
Tal como venimos insistiendo desde hace tiempo en estas columnas, en momentos de crisis la centralidad de la política pasa por el Congreso de la Nación. Allí se debate el presente y el futuro de la Argentina.
Entre los militares, se llama “fuego amigo” a los disparos recibidos desde el propio bando. No se supone que fueron hechos a propósito, sino por impericia, por incapacidad o errores de planificación.
Opinión01/06/2022 Pablo BorlaEsta expresión ha pasado del ámbito militar al político y, dentro de las internas de un partido o de una alianza, generalmente hay una convención tácita: si me vas a criticar o señalar públicamente mis errores, como parte de tu campaña de posicionamiento o por simple desacuerdo, que sean pataditas en los talones y no puñetazos en el estómago. Con eso basta, ya que al fin y al cabo somos del mismo bando.
Últimamente, sobre todo en el Frente oficialista, el fuego amigo hasta cobra víctimas, y entiéndase por ello a funcionarios que deben dejar su puesto y con eso dejar caer un acuerdo inicial en el reparto del poder. A veces, algunas circunstancias hablan de bandos en pugna, pero con tantas diferencias que lo único que parece importar es quien se impone y no las consecuencias para el Frente en sí mismo o para terceros -los ciudadanos-, que venimos a ser una especie de “daños colaterales” en esa guerra.
La historia latinoamericana nos cuenta muchas anécdotas del “fuego amigo”.
Recuerdo al general Ignacio Zaragoza, en México, luchando en la histórica batalla de Puebla, con soldados indígenas descalzos, contra la victoriosa y bien equipada escuadra invasora francesa, de Napoléon III, a quien logró vencer. Antes y durante la contienda, los conservadores y el clero mexicano alentaban al triunfo francés, descaradamente. Luego de la victoria, el general Zaragoza manifestó que a veces le “daban ganas de apuntar los cañones hacia adentro”.
Y ni hablemos del general Martín Güemes, que debió soportar a la aristocracia de su época haciendo acuerdos y pasando información a los españoles invasores.
En ello, muchas veces es sutil la línea que separa la disidencia de la mera traición.
En el Frente que ejerce el Gobierno nacional, hay líneas internas tan diferentes, con una mirada política y una concepción de la administración de la República tan distantes, que parece increíble que formen parte de una misma facción.
Hay integrantes enojados desde el inicio con Cristina Fernández por haber elegido, sin demasiado consenso y por medio de un tweet, al candidato del Frente. Vienen sometiendo a Fernández a una serie de descalificaciones en lo económico, en la política exterior y hasta en lo sanitario, casi desde el 10 de diciembre de 2019, como si él fuera parte de la oposición.
Otros, en cambio, se mantienen expectantes a los movimientos y expresiones de Cristina Fernández y avanzan con las críticas hasta donde los dejan hacer. No hablamos de personalidades menores sino de, por ejemplo, uno de los máximos dirigentes de la Cámpora como el ministro Andrés “Cuervo” Larroque o, cuando no, el mismo hijo ilustre Máximo Kirchner, quien, conocedor de la importante incidencia simbólica de su apellido, prefiere las acciones y no tanto las palabras, salvo en circunstancias muy bien planificadas.
Hoy, Cristina calla, a excepción de contadas y elegidas ocasiones. Pero su mentalidad de ajedrecista no mueve piezas en vano y va manejando los tiempos. Sus palabras, su capacidad de disparar “fuego amigo”, superan ampliamente a las pataditas en los talones, pero, aun pudiendo hacerlo, evita el golpe que derriba, el que partiría el Frente sin posibilidad de volver atrás.
Alberto, mientras tanto, es el boxeador de largo aliento que resiste, esquiva y necesita que el tiempo pase, que la cercanía electoral achique los márgenes de la disidencia. No quiere que nadie le diga que él destruyó el Frente. No quiere echar a nadie, quiere que los díscolos se vayan solos, como el secretario Feletti. Y ahí coloca sus piezas. Y espera, tratando de que su escasa tropa propia no lo abandone; sembrando la esperanza del 2023.
¿Cuánto podrá estirarse la cuerda sin que se rompa?
Hoy hay disputas mediáticas, sobre todo. Nadie quiere caer en el Noveno Círculo del “Infierno” de Dante Alighieri ni ser el traidor que quiebre, que desarme, que abra la puerta de par en par para que un radical, un macrista o quien sea de la tropa variopinta de la oposición, se siente en el incómodo pero tentador sillón de Balcarce 50 en 2023.
Hay un pecado capital que condena al dirigente político a la derrota, tarde o temprano, y que Dante -ya que lo mencionamos- lo refleja en su obra: la soberbia.
La soberbia, por sobre todo, es una suerte de superioridad moral auto percibida que nos impide llegar al diálogo, al consenso, a la actitud republicana del que sabe que no es el dueño único de la razón y que de los acuerdos llegan las certezas y se pueden marcar los rumbos.
Más de 47 millones de argentinos -meros espectadores- dependemos de que el oficialismo y la oposición terminen de arrojarse “fuego amigo”, dejando de lado la convicción de creerse poseedores de una verdad única y se ocupen de lo que deben, porque nuestro destino y el de nuestros hijos se juegan en ello.
Ojalá sea pronto.
Tal como venimos insistiendo desde hace tiempo en estas columnas, en momentos de crisis la centralidad de la política pasa por el Congreso de la Nación. Allí se debate el presente y el futuro de la Argentina.
Sin antecedentes cercanos de una decisión similar, el Concejo Deliberante rechazó la Cuenta General del Ejercicio 2023, correspondiente al último año de gestión de Bettina Romero. Asimismo, aprobó por mayoría la del año 2024.
El Presidente muestra torpezas políticas y económicas que lo dejan cada vez más aislado. Gobernadores, aliados y votantes se alejan, mientras él insiste en culpar a los demás.
Las marchas en todo el país y el rechazo del Congreso a los vetos presidenciales expresan lo más elemental de la democracia: el pueblo y sus representantes le marcan límites al poder. No es un golpe, es participación ciudadana.
Congreso y gobernadores son dos partes del poder político que desvelan al Ejecutivo Nacional. Tras dos años con presupuesto prorrogado la administración libertaria ha entendido que puede ser un elemento ordenador de vínculos inconducentes, como los que ha venido manteniendo hasta ahora.
Se corrió el velo sobre el manejo de los recursos públicos durante 2026. Fueron expuestas las grandes líneas de lo que podría ser el primer presupuesto de un gobierno que va a ingresar en su tercer año de gestión.
El entrenador de la Selección Argentina habló tras la caída en Guayaquil. Analizó la última fecha de las Eliminatorias y destacó el trabajo del rival. También se refirió a la ausencia de Messi.
La Autoridad Metropolitana de Transporte dispuso un aumento del 24% en el boleto interurbano de Salta, con vigencia desde el 22 de septiembre.
El presidente del Comité de Prevención de la Tortura señaló que celdas saturadas y falta de recursos generan riesgos para internos y personal policial.
Desde la Cámara Hotelera y Gastronómica destacaron que las conexiones a Florianópolis y Panamá abren oportunidades para atraer visitantes extranjeros.
Los gremios del PAMI resolvieron un plan de lucha con quites de colaboración en todo el país, en reclamo de paritarias y salarios dignos.