Opinión Miguel Antonio Medina 25/10/2023

Ahora Massa

Aciertos propios y errores no forzados.

Antes del domingo 22 de este mes,  uno de los temas de análisis fue cuál sería la suerte del ganador de las P.A.S.O. ¿Podía crecer en las elecciones generales? Uno de los analistas de “La Nación”, el señor Martín Rodríguez Yebra, en su artículo “La hazaña que busca Milei”, etc.”,  publicada en ese diario, edición del 21/10/2023, página 17, llegó a interesantes conclusiones.

En efecto, dijo que después de haber revisado los resultados de unos 100 casos de P.A.S.O. anteriores a éste, era improbable que el ganador de esa consulta creciera en forma abrupta en las generales. Más todavía,  dijo que apenas 48 candidatos habían mejorado su desempeño en las primarias. Y que tal como se piensa, un porcentaje elevado de candidatos vencedores en las P.A.S.O. -el 80%- gana las elecciones siguientes.

Visto lo que pasó el domingo pasado, es claro que el candidato Massa fue el que más creció con respecto a las P.A.S.O.; Milei se estancó y dejó de ocupar el primer lugar que tenía desde agosto y ahora está en el segundo; por su parte la señora Bullrich dejó de ocupar el segundo lugar ganado en agosto, fue la tercera y quedó afuera de la segunda vuelta electoral del próximo domingo 19 de noviembre.

Muchos se preguntan cómo pudo ganar el candidato Massa. Cómo si es el ministro de Economía con inflación en aumento; cómo si el Banco Central tiene reservas negativas; cómo si faltan dólares, cómo, si antes de las elecciones, un hombre clave de la estructura electoral del PJ bonaerense, se vio envuelto en un escándalo de lujos, regalos y un yate que ahora fue puesto en venta; o por qué, las marcas de chocolate de un operador de la Legislatura de la Provincia, tampoco pudieron mancharlo.

Antes de ahora, todos sabemos que el grupo que ha gobernado la Argentina la mayor parte de los últimos 20 años, es muy resistente a los embates sobre corrupción. En estos casos, repitió el juego de circunscribir, cuando no de minimizar el daño, y le salió bastante bien. El yate Bandido, que siga navegando en playas españolas; si alguien que cometió un error deberá dar explicaciones; deben respetarse todas las garantías constitucionales para los chocolates, su intimidad, por ejemplo, sin que importe que todo lo que hizo pasó en un lugar abierto al público, con testigos presenciales.  Ese fue el argumento de las defensas para el caso de las tarjetas de débito de terceros, por quien conocía todas las claves.

Hay varias respuestas esas preguntas y a otras relacionadas. Para poder lograr el triunfo del pasado domingo, el candidato Massa persuadió sus votantes, que en realidad, él no integraba este gobierno, ni siquiera como ministro, que lo suyo estaba en el futuro y no en el pasado, donde quedó el gobierno que ganó las elecciones en 2.019.

Para ganar, el candidato Massa hizo todo lo que estaba a su alcance, con las cajas del poder, para llevar su propuesta a los sectores menos favorecidos, que recibieron aumentos, bonos, rebajas de impuestos, etc. Para ganar, el candidato Massa, como tantos otros, hizo pie en la provincia de Buenos Aires, pues allí están la mayoría de los votos que obtuvo y sin los cuales no puede sostenerse en el tiempo ninguna candidatura presidencial argentina. Un acuerdo conveniente para él y para Kiciloff, aunque éste ya sienta in pectore que puede ser el candidato presidencial que aparece el en horizonte.

Igual no le alcanzaba. Por eso debió ocuparse de enfocar su campaña en los muchos que no fueron a votar en las P.A.S.O. Es evidente que parte es electorado ausente ahora fue a su escuela y votó, muy probablemente por el candidato, que en realidad no es el ministro. Más que entusiasmado, acicateado con la campaña del miedo en contra del candidato que había ganado en agosto: tarifas, empleo, jubilaciones privadas otra vez, saluda a pagar,  universidades a pagar, etc.

No creo que el votante convencional de Massa no supiera el grado de la crisis económica argentina; ni de la inflación; o que conviva con el dólar en distintas versiones, en constante sobresalto. No creo que no sepa de qué se trata la inseguridad, la violencia y el narcotráfico. Antes ya me referí a la corrupción.

 No creo nada de eso. Lo que sí creo que todas esas personas, que se cuentan por millones, naturalizaron todos y cada uno de los problemas actuales con los que viven a diario. Con esos votos, que más o menos, son el piso de la estructura del viejo PJ bonaerense, y una buena parte quienes no votaron en las P.A.S.O., y alguno que otro larretista frustrado, se llega al porcentaje de la primera minoría del balotaje.

En el campo de la acción política, algún candidato se beneficia conocer los errores de sus adversarios. En estas elecciones, el que salió segundo, empezó a equivocarse en agosto, porque pensó que su triunfo ya estaba asegurado, bajó el perfil y el despliegue de una campaña presidencial que se hizo a medias. No fue a todas las provincias, porque no tenía candidatos y cuando los tuvo, no eran atractivos.

Siguió equivocándose al abrir el juego de la exposición pública, a parte de sus candidatos, sabiendo que no estarían a la altura, obligándolo a pedir disculpas, a dar explicaciones, cuando no a desmentirlos. Nadie sabe cuál fue el efecto electoral de algunos errores y hasta exabruptos cometidos a la sombra del candidato, que se repitieron incluso el día de la elección.

 Bajo un paraguas imaginario estaban: no fueron 30.000; la reivindicación de las víctimas del terrorismo local, la renuncia la paternidad; la rotura de relaciones con el Vaticano; entre otros. Al final, esos infortunios completaron la obra iniciada por el propio candidato cuando dijo que la libertad que proclama incluía adquirir órganos para trasplantes; o para armarse.

Obviamente, las principales propuestas del candidato, hoy la segunda minoría, no fueron explicadas con claridad. La estrella de la campaña, que era la de dolarización, fue presentada de tantas maneras que su luz languidece. El tema de los vouchers para quienes van a la escuela pública fue un mar de inconsistencias. La confusión o la ambigüedad afloraron cuando se debieron explicar políticas para los salarios, las jubilaciones y las tarifas.

Este es el estado de la situación. Falta menos de un mes para el momento decisivo. Será una campaña breve, pero intensa. La primera minoría ya sabe que parte en ventaja. El mayor desgaste deberá hacerlo la segunda minoría, que está más necesitada de votos.

Habrá alianzas públicas y privadas. Habrá obtenciones y llamados a votar en blanco. Habrá otro debate más más atractivo, porque sólo habrá dos invitados. Después se sabrá si el modelo que se daba por agotado todavía resiste;  y si la fuerza de lo nuevo estaba entrenada para los 100 metros o para una maratón.

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