En todo el mundo se efectúan los censos. En nuestro país lo implementó inicialmente el presidente Domingo Faustino Sarmiento, quien con su agudeza notable y vocación de crecimiento del país, amén de otras cualidades, buscó incansablemente el desarrollo y crecimiento social y económico de la Argentina. Algún día su gesta será puesta más en contexto real, ya que si bien se valora adecuadamente su condición de educador práctico y rector de esa temática se desconoce por ejemplo, que en esa búsqueda nacional de educación, se enojó con él la iglesia católica, quien hasta esa época tenía el monopolio de la educación en la nación, al establecer la educación pública a cargo del Estado. Con Sarmiento la educación dejo de ser elitista o sea, vinculada a los sectores más acomodados de la sociedad quienes recibían un conocimiento que les permitía seguir manteniendo el privilegio del poder en una amplia sociedad carente de educación lo que traía aparejada la pobreza y el sometimiento histórico de una clase dominada.

Sarmiento un precursor de la integración y la civilización no siempre bien ponderado fue hasta el fanatismo, se podría decir, el que hizo ingresar al conocimiento a los marginados de una argentina sumida en la clara asimetría de ventajas de un sector social frente a una masa desprovista de medios para realizarse o al menos vivir humanamente. 

En tal línea de pensamiento y acción, supo ese preclaro presidente que debía dotar al Estado del conocimiento sociológico de los componentes de la nación, entre ellos la importante llegada de inmigrantes al suelo argentino. Dar un verdadero sentido científico a la composición del estamento poblacional tenía y tiene el cénit de adecuar políticas que permitan igualar derechos y ventajas sociales y económicas.

Si un país desconoce cuántos habitantes tiene y cómo viven es similar a que una familia no sepa cuántos componentes tiene y qué recursos aplicar para con sus hijos  en búsqueda del progreso y bienestar.

Hoy gracias a la organización y cibernética sabemos, al cabo de pocas horas que somos más de 47 millones los que habitamos esta nación. Claro que este dato importante en sí mismo es sólo el inicio de una serie de realidades que el censo produce y que, como consecuencia de una lectura adecuada se dicten y apliquen las políticas públicas necesarias para beneficio de los habitantes y su desarrollo.

El trabajo del censo, que fue complejo y difícil, se cumplió en su primera parte, la radiografía más real de un pueblo. Ahora viene la tarea de sacar de los datos censados el diagnóstico de la complejidad de nuestro armado socio económico, lo que llevará su tiempo y esto tendrá que ser cuidadosamente estudiado no sólo por los gobiernos, sino por los partidos políticos y organizaciones sociales y gremiales.

No solamente cuenta saber cuántos somos sino cómo somos y cómo vivimos para poder delinear lo pertinente en las políticas públicas siendo por cierto también  un  valioso elemento para la actividad privada.

Entonces, no fue una jornada el censo, es todo un período histórico relevado en datos. Bienvenido.