¿Tiene cura la corrupción?
La corrupción es la obtención de beneficios ilegales para sí, para su grupo familiar, para sus socios, o para su círculo político, económico, religioso o social.
Es corrupto tanto el que pide coimas como el que las da. Es corrupto el que sabe que hay coimas y no las denuncia. Lo es cuando acomoda parientes, amigos o punteros en la función pública, sin que tenga los méritos exigidos constitucionalmente. También cuando designa los funcionarios de alto rango por amistad o porque sabe que será obediente. Es corrupto el que esconde la corrupción ajena o el Juez que no la sanciona. Es corrupto el que en momentos de peligro, como con esta pandemia, recibe vacunas antes de los que tienen prioridad.
En general creemos que la corrupción es solo llenarse los bolsillos con los recursos del Estado. Pero también es el que lo hace en la actividad privada o en las organizaciones sociales. Es corrupto el que cobra un salario sin prestar servicios.
Es corrupto el organismo encargado de evitar la corrupción y sus integrantes, cuando permiten actos corruptos.
Es corrupto el gobernante que permite colusión entre los oferentes de una licitación y acepta pagar un sobreprecio ilegal.
Existe también una corrupción de menor cuantía, que es la utilización indebida de los gastos reservados, o de los medios de transporte del Estado, o utilizar los fondos destinados a pagar la publicidad del Estado en beneficio propio, colocando su nombre o su imagen.
La corrupción no solo causa un daño al erario, desviando recursos que podrían ser destinados para mejorar la educación, la salud o la seguridad. Los robos al Estado se pueden recuperar con una acción sostenida de trabajo y eficiencia. Pero el daño a la comunidad, especialmente en los jóvenes, es irrecuperable.
Qué joven intentará estudiar, aprender idiomas, nuevas tecnologías, conocer lo que ocurre en el mundo, en su país y en su comarca si es que no tiene cuña, por ejemplo para ingresar al sistema judicial con buenos sueldos, seis horas de trabajo, cinco días a la semana. Porqué estudiar y trabajar si políticos que llegaron a la función pública con una mano atrás y otra adelante, en poco tiempo tienen casas y autos lujosos y además hacen ostentación de ellos.
La corrupción genera desesperanza, anomia, falta de voluntad de estudiar y de progresar. Los sistemas electorales tramposos y feudales, como el de Salta, impiden que los que buscan el bienestar de la comunidad comiencen una carrera política. Ya tenemos cinco generaciones de familias salteñas viviendo de comedores comunitarios, sin compartir la mesa familiar. Subsisten con la ayuda estatal. Adaptan sus necesidades a los aportes gubernamentales, brindando luego apoyo político en compensación. Nunca comprar un lote en cuotas, o un libro.
Reitero, el latrocinio se puede recuperar, pero el daño a la moral, a la ética, al conocimiento, a la voluntad de progresar, al ascenso socio económico, muy difícilmente se recupere. Cuando éramos jóvenes, cuando se conseguía un trabajo, lo primero que hacíamos era comprar un lote en 120 cuotas. Cuando le daban la posesión acopiaba materiales, que nunca eran robados, y de pieza en pieza armaba su casa. Ahora, la falta de trabajo y la desesperanza, direccionan a nuestro pueblo a la toma de propiedades, para obligar al gobierno a expropiar y a reconocer como propietarios el lugar donde se asentaron.
Afirmo que el peor acto de corrupción es el clientelismo político., haciendo creer que lo que les corresponde por derecho es una graciosa concesión del gobernante.
¿Tiene cura la corrupción que se traduce en beneficios económicos? Si. La tiene. Todo funcionario ´publico tiene la obligación de presentar su declaración jurada de bienes al iniciar y al culminar su función. Esta declaración se presenta ahora en Escribanía de Gobierno, organismo que no exige el cumplimiento de este deber a todos los obligados a hacerlo. Es un simple amontonamiento de declaraciones juradas. Pero una Auditoría independiente, con autonomía no solo administrativa y funcional, sino también financiera, con componentes elegidos en concursos limpios, debería ser la encargada de receptar las declaraciones juradas. Los funcionarios debieran ser obligados a cumplir este requisito no solo con sanciones administrativas sino penales. Y luego comunicar toda variación patrimonial, a la Auditoría. Este incumplimiento también debe ser sancionado penalmente. Debemos estudiar como ampliar esta obligación a los parientes cercanos y al cónyuge. Esto es solo el comienzo para detectar crecimiento patrimonial indebido.
Como la Auditoría también debe controlar la eficiencia de la función pública, no solo la legalidad de los actos administrativos, podría sancionar y así evitar los acomodos en la función pública, especialmente el que no cumple función alguna y cobra sueldo. Debe controlar no solo las licitaciones, desde su inicio, sino las designaciones.
Una Auditoría que conozca los costos comparativos de las administraciones mas eficientes, puede oponerse a la adjudicación de obras con sobreprecios y luego controlar de que se cumpla con lo contratado aportando materiales en calidad y cantidad.
Nuestros gobernantes conocen que la corrupción se dificulta con una Auditoría honesta y eficiente. Por ello eligen a ex políticos, generalmente del mismo palo, asegurándose la impunidad. Es la misma razón por la que procurar cooptar la Justicia con jueces amigos.
La corrupción tiene solución, pero necesitamos jueces fiscales y auditores eficientes, honestos y valientes para soportar la presión mediática y de la corporación política y judicial. Singapur, hace cincuenta años era una aldea de pescadores y un lugar para el turismo sexual, también de niños. Se combatió la corrupción, incluso con la pena de muerte. Se combatió el narcotráfico y hoy es uno de los Estados más prósperos de la tierra, con industrias y los mejores niveles de rendimiento de sus estudiantes, a nivel mundial. Pero debemos hacer notar que todo surgió de un golpe militar cruento. Que la democracia es en la práctica de partido único y que además es un reconocido paraíso fiscal. China también combate la corrupción con pena de muerte.
Las campañas políticas tienen un altísimo costo y se pagan con los aportes de los grandes empresarios, que después cobrar con favores especiales. O utilizando los recursos del Estado. Ninguna de estas variantes nos sirve.
La única posibilidad de cambio es que primero cambiemos nosotros. Entendiendo que la política, no la política partidaria, es una acción colectiva, facilitada por la nueva tecnología que nos permite interconectarnos. Pero también con el problema de esta misma tecnología usada para cambiar nuestra conciencia.
Termino con las palabras de Francisco: La política es servicio; los cristianos deben servir; los cristianos deben participar en política.
Unidos y organizados, una Argentina y una Salta más justa, es posible.
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