Opinión24/04/2020

Ánimo

La situación del sistema de salud de gestión estatal es objeto de severas críticas y graves denuncias desde hace tiempo en Salta. No solo el interior se ha mostrado con muchas carencias básicas; la propia Capital siente el impacto de lo que a todas luces fue una mala gestión de políticas públicas para el sector.

Lamentablemente el nuevo gobierno no ha significado un cambio notorio, excepto por la irrupción de una pandemia que está concentrando todos los recursos pero especialmente la atención de todas las áreas del Poder Ejecutivo. Obviamente que el direccionamiento no permite que se resuelvan problemas de larga data en apenas un cuatrimestre de gestión. 

Es así que en este tiempo se mantuvieron las quejas y los reclamos en cabeza del personal de los establecimientos sanitarios. Y no fueron precisamente de orden salarial, como suele ser de práctica por parte del personal de la administración pública. La falta de insumos y equipamiento y las deficiencias en la infraestructura edilicia fueron motivos de protestas que llegaron a renuncias masivas de un recurso altamente capacitado y escaso.

Las actuales circunstancias no muestran diferencias de fondo aunque están atravesadas por problemáticas altamente preocupantes. La presencia de un virus para el que no hay tratamientos ni vacunas, un brote de dengue, un inquietante crecimiento de casos de tuberculosis –enfermedad que se creía erradicada- y la salud ampliamente deteriorada de la población originaria instalada mayoritariamente en departamentos del norte de la Provincia, han configurado un cuadro ante el que el cuestionado sistema público no tiene respuestas eficientes.

Y en ese escenario es que han comenzado a presentarse legítimas demandas. La de este viernes expresa un reclamo de profesionales de toda la Provincia, comprometidos en la lucha contra el coronavirus. En el Hospital del Milagro, cabecera de esta acción, médicos, bioquímicos, enfermeros y hasta el personal de maestranza se sumaron para hacer público un reproche por el trato que las autoridades del Salud dan su bioseguridad.

El compromiso social en torno de esta lucha sanitaria, que obliga a la población a un aislamiento social difícil por sus características, incluye un aporte material en dinero, tiempo y trabajo, para dotarla de recursos exigibles. Las carencias no se han reducido significativamente.

El despliegue de acciones para habilitar centros de contención de enfermos y poner en marcha de protocolos para  actuar en distintas circunstancias –incluso el manejo de cadáveres- no genera seguridad en la población. Pero sí siembra inquietud y temor, que se profundizan cuando son los médicos los que manifiestan intranquilidad.

Vale señalar que la protesta apunta a los elementos de seguridad y protección necesarios para trabajar en medio de la pandemia de COVID-19. Es que la advertencia sobre la garantía que las autoridades de Salud extienden fue percibida como una amenaza.

El intento del Poder Ejecutivo por mostrarse como un equipo, sustrayendo de la gestión directa de la soluciones al área específica, terminó sembrando más incertidumbre y zozobra. Al personal sanitario se le informó que cuando haya un brote de coronavirus se les aportará los elementos que están demandando.

La incertidumbre y la zozobra ahora también están en el ánimo social. 

Salta, 24 de abril de 2020

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