Trump amplía la militarización en la frontera con México

En los últimos cuatro meses, se ha incrementado la presencia militar en la frontera sur de EEUU, adoptando una postura más agresiva en comparación con administraciones anteriores.

El Mundo16/05/2025

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Durante los últimos cuatro meses, el gobierno del presidente Donald Trump ha incrementado considerablemente la presencia militar en la frontera sur de Estados Unidos, adoptando una postura más agresiva en comparación con administraciones anteriores. Actualmente, alrededor de 8.600 soldados en servicio activo patrullan la zona, una cifra notablemente superior a los 2.500 efectivos desplegados durante el final del mandato del presidente Joe Biden.

El Pentágono ha enviado vehículos blindados Stryker, aviones espía U-2, drones de vigilancia, helicópteros y dos destructores de la Marina para monitorear constantemente la frontera terrestre y las costas del Pacífico y el Golfo de México. Trump definió desde el primer día de su segundo mandato esta situación como una “invasión” de migrantes, narcotraficantes y contrabandistas.

La estrategia de Trump busca obtener un “control operativo del 100%” en la frontera con México, y parece haber generado resultados inmediatos: las detenciones por cruces ilegales disminuyeron drásticamente. En abril pasado fueron arrestadas unas 8.000 personas, muy por debajo de las 128.000 del mismo mes del año anterior, según datos oficiales del gobierno.

Pese a esta reducción, el Pentágono informó que no hay un horizonte claro para finalizar la operación militar, la cual hasta ahora ha costado unos 525 millones de dólares. Según el general Gregory M. Guillot, jefe del Comando Norte de Estados Unidos, la misión podría prolongarse “por años, no meses”, debido a los patrones cíclicos de migración.

Como parte del operativo, el ejército ha militarizado dos franjas a lo largo de la frontera en Texas y Nuevo México, de 63 y 200 millas respectivamente, que ahora forman parte de bases militares cercanas. Allí, los migrantes que ingresan pueden ser retenidos temporalmente por soldados hasta la llegada de la Patrulla Fronteriza.

En el Congreso estadounidense crecen las críticas por el uso de tropas en labores internas. El senador Jack Reed afirmó que “es difícil explicar estas misiones fronterizas como otra cosa que una distracción de la verdadera preparación militar”. Unidades asignadas previamente a entrenamientos y despliegues en Asia y Europa han visto interrumpidos sus programas.

Sin embargo, desde el terreno, algunos militares consideran positiva esta experiencia por su carácter práctico y real. “Esta es la misión de su generación, y la están abrazando”, comentó el mayor general Scott M. Naumann. Además, los comandantes aseguran que la presencia militar ha complicado las operaciones de los carteles y aumentado los costos del tráfico humano, cuyas tarifas ahora rondan los 20.000 dólares por persona, comparado con 7.000 dólares un año atrás.

En medio de una frontera más tranquila, pero cada vez más militarizada, muchos se preguntan si este despliegue masivo marca un nuevo paradigma de seguridad o si, como advirtieron algunos oficiales retirados, se trata de una peligrosa normalización del uso de las Fuerzas Armadas con fines políticos. La respuesta, por ahora, parece tan estratégica como simbólica.

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