Un pacto para vivir
Un pacto para vivir, odiándonos sol a sol, revolviendo más…En los restos de un amor, en un camino recto…A la desesperación. Desenlace en un cuento de terror…
Temón de la Bersuit, perdón, pero de tanto escuchar hablar del Pacto de Mayo me acordé de esta canción.
Pésimas administraciones, prácticas corruptas y el bajo o nulo nivel de compromiso de la dirigencia, entre muchas otras causas, han erosionado de tal manera la confianza entre los argentinos que llegamos a un punto que puede permitirnos decir que el Pacto Social está roto.
Los argentinos debemos reconstruir un pacto que consagre nuestros acuerdos de convivencia y marque el camino que “vuelva a poner a la Argentina en el lugar que le corresponde”, en los términos en los que se refiere el presidente de la Nación.
Nadie con buenas intenciones y compromiso social debería negarse a acordar normas básicas que mejoren la vida de los argentinos. Nadie. El diálogo ya no es necesario, es perentorio, es una obligación.
Los 40 años de fracaso nos exigen hacer las cosas en serio, y una de las primeras cosas que debemos hacer es entender que el acuerdo no debe ser sólo de políticos o de poder, el acuerdo debe ser con la gente y más importante aún, no debe ser contra la gente.
Otro tema que, aunque parezca una obviedad, es importante destacar, es que el acuerdo debe ser la consecuencia de los consensos alcanzados y la razonable administración de los disensos que naturalmente existen en una sociedad libre.
En línea con lo dicho, debemos evitar caer en la práctica antidemocrática de pretender imponer acuerdos de adhesión, amparados en la nociva lógica del pensamiento único.
La pretensión de imponer la sanción de una ley de ajuste como condición previa para participar del pacto vulneraría gravemente el espíritu del acuerdo que se busca conseguir.
El desafío que tenemos por delante excede largamente los 10 puntos a los que taxativamente enuncia el gobierno en la formulación del Pacto, aunque, por cierto resultaría un gran avance lograr acuerdos en los temas planteados.
Debemos volver a acordar reglas de convivencia democrática, y trabajar para lograr los consensos necesarios que nos permitan diseñar el Plan de Desarrollo Estratégico que hace tanto tiempo nos debemos.
Sí, desesperadamente sí al diálogo y al acuerdo. No a adherir a ciegas a una convocatoria que se parece más a un cheque en blanco a un gobierno que a un nuevo comienzo para el pueblo.
Volviendo a la canción necesitamos un pacto para vivir, no un pacto para engañar, un pacto para ajustar.
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