Opinión Natalia Buira 05/05/2022

La sororidad como base del abrazo simbólico al Convento San Bernardo por los movimientos de mujeres de Salta

El día martes 3 de este mes se realizó un abrazo simbólico al Convento San Bernardo convocado por los movimientos de mujeres bajo el lema “#Hermana, si te creo”.

 El abrazo simbólico a un edificio significa rodear un lugar físico que las manifestantes buscar “resguardar”, “proteger”; en este caso se buscó resguardar y proteger a las hermanas carmelitas que viven dentro del convento de la violencia de género denunciada por las mismas ante la justicia provincial.

El lema “Hermana, si te creo” muy bien pensado por el movimiento de mujeres de Salta nos lleva a hablar de un tema muy importante: la sororidad. Y también nos lleva a este tema el encono de parte de mujeres salteñas como la carta pública de la Sra. María Adela Frías contra las hermanas carmelitas o simplemente el desinterés de muchas mujeres por el bienestar de las mismas.

 La antropóloga feminista mejicana Marcela Lagarde nos enseña qué es la sororidad. La sororidad, nos dice, no tiene que ver con que las mujeres nos queramos, con un sentimiento sino que es una política de la democracia feminista y es una política social muy importante. Es deseable que se convierta en una forma de relación entre mujeres en todos los ámbitos sociales, pero en esencialmente una forma de relación entre las mujeres para hacer política desde una  perspectiva feminista.

Se requiere para que se dé la sororidad: el feminismo, es decir que no en cualquier nicho filosófico, político, cultural se puede dar. Se trata de una política pensada y diseñada por mujeres feministas en el mundo para darnos herramientas, habilidades, recursos, capacidades para transformar las relaciones que pueden llegar a ser de enemistad entre las mujeres en relaciones donde por lo menos esté mitigada la enemistad, pero si además de eso se puede lograr que las mujeres concertemos, acordemos mucho mejor.

Necesitamos desde una perspectiva feminista tener INTERESES COMUNES.

Los intereses comunes deben enunciarse y las mujeres podemos tener intereses comunes por el feminismo no por otra cosa, no tenemos intereses comunes por las ideologías políticas, ni por ideologías de clase, ni por nuestro origen étnico, nacional, cultural, lingüístico, ya que todo esto se expresa en intereses particulares. Lo que ha venido a plantear intereses comunes es el feminismo.

Intereses compartidos son los de erradicar todos los tipos y todas las modalidades de violencia contra las mujeres, unas se dan en situaciones de paz y otras en situaciones de guerra o en migraciones. Hay violencia contra las mujeres en democracia y hay violencia en las dictaduras, y eso es para sorprender a cualquiera que podamos hablar de democracia cuando hay violencia hacia la mitad de la población.

Se ha diseñado una perspectiva específica de análisis científico y político de la realidad que es la perspectiva de género- las llamadas “gafas moradas”-, pero no todas las mujeres por ser mujeres tienen esas gafas moradas de género o sea no es algo connatural a las mujeres, los hombres solamente los que analizan el mundo desde una perspectiva de género tienen estas gafas.

Y si no vemos el mundo desde esta perspectiva de género  lo veremos al mundo a través de otras perspectivas y daremos otra explicación a los hechos. Personas que ven las denuncias que han hecho las hermanas carmelitas y no reconocen la violencia recibida por las mismas, solo lo ven como  conflictos, peleas, rencillas entre las personas, la manera de interpretar es negando que haya relaciones de dominación de género. Se piensa en esta perspectiva – que no es de género- que estamos en situaciones de igualdad.

Las feministas todas comparten que hay desigualdad de género, que es un principio epistemológico de la perspectiva de género, y se adquiere con la misma reconocer la desigualdad entre mujeres y varones. 

Pero con una mirada que no es de género se piensa que el hecho que haya mujeres y hombres implica igualdad, se confunde la mixtura de género con la igualdad. Se cree que porque estamos en el mismo espacio mujeres y hombres hay igualdad, se cree que porque hay chicas y chicos en la escuela hay igualdad, se cree que porque haya mayor número de trabajadoras en una empresa esas trabajadoras están en supremacía en relación a los hombres por su número, se cree todo eso porque no se tiene un análisis político de género  con una perspectiva filosófica feminista.

 La base de la sororidad es el feminismo,  sin el mismo la sororidad es imposible. Si no tenemos la base del feminismo la relación entre las mujeres será subsidiaria a la relación de supuesta igualdad que vivimos las mujeres con los hombres, se pensará que las mujeres compartimos una identidad, y con eso se creerá que es suficiente para ir juntas por el mundo, pero no es así.

 Necesitamos un análisis crítico del orden político social en el que vivimos y eso nos da el feminismo que ha hecho visible esa desigualdad injusta oponiéndose a la misma. El feminismo no es extremista, tiene si una nota de radicalidad que es ir a las raíces donde se gesta la desigualdad para ir desmontándola.

Desde el feminismo se hace un análisis político del poder y  también propuestas para transformar esa relación desigual.

Las personas con gafas con perspectiva patriarcal miran a las mujeres con una mirada  que es denominada misoginia, que es una parte sustantiva de la política patriarcal y consiste en el fomento y estímulo de una visión negativa sobre las mujeres, una mirada desvalorizadora hacia las mujeres. Las personas misóginas pueden ser hombres o mujeres porque el orden político del patriarcado abarca tanto hombres como mujeres. Por eso las mujeres pueden ser misóginas contra otras mujeres.

Necesitamos la perspectiva feminista para hacer el diagnóstico de la misoginia en cada lugar, en algunos es obscena y en otros es sutil, edulcorada, pero en todos los casos tiene consecuencias muy graves para las mujeres que la viven pero también para todo el género.

 La sororidad es una política para enfrentar la misoginia entre mujeres, ese es su objetivo, su definición, es siempre una acción voluntaria y consiente y se propone desmontar la misoginia en todos los sitios y espacios donde se exprese, en los medios de comunicación, en las leyes, en la justicia, en la política, y también en las iglesias.

La sororidad consiste en tener conciencia que está ahí la misoginia, que es una política decidida, no es involuntaria, pues quien es misógino/a con las mujeres lo ha decidido sobre todo en un mundo que tiene otras opciones, puesto que ya se han reconocido los derechos humanos de las mujeres, y el respeto a la dignidad de las mujeres por la cumbre de Viena desde 1993. 

Sororidad viene de soror, del latín: hermana, concepto acuñado por las feministas para plantear el anhelo de igualdad entre mujeres, nos reconocemos por un pacto político como iguales porque pertenecemos a este género al que le ocurre la violencia de género, No hay jerarquía en la sororidad, estamos en un plano que compartimos y hacemos cosas juntas entre nosotras: entre ellas la llamada participación pública de las mujeres en espacios públicos.

 

 

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