Motivo
Calificada por los historiadores como un episodio crucial en la Guerra de la Independencia argentina, 212 años después la Batalla de Salta es un motivo que reúne a los salteños para recordar a Manuel Belgrano.
Es una de las tres figuras que se reconocen como las constructoras de una nación cuya integración es materia pendiente.
Ocurrida en 1813, fue un enfrentamiento entre el Ejército del Norte, comandado por quien fuera el creador de la Bandera y las tropas realistas,dirigidas por el brigadier español Juan Pío Tristán. El escenario fue Campo Castañares, pasaje obligado hoy hacia el norte de la ciudad.
Muchas razones concurrían para que estas tierras fuesen territorio de confrontaciones de esta naturaleza; la Revolución de Mayo necesitaba abastecimiento económico y Salta era un buen punto para lograr un desarrollo regional. El centro político neurálgico, como ocurre actualmente, era Buenos Aires pero -y en este aspecto no hay similitud- todo el movimiento económico se encontraba en el Norte. El tráfico del metal de las minas de la actual Bolivia atravesaba la región para llegar al puerto, lo que convertía a Salta en un punto vital para asegurar la supervivencia del proyecto emancipador iniciado en 1810.
Como ahora, la conducción política central estaba demasiado lejana como para comprender la importancia estratégica de lo que aún no era norte ni frontera sino parte esencial para avanzar hacia la construcción de una nación libre y soberana.
Manuel Belgrano no solo era un militar; era un político que usaba su formación en derecho y economía para armar un proyecto de país que no tenga el propósito excluyente de acumular riqueza explotando sus recursos naturales. Sostenía que se debía “fomentar la agricultura, animar la industria, proteger el comercio” como líneas directrices del crecimiento y que era responsabilidad del gobierno guiar las actividades productivas para “no dejarlas caminar al antojo y capricho, sin principio ni regla fija”. También fue el primer impulsor de fomentar la educación a la que consideraba como un elemento central para el desarrollo tanto económico como social; la proponía pública y gratuita para todos. Destacaba la necesidad de capacitar al pueblo para que aprenda ciencias, técnicas, arte y oficios y pueda aplicar los conocimientos al desarrollo nacional.
Era su aporte a una causa que lo tuvo actuando desde su génesis y demandó que en un momento tenga que echar mano a su talento militar para demostrar que había que avanzar hacia el norte para tomar el bastión realista de poder real en el Virreinato y centro de la actividad económica de ese momento, que era el Alto Perú. Profundamente humanista, entendía la guerra como un mal que debía aceptarse evitando excesos; de allí su decisión de convertir su triunfo en la batalla en una capitulación sin vencedores ni vencidos.
Los historiadores destacan que la Batalla de Salta forma parte de una saga en la que el pueblo expresó la defensa de la cuestión nacional y Belgrano fue su intérprete. Los intereses sectoriales, como los que se defendían desde el puerto, no pudieron imponerse a la convicción que también alentó la acción de Martín Güemes y José de San Martín.
Vale este repaso en tiempos en que se rasga la piel de esta nación bicentenaria en pos de imponer una visión sesgada de la realidad, en la que sobresalen las apetencias de grupos, cubiertas con el barniz de supuestos posicionamientos ideológicos.
Salta, 20 de febrero de 2025
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