Opinión Mónica Bianchi 05/09/2022

Oración por la patria

En el fatídico 2001 en que los ahorristas inundaron las calles reclamando por sus ahorros, golpeando las persianas de los bancos herméticamente cerradas y mudas, y millones de argentinos desesperaban por un país creíble y una clase política decente, la Iglesia Católica y el programa de Naciones Unidas para el Desarrollo lanzaban la mesa del Diálogo Argentino, un espacio que reunió a distintos sectores de la sociedad con el objetivo de salir la crisis tras el estallido social de 2001, que desencadenó la renuncia de Fernando de la Rúa.

Más de mil personas, pertenecientes a un centenar de organizaciones políticas, sindicales, empresariales, financieras, de la educación, de la cultura, de la salud y de otros ámbitos de la vida nacional participaron de los encuentros y las deliberaciones que se realizaron en el marco de la convocatoria institucional inédita.

El diplomático español Carmelo Angulo -por entonces representante del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)- fue quien se transformó en pocos meses en el promotor y coordinador –junto con la Iglesia- de la mesa de diálogo. De hecho, en su llegada a Argentina, fue recibido por el entonces Arzobispo Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco.

En Enero del 2002 Se considera un hecho fundacional la convocatoria a una reunión multisectorial en la sede de Cáritas, a dos cuadras de la Casa Rosada, el 19 de diciembre de 2001 con el entonces obispo de San Isidro, Jorge Casaretto como anfitrión. Allí participaron todos nadie fue excluido.

A la presentación formal, le siguieron semanas de reuniones entre los diversos sectores del quehacer nacional, que sirvieron para apaciguar los ánimos en la sociedad, que venía caldeada por los eventos de diciembre. En total, se conformaron cinco comisiones –socio-laboral-productiva, salud, educación, reforma política y reforma de la justicia- y, tras meses de deliberaciones, se presentó un documento final titulado “Bases para las reformas: principales consensos”, que luego fue sometido a un proceso de participación y adhesión que se realizó en el Cabildo de Buenos Aires.

Decían los obispos en ese 2001

"La acción política, uno de los más nobles servicios al hombre y a la sociedad, parece esterilizarse por la afanosa búsqueda personal y sectorial de poder y riquezas, y pervertirse cuando grupos económicos o financieros la hacen instrumento de sus intereses". Hoy estamos en la misma.

Hace unos día en una reunión escuché a un hombre con algunas copas de más y  afligido por la situación política del país, decir “yo ya me compré varias cajas de balas”…. Sobra otro comentario.

En ese 2001 también el episcopado argentino difundió su ORACIÓN POR LA PATRIA Que propongo recordar:

Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.

Nos sentimos heridos y agobiados.

Precisamos tu alivio y fortaleza.

Queremos ser nación,

una nación cuya identidad

sea la pasión por la verdad

y el compromiso por el bien común.

Danos la valentía de la libertad

de los hijos de Dios

para amar a todos sin excluir a nadie,

privilegiando a los pobres

y perdonando a los que nos ofenden,

aborreciendo el odio y construyendo la paz.

Concédenos la sabiduría del diálogo

y la alegría de la esperanza que no defrauda.

Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,

cercanos a María, que desde Luján nos dice:

¡Argentina! ¡Canta y camina!

Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.

Amén.

 

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