
Tal como venimos insistiendo desde hace tiempo en estas columnas, en momentos de crisis la centralidad de la política pasa por el Congreso de la Nación. Allí se debate el presente y el futuro de la Argentina.
Una vez más Aries repitió la virtuosa costumbre de estar presente en un campeonato mundial de futbol como lo viene haciendo hace décadas. Estuvimos en Francia, en Japón-Corea, en Alemania, Sudáfrica, Brasil, Rusia y ahora en Qatar.
Opinión19/12/2022Mucho se dijo de éste, el primer país musulmán donde se llevaba adelante un evento de estas características y a pesar de todas las adversidades que se planteaban públicamente, decidimos viajar y estar donde los ojos del mundo se posarían durante un largo mes.
Fuimos el único medio salteño que como tal estuvo apostado a lo largo de los días acompañando el sueño de un país y relatando día a día cómo era la cotidianeidad de esta ciudad bañada por las aguas del Golfo Pérsico.
Pudimos ratificar conceptos, diferenciarnos de otros y negar algunos que se daban por ciertos.
Llevamos a los oídos de los salteños los relatos de simpatizantes de todas partes del mundo, sus formas de concebir la realidad de la cultura oriental completamente distinta a la de esta parte del mundo y convivimos durante semanas entre llamados a rezos desde los minaretes y buenos augurios a los gritos para las selecciones participantes.
Las autoridades de Qatar quisieron mostrarle al mundo un atisbo de similitud occidental y quizás hasta lo lograron, pero hubo una parte, cuya puesta en escena no pasó desapercibida.
Es cierto que en la sede de la Copa del Mundo se pudo hacer uso de los servicios de transporte de manera libre, pero no es menos cierto que el metro tenía sectores exclusivos para hombres y otros de mujeres previo al acontecimiento FIFA; lo mismo aplica para playas e incluso mezquitas.
Sin embargo, es un hecho que las mujeres podían vestir bikinis en las playas públicas y que las muestras de afecto en las calles no generaban implicancias legales. El alcohol era prácticamente inaccesible y las manifestaciones del colectivo LGBTIQ+ estaban ciertamente invisibilizadas.
A pesar de una población mayoritaria bajo el Islam, Qatar es uno de los pocos estados musulmanes que tiene templos que se corresponden con otras religiones. Una apertura social más que signada por los intereses económicos con los que este pequeño país seduce a las grandes potencias mundiales que se dejan cautivar por las grandes reservas de gas y petróleo.
Los serios cuestionamientos por la cantidad de trabajadores muertos durante las construcciones de grandes estructuras civiles, no parecieron preocupar al más del millón y medio de asistentes que no tenían otro objetivo más que disfrutar del futbol. De manera oficial, solo se admitió un 10% del trascendido periodístico mundial que aseguraba un saldo de no menos de seis mil inmigrantes.
El boicot europeo se hizo sentir en su baja afluencia de público que acompañara a las selecciones participantes, pero nada evitó que la organización siguiera su curso y se viviera como un verdadero espectáculo que mantuvo entretenida a gran parte de la sociedad mundial.
Una vez más estuvimos ahí. Servimos para traerles, como siempre, información de primera mano. No fuimos meros emisarios, éramos testigos. Estuvimos, bajo el sol del desierto, cara a cara con el evento deportivo más importante y convocante de todos.
Pudimos apartarnos por momentos del ensimismado fútbol porque siempre entendimos que este acontecimiento lo trasciende por completo, más allá de ser lo convocante.
Estuvimos a la altura de las circunstancias.
Una vez más, Aries estuvo donde se escribió otra página de la historia y que, como broche, se coronó con la copa del mundo para la Selección Argentina. Cumplieron. Cumplimos.
Hasta la próxima vez.
Salta, 19 de diciembre de 2022.
Tal como venimos insistiendo desde hace tiempo en estas columnas, en momentos de crisis la centralidad de la política pasa por el Congreso de la Nación. Allí se debate el presente y el futuro de la Argentina.
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