Opinión Juan Manuel Urtubey 03/11/2025

Testimoniales

En las pasadas las elecciones el pueblo argentino expresó el apoyo al gobierno nacional con absoluta claridad. Sin dudas, la sociedad mantiene expectativas en el gobierno del presidente Milei, contribuye a eso, también la muy mala performance de los anteriores dos gobiernos que dejaron muy baja la vara de medición respecto al ejercicio de las políticas públicas.

Otro elemento a tener en cuenta es el factor miedo, miedo a la profundización de una crisis, e inclusive a la caída del gobierno ante la escalada del valor del dólar y volatilidad de las variables económicas, todo esto ayudado por la participación estelar en el proceso electoral del presidente norteamericano, Donald Trump, diciendo que si no ganaba el presidente argentino, su gobierno dejaría de ayudar a nuestro país.

La participación en la campaña electoral argentina, primero de la titular del Fondo Monetario Internacional, luego del Secretario del Tesoro, para finalizar con el propio presidente norteamericano, lejos de generar una reacción negativa como algunos pudimos imaginar, apelando a nuestra historia anticolonialista, significaron un fuerte apuntalamiento a la posición política de un gobierno que tiene pocas cosas para mostrar promediando ya la mitad de su mandato.

Desde la oposición tenemos el gran desafío de interpretar la voluntad popular y trabajar sin descanso para poder ofrecer un futuro alternativo al que propone este gobierno, que invariablemente será de más inequidad y cada vez mayor exclusión social.

El gobierno, a su vez el de demostrar que la agenda del ajuste y la teoría del derrame podrá hacer que los argentinos tengamos una mejor calidad de vida y un mejor futuro.

Mas allá de eso, una reflexión que quiero compartir es como, desde los distintos espacios de la política argentina se insiste en prácticas políticas que siguen lastimando nuestro ya devaluado sistema representativo. 

Mucho daño hacen aquellos que llegan a sus espacios de poder con un discurso y una posición política que luego, una vez electos, cambian para acomodarse al gobierno de turno.

Otra práctica malsana que se está naturalizando es la de las candidaturas testimoniales, en las que los candidatos se postulan a ejercer cargos, y una vez votados por la gente se van a ocupar otros espacios de poder, dejando en sus lugares a otros, en la mayoría de los casos, ilustres desconocidos.

Esta mala práctica política no sucede en lugares de poca representación institucional, este año, por ejemplo, quien encabezó y gano las elecciones en la ciudad de Buenos Aires, representando al gobierno, luego de jurar que ocuparía ese cargo para el que fue electo, se apronta a jurar como Jefe de gabinete de Ministros.

En el principal distrito electoral, la provincia de Buenos Aires, quien ganó, hace una semana las elecciones representando al gobierno, acaba de anunciar que no asumirá su cargo.

En los casos citados, sus electores, conocen siquiera el nombre de quien asumirá en el cargo por el que ellos votaron?

En nuestra provincia no nos quedamos atrás tampoco con esas prácticas, excluyo a quien ganó las elecciones, porque si bien está llegando a la mitad del mandato para el cargo que fue electa hace dos años, podemos decir que el pueblo salteño evaluó su gestión positivamente y la volvió a elegir. Distinto es el caso de la otra senadora nacional electa que fue electa diputada provincial y sin siquiera asumir, ya fue electa para otro cargo. A alguno de los dos mandatos que recibió de la gente no honrará.

Me parece importante sumar estos elementos cuando analizamos las causas del desprestigio de la actividad política y la baja participación ciudadana en las elecciones. Así como hemos avanzado en reformas para darle más transparencia y mejorar sistemas electorales, debiéramos pensar en este tipo de prácticas malsanas que siguen alejando a la gente de la política y la cosa pública. 

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