Opinión Jorge Folloni 19/04/2022

El riesgo de una crisis institucional

Es preocupante para la estabilidad institucional de nuestro país, la sorda disputa interna que se ha desatado en el frente gobernante, que se traduce en un ya público y descarnado enfrentamiento entre el Presidente y la Vicepresidenta.

La institución vicepresidencial, tal como la define nuestra Constitución, resulta una figura  híbrida ya que  está inserta como secundaria y auxiliar del presidente, el cual es el único titular del poder ejecutivo y con el solo propósito de sustituirlo en forma transitoria en caso de ausencia, o en forma definitiva, en el supuesto de acefalía, pero careciendo entre tanto, de toda facultad ejecutiva.

Curiosamente, aparece a la vez el vicepresidente, inserto en el poder legislativo, presidiendo las sesiones del senado, pero sin derecho siquiera a hacer uso de la palabra.

 Y como la vicepresidencia, es ocupada generalmente por personas de una destacada actuación política, en muchos casos quien la ocupa, tiene la tentación de desempeñar algún papel que le acuerde cierta relevancia propia, lo que genera ocasionalmente, roces en la cúpula del poder, 

Episodios de esta naturaleza, han sido recurrentes y, para remitirnos sólo  a nuestra  historia política reciente, tendríamos que hacer memoria de lo acaecido a partir de 1958.

Ese año, asumió la presidencia de la Nación, un brillante y talentoso político, como era Arturo Frondizi, que, luego de fracturar la Unión Cívica Radical, ganó las elecciones, gracias a un pacto secreto celebrado con Perón, quien por entonces estaba exiliado en España y a raíz del cual Perón, trasmitió a sus seguidores, la orden de votarlo.

Frondizi, era autor de un muy difundido libro titulado Petróleo y Política, en el cual sustentaba la teoría de que ese hidrocarburo, debería ser extraído y explotado, tan solo por el Estado.

No obstante, una vez en el poder, Frondizi varió al criterio opuesto, convocando al capital privado nacional y extranjero para esa tarea, lo que provocó el rechazo de su vicepresidente Alejandro Gómez, quien terminó renunciando a solo seis meses de asumido.

El siguiente episodio de esta naturaleza, ocurrió con trágicas consecuencias, a principios de este siglo, cuando Fernando de la Rúa quien ganara las elecciones con la promesa de combatir la corrupción del menemismo, a poco de iniciado su mandato, permitió que para obtener la aprobación de una de ley  de reforma laboral, se perpetrara un indigno soborno de un numeroso grupo de senadores opositores, lo que fue denunciado por el senador justicialista Antonio Cafiero.

Como resultado de esto, el vicepresidente Chacho Álvarez, líder del partido denominado Frepaso renunció a su cargo, lo cual contribuyó sumado a una difícil situación económica, a que se desencadenara la profunda crisis del año 2001, cuyas secuelas aún nos afectan.

En el año 2003, Néstor Kischner acede a la presidencia, acompañado en la vicepresidencia por Daniel Scioli, ya que pese a haber obtenido esa fórmula, el segundo lugar en la primera vuelta de las elecciones con el 22% de los votos, fue declarada ganadora de la segunda vuelta, en razón de que Carlos Menem desistió de presentarse.

Scioli, a poco de asumir, pretendió desempeñar un protagonismo propio e independiente, lo cual provocó el enojo de Kirschner que en represalia, despidió del gobierno a la totalidad de los funcionarios designados a propuesta de Scioli, quien aprendió la lección y a partir de ahí, redujo su actuación, a lo que vulgarmente se llama, tocar la campanilla en el senado.

A diferencia de esos casos, lo que hoy se plantea es inédito, porque tiene su raíz, en un hecho sin precedentes, tal vez a nivel mundial, que es la anomalía contra natura, consistente en que alguien primero se proclame candidato a vicepresidenta y luego, sin consulta ni intervención de órgano partidario alguno y simplemente mediante la expedición de un mensaje a través de las redes sociales, nomine por si misma, a la persona que deberá asumir la candidatura a presidente.

Ahora en el gobierno, esas graves anomalías de origen, se han puesto de manifiesto mediante reiterados mensajes públicos emitidos por la vicepresidenta, en los cuales pone de manifiesto la profunda diferencia ideológica que los separa, le enrostra que el liderazgo y la mayoría de los votos le pertenecen y que por  lo tanto, debería limitarse a acatar las directivas que le imparta, en cuanto al rumbo a seguir.

Todo esto ocurre en medio de una pavorosa situación económica y social y un malestar creciente de la mayoría de la gente, lo  cual hace prever un futuro inmediato, tremendamente preocupante.

 

 

 

 

 

 

 

 

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