los elegidos se crean dueños absolutos de las políticas a ejecutar.

El domingo pasado elegimos pero las tareas continúan. Los elegidos actúan en nombre del pueblo, del pueblo que es el hacedor de la democracia y el mejor custodio de ella.

 

  

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