Curso, multa e inhabilitación: el “castigo” tras una alcoholemia positiva
El secretario de Tránsito municipal defendió las clases obligatorias para recuperar el scoring y aseguró que el contacto con víctimas transforma la percepción del peligro al volante.
Por Aries, Matías Assennato, secretario de Tránsito y Seguridad Vial, salió al cruce de las críticas de algunos conductores que, tras haber sido sancionados por manejar bajo los efectos del alcohol, cuestionaron la obligatoriedad del curso de reeducación para recuperar la licencia y los puntos del scoring.
“¿Quiénes son los que se quejan? Los que fueron detectados en un control de alcoholemia y se les retuvo la licencia por una falta grave”, señaló y explicó que la retención la hace preventivamente un agente de tránsito y que luego el Tribunal de Faltas determina la sanción: “Puede ser una inhabilitación de 15, 30, 60 o 90 días, según la graduación alcohólica, la reincidencia y el comportamiento del conductor en el control”.
Además, detalló que la multa económica se calcula en Unidades Fijas (UFES), cuyo valor está atado al 50% del precio de la nafta súper. “Una falta grave puede costar hasta 1000 UFES, lo que hoy equivale a unos 500 mil pesos”, indicó Assennato.
La principal molestia, según Assennato, no radica tanto en la multa o la inhabilitación, sino en la exigencia de realizar un curso para recuperar los 20 puntos del sistema de scoring. “Son cuatro semanas: dos clases teóricas, una clase con familiares de víctimas de accidentes —que te aseguro, la gente sale llorando— y una última semana con examen”, explicó.
Durante ese período, la licencia continúa inhabilitada. “Es decir, si ya estuviste 30 días sin manejar por la sanción, vas a estar 30 más hasta que termines el curso y recién entonces recuperás los puntos”, aclaró.
Frente a quienes alegan no tener tiempo para asistir al curso, Assennato fue tajante: “Yo les digo que esto es consecuencia de una decisión: decidiste consumir alcohol y manejar. Y ahora hay consecuencias”.
Y agregó: “Podríamos haber subido simplemente el valor de la multa, pero la idea no es que quien tenga plata pueda hacer lo que quiera. Por eso, optamos por un castigo educativo”.
Assennato también destacó que el sistema de scoring no solo aplica a alcoholemias. “Hoy, alguien que estaciona todos los días en una rampa para discapacitados ya no solo paga la multa: pierde puntos. Y si pierde todos, también deberá hacer el curso”.
Finalmente, el secretario insistió en que la política de tránsito de la ciudad busca más que castigar: pretende reeducar. “Queremos que la gente recapacite, que entienda la dimensión del riesgo y la responsabilidad que implica manejar. No es castigo, es educación”, concluyó.
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