Reflexión
El trabajo debe ser verdadera y esencialmente humano.
Es una reflexión que cabe para un día como el de hoy, cuando en la Argentina se celebra el Día Internacional del Trabajador y un amplio y variado sector político aplaude la media sanción de una reforma laboral, polémica en el mejor de los casos.
Esa concepción del trabajo está contenida en un mensaje del Papa Francisco, dirigido a la OIT en 2021, que los Equipos Pastorales Sociales del Noroeste Argentino rescataron para una toma de posición sobre la situación en la que este año se exalta una fecha de fuerte sentido social, particularmente apreciada en el país. “Un nuevo futuro del trabajo tiene que estar fundado en condiciones laborales decentes y dignas, que provenga de una negociación colectiva y que promueva el bien común”, señalaba el Pontífice en esa oportunidad y mantiene su validez plenamente.
El trabajo y la lucha suelen constituir una unidad que atraviesa tiempo y circunstancias. Cuando en 1889, la Conferencia Internacional de Trabajadores, que se reunió en París, acordó fijar el 1º de mayo de cada año como el Día de los Trabajadores, no lo concibió como una jornada festiva sino de homenaje a los que hasta hoy se recuerdan como los «mártires de Chicago», un puñado de hombres que pretendían una jornada laboral de 8 horas, un derecho básico en estos tiempos. Pero no necesariamente ejercido.
Precisamente el documento de quienes se ocupan de temas sociales en la Iglesia Católica en el NOA, enfatiza en que el trabajo no es una mercancía porque “su valor no le viene en primar de lo que cuesta sino de quien lo realiza”. Y quien lo realiza es una persona humana sin la cual “no sería posible producir bienes, atender clientes, administrar recursos, elaborar presupuestos, crear estrategias de crecimiento, entre otras actividades”. Sus derechos están ligados a conquistas políticas de derechos supeditados a normas internacionales y nacionales, y gozan de una retribución salarial por el hecho de haber entregado su fuerza de trabajo al capitalista inversor, según señalan los especialistas.
“Detrás de cada puesto de trabajo hay una persona humana con deberes y derechos y posiblemente una familia que está a su cargo”, dice el documento de las Pastorales Sociales del Noroeste, que en su razonamiento afirman que “en el centro de la economía social y humanista están las necesidades básicas de la persona y no los números”. “En una sociedad organizada el Estado no puede desentenderse de regular para que haya una distribución equitativa de las cargas y beneficios; no se puede dejar todo en manos del mercado”, enfatizan. Por ello invitaron a las autoridades nacionales y provinciales a “revisar las políticas públicas que atenten contra el mantenimiento y la seguridad del empleo genuino”. Pidieron por planes y proyectos de gobierno “que generen nuevos y numerosos puestos de trabajo duraderos, bien pagos y que dignifiquen al trabajador”.
La convocatoria cayó en medio de un debate legislativo que cerró condonando las multas a las empresas que tengan empleados sin registrar, extendiendo el tiempo de prueba, habilitando el cambio de las indemnizaciones por un fondo de cese laboral y flexibilizando la relación laboral para empresas con hasta cinco empleados.
Es un día de inquietante, preocupante y esperanzada reflexión, dice la Iglesia Católica del Noroeste, una de las regiones más pobres del país. Y manda a darse una mano entre todos, superando los intereses mezquinos y las ideologías, para encontrar soluciones razonables, factibles y a largo plazo.
Un camino de lucha por el trabajo, es lo que se ve hacia adelante.
Salta, 01 de mayo de 2024
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