Qué diferencia hay entre Todos los Santos y los Fieles Difuntos, según la Iglesia

El padre Jorge Crespo explicó el sentido de cada celebración y cómo ambas unieron historia, fe y tradiciones familiares que siguen vivas en Salta y América Latina.

Sociedad01/11/2025Ivana ChañiIvana Chañi

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En diálogo con Vale Todo por Aries, el padre Jorge Crespo explicó el verdadero sentido de las celebraciones del 1 y 2 de noviembre, fechas en las que la Iglesia Católica conmemora a Todos los Santos y a los Fieles Difuntos.

El sacerdote recordó que en los primeros siglos del cristianismo, cuando los fieles eran perseguidos por el Imperio Romano, las comunidades se reunían en catacumbas y escribían los nombres de los mártires que morían por su fe. Con el paso del tiempo y la legalización del cristianismo, se creó un calendario propio para honrar a quienes habían entregado su vida, pero como eran tantos, la Iglesia instituyó una solemnidad general el 1 de noviembre para celebrar a “todos los santos”, conocidos y anónimos.

En cambio, el 2 de noviembre se dedica a todos los fieles difuntos, un día en que las familias recuerdan a sus seres queridos. “Así como los santos tienen su día, también lo tienen nuestros difuntos. Es un gesto de amor dedicarles una jornada para rezar por ellos y recordarlos”, señaló Crespo.

Consultado sobre las costumbres locales, el sacerdote destacó que en Salta y en muchas regiones del país se mantiene viva la tradición de preparar ofrendas de comida o bebida en honor a los fallecidos. “No hay que separar lo espiritual de lo material. Somos cuerpo y alma; la oración y los gestos concretos se complementan. Recibir a nuestros difuntos con cariño es una forma de celebrar la vida”, explicó.

Crespo también advirtió que celebraciones como Halloween desvirtuaron el sentido cristiano original: “Era un día de reflexión y silencio previo a Todos los Santos, pero la globalización mezcló símbolos y hoy se perdió su significado”.

Finalmente, el sacerdote dejó un mensaje de esperanza: “Estas fechas nos recuerdan que la vida no termina con la muerte. Nuestros difuntos siguen vivos en Dios, y cada gesto de amor hacia ellos nos acerca un poco más a la santidad”.

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