Refundación
En un día como hoy, hace 40 años empezaba el proceso de recuperación de la democracia en la Argentina. Era domingo y la apertura de las urnas puso fin a un ciclo de golpes militares que se sucedía desde 1930. La celebración encuentra al país sumido en otro proceso electoral, con significativas diferencias y una coincidencia: una profunda crisis.
En 1983, el país cerró uno de los capítulos más oscuros de su historia; atravesaba una crisis institucional y humana de inusitada gravedad porque derechos esenciales habían sido vulnerados. Además, ese año sucumbieron los propósitos del grupo militar en el gobierno de extender en el tiempo un régimen ilegítimo y, por supuesto, anticonstitucional. La desmedida ambición de poder había generado profundas divisiones intramilitares y la aventura de llevar a la Argentina a una guerra por una justa causa, pero para la que no estaba preparada, acorralaron a los líderes del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, que tuvieron que devolver el poder. Este 30 de octubre recuerda aquel otro en que hubo comicios que permitieron refundar la democracia argentina.
Han pasado muchos años en los que se fueron yendo quienes protagonizaron la epopeya de echar los cimientos de una nueva construcción, con la solidez suficiente como para que la obra perdure pero cuatro décadas son insignificantes para tener una democracia madura. Las elecciones que hoy se recuerdan fueron convocadas por el decreto-ley 22.847, firmado por Reynaldo Bignone, militar a quien se lo marca como -hasta ahora- el último presidente de facto; fue el cuarto de la cruenta dictadura que se inició en marzo de 1976. La convocatoria se ajustó a lo que establecía la Constitución de 1957, impuesta por la llamada Revolución Libertadora, que consagraba el sufragio indirecto y un mandato presidencial de seis años sin posibilidad de reelección inmediata. Al presidente lo elegía un colegio de electores de 600 miembros.
Por allí pasó Raúl Ricardo Alfonsín, luego de haber logrado más de la mitad de los sufragios emitidos por el 85% de los 18 millones de ciudadanos habilitados para votar. En las elecciones de 1983 se presentaron doce fórmulas pero las de los dos principales partidos concentraron casi el 92% de los votos, mientras que la tercera fuerza solo logró el 2%. La UCR obtuvo casi el 52% imponiéndose en 16 de los 24 distritos electorales mientras que el PJ alcanzó el 40%. Italo Lúder, su candidato, solamente ganó en el norte del país, con excepción de la provincia de Santa Cruz, que sumó su aporte al peronista. Precisamente ese es otro dato insoslayable de las elecciones del 30 de octubre de 1983: fue la primera derrota peronista en una elección presidencial libre.
Estos resultados eran inesperados, tratándose de un partido que desde su origen –a fines de la primera mitad del siglo XX- reivindicaba su condición de representante de la mayoría del pueblo argentino. Sin embargo, no pudo liderar un momento histórico trascendente en el que se debía reconstituir el tejido institucional, enfrentar a un factor de poder enraizado socialmente como el militar, dar respuestas a la ciudadanía por la violación de derechos humanos y especialmente por los desaparecidos, además de reordenar la economía. Los siete años de dictadura produjeron cambios sociales que el peronismo, al parecer, no ponderó adecuadamente, Los especialistas subrayan que no resolvió adecuadamente las dificultades por las que atraviesa un partido personalista tras la muerte de su líder, hecho que ocurrió en 1974.
En Salta, la decisión ciudadana fue entre diez fórmulas y eligió la propuesta del PJ que, con el empresario Roberto Romero a la cabeza, se alzó con el 50.67% de los votos contra el 27% de Bernardo Solá, de la Unión Cívica Radical. En tercer lugar quedó el exgobernador de facto durante la dictadura, Roberto Ulloa, que había creado su propio partido, el Renovador de Salta (PRS). Y las tres fuerzas se quedaron con todas las bancas legislativas en juego, con absoluto dominio del Justicialismo.
Aunque Alfonsín, considerado el padre de esta democracia, estaba convencido que con la democracia se come, se cura y se educa, hay muchas deudas. Pero las de la libertad y el respeto a los derechos humanos se saldaron; solo hay que cuidar que no sean entregadas nunca más.
Salta, 30 de octubre de 2023
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