Una nueva agenda con puentes para más federalismo
Ayer me tocó cerrar el ciclo de entrevistas DIÁLOGOS.GOB, un espacio que valoro por su pluralidad y por el rol esencial del periodismo para acercar la gestión pública a los salteños, especialmente en tiempos tan complejos como los que atraviesa nuestra Argentina.
Lo que alli expresé es, en esencia, una sintesis de las convicciones que me guían y que he plasmado aqui en otras ocasiones: la necesidad de mirar hacia adelante, de construir consensos y de defender con ahinco nuestros intereses regionales. El presente de nuestra Nación es, sin duda, preocupante.
Ver al Presidente de la República Argentina siendo apedreado durante una recorrida de campaña o a un parlamento que parece cualquier cosa menos un parlamento nos interpela a todos. Es doloroso este camino de desencuentro y violencia. La antipolítica, que algunos dicen verse reflejada en una juventud que vota contra jubilaciones y universidades, no surgió de la nada ni fue implantada. Los políticos de todas las fuerzas políticas debemos hacernos cargo de nuestros errores. Siempre digo: esto pasa en una dirigencia que ha pasado de la pensión o casa de barrio al country, que ha dejado los Renault para irse a las camionetas de alta gama, y que ha abandonado las banderas que nos convocavan por motivaciones netamente pragmáticas o electoralistas.
Yo mismo, con 50 años de vida politica, me involucro en esta autocritica, porque solo asi podremos avanzar. Tenemos una oportunidad.
En este contexto creo que la provincia de Salta se alza como un faro de posibilidades, impulsada por una gestión que, bajo la conducción abierta y plural del gobernador Sáenz, ha sabido sortear gravisimas crisis como la pandemia, los incendios y las sequías, y —recurrentemente— las turbulencias económicas.
En esa línea vale destacar que se logró disminuir la deuda de la provincia, lo que hoy nos permite tomar nuevos créditos para proyectar desarrollo y futuro, no para salarios o urgencias cotidianas. Es una visión de Estado, con una mirada federal hacia el interior, donde hemos visto por ejemplo una revolución del agua en Tartagal, además de la construcción de hospitales, escuelas y pavimento en todo el territorio federal.
Soy optimista porque reconozco el enorme potencial de nuestra provincia. Sea en la zona andina, con minerales como el litio y el cobre, o sea en el sur y el norte provincial con el desarrollo agroindustrial al que también vamos incorporando el gran Chaco salteño. Esto es, en esencia, luchar por una vida más justa, con más oportunidades y en libertad para que cada salteño pueda ser el artífice de su propia vida en un marco de paz social y crecimiento colectivo, el verdadero objeto de la política.
Un pilar fundamental para este futuro es, sin duda, el Corredor Bioceánico. Durante años, fue un ejercicio de imaginación, pero hoy es una alternativa estratégica y concreta que devolverá protagonismo a nuestro Norte Grande. No es solo una conexión terrestre, sino una plataforma de desarrollo, un nuevo paradigma de integración regional que unirá a Brasil, Paraguay, Argentina y Chile. Los estudios técnicos confirman que reducirá los costos de transporte y los tiempos de viaje hasta en un 50%, abriendo nuevas puertas hacia mercados que hoy son inaccesibles. La historia nos enseña que la visión de Salta como paso ferroviario al Pacífico -el ramal C14, nuestro Tren de las Nubes— data de 1905. Presidentes como Yrigoyen y Perón impulsaron esta idea frente a las resistencias de quienes no quieren que el norte de Argentina se convierta en el corazón de Sudamérica.
En un mundo con tensiones geopolíticas y un Canal de Panamá con dificultades, Sudamérica tiene una gran carta para jugar con su propio corredor terrestre bioceánico, acercándonos a mercados como el de la India, que ya supera en cantidad de población a China. Salta, desde el Paso de Sico hacia Chile hasta el de Misión La Paz con Paraguay, está llamada a ser protagonista de este nuevo eje de desarrollo, con pasos concretos que vamos dando como el crédito de FONPLATA para terminar la Ruta 51 y la puesta en marcha del Centro Multimodal de Cargas en General Güemes.
Sin embargo, hay trabas inexplicables. Paraguay, con la voluntad de su presidente Santiago Peña, ha expresado su deseo de construir un nuevo puente internacional entre Pozo Hondo y Misión La Paz, financiado integramente por su país.
Este puente es vital para consolidar el Corredor Bioceánico con Salta como eje. Pero para que Paraguay avance, Argentina debe realizar los estudios técnicos del lado salteño, un proceso que hoy se encuentra frenado por nuestro Ejecutivo nacional. Lo digo claramente: esto es un camino equivocado por parte de nuestra Cancillería, que también hace oídos sordos ante la queja de los salteños del norte provincial por el vertido de fluidos cloacales en nuestro territorio por parte de Bolivia.
La voluntad política es el único ingrediente que falta para que muchos de estos proyectos dejen de ser un ejercicio de imaginación y se conviertan en una realidad palpable. Aquí es donde la palabra federalismo adquiere su verdadera dimensión. En teoría, somos un país federal, pero en la práctica, lamentablemente, somos unitarios, con una mirada puesta solo en los puertos de Rosario y el Río de la Plata.
Por eso trabajamos incansablemente con el Consejo Regional de Gobernadores del Norte Grande y el Parlanorte construyendo una nueva agenda geopolítica para el país.
Necesitamos el apoyo de todos nuestros legisladores nacionales para destrabar estos proyectos que benefician a la región. Por eso serán más que importantes las elecciones del 26 de octubre. Nuestra intención es que Salta mejore su representación en el Congreso, que tengamos legisladores que defiendan el desarrollo de Salta más allá de la obediencia nihilista que se exige muchas veces en Buenos Aires. Necesitamos que no solo los diputados y senadores de nuestro espacio defiendan los intereses de los salteños. La evidencia muestra que el norte siempre fue relegado más allá de los diferentes partidos que se sucedieron en la Casa Rosada. Se agotó la credulidad.
Es tiempo de dejar de profundizar las diferencias, de empezar a tender puentes que le cierren las puertas a la agresión y la descalificación constante. Es tiempo de enfocarnos en construir ese país más justo, más vivible y con más oportunidades: en Salta ya empezamos y no nos vamos a detener.
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