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Un estudio ha detectado cientos de tumores de tiroides, pero las autoridades japonesas afirman que no están relacionados con las fusiones de Fukushima. Ahora se enfrentan a una demanda.
El Mundo05/09/2025En marzo de 2011, cuando tres reactores se fundieron en la central nuclear Fukushima Daiichi, a unos 64 kilómetros de su casa, en el norte de Japón, ella era una estudiante de secundaria. Como vivía fuera de la zona de evacuación, siguió su vida como siempre, salía de compras e iba a la escuela en bicicleta.
Cuatro años después, una prueba le detectó un tumor maligno en la tiroides, una glándula en el cuello que se sabe que es vulnerable a las partículas radiactivas que se liberan durante un accidente nuclear. Pero cuando recibió el diagnóstico, un médico le dijo inmediatamente que el tumor no estaba relacionado con la catástrofe.
Se preguntó cómo el médico podía juzgar eso sin hacer más revisiones. (La joven, que ahora tiene 20 años, pidió que no se utilizara su nombre porque se ha enfrentado a una intensa presión social para que no hable).
Su pregunta sigue sin resolverse de forma concluyente 14 años después de que un gran terremoto y un tsunami destruyeran los sistemas de refrigeración de la central, lo que provocó explosiones en el edificio del reactor que bañaron de partículas radiactivas esta región del norte de Japón.
Hace unas semanas, el comité de pruebas de la prefectura de Fukushima reiteró su conclusión de que la triple fusión no había causado efectos a largo plazo sobre la salud. Muchos expertos médicos, incluidos los de organismos internacionales, han llegado a conclusiones similares. Pero existe escepticismo por parte de muchos residentes y de una minoría de expertos médicos, quienes afirman que las autoridades no han hecho lo suficiente para demostrar sus argumentos.
La joven de Fukushima se ha unido a otras seis personas con cáncer en una demanda para reclamar indemnizaciones a la empresa operadora de la central, Tokyo Electric Power Co. La empresa dice que no hay ninguna relación científicamente probada entre los cánceres y las partículas radiactivas liberadas por la catástrofe. La próxima audiencia se celebrará el 17 de septiembre, aunque probablemente falten años para que se dicte sentencia.
Gran parte de la polémica se ha centrado en el programa de detección de cáncer de tiroides, que ha sido el único esfuerzo sistemático a gran escala para detectar un efecto importante de la catástrofe sobre la salud. El estudio detectó tasas de cáncer muchas veces superiores a las esperadas, pero el significado de ese resultado ha sido objeto de una feroz controversia. Los expertos médicos de ambos bandos coinciden en que la cuestión de si los cánceres están o no relacionados con el accidente nuclear podría resolverse si se realizan exámenes de detección a gran escala de manera similar en otro lugar para que sirva de comparación, pero las autoridades se han negado hasta ahora a hacerlo.
“Sin un estudio de referencia, no hay forma de concluir con seguridad si estos cánceres están o no relacionados con la radiación”, dijo Kazuo Shimizu, cirujano de tiroides que formó parte de un comité que supervisó el cribado, pero renunció en 2017.
Las lecciones de Chernóbil
El programa de Fukushima inició siete meses después de la fusión, y sigue en marcha. Ha llevado a cabo varias rondas de exámenes para revisar las tiroides de personas que eran niños en el momento del accidente. El enfoque era una lección del accidente nuclear de 1986 en la central soviética de Chernóbil, que provocó una proliferación de cánceres de tiroides en las actuales Ucrania y Bielorrusia.
Cuando se anunciaron los resultados de la primera ronda de exámenes a partir de 2015, mostraron un número inesperadamente elevado de estos cánceres, que se creían poco frecuentes en niños. La cifra ha seguido aumentando a medida que se han realizado otras cinco rondas de cribado. Según las cifras más recientes, publicadas el mes pasado, los tamizajes han detectado 357 casos de cáncer de tiroides en unas 300.000 personas, aunque posteriormente se determinó que uno de ellos era benigno.
Con otros 47 casos que fueron diagnosticados por separado, se ha detectado un total de 403 personas que han desarrollado cáncer de tiroides. Esto es unas 25 veces más de lo que los médicos esperaban basándose en otros estudios realizados en otros lugares.
Aunque los expertos médicos que dirigían el programa están de acuerdo en que estas cifras eran sorprendentemente altas, afirman que el gran número no refleja un brote de cánceres, sino más bien el descubrimiento, con modernos equipos de ultrasonidos, de cánceres que habrían estado ahí de todos modos.
“Lo que descubrimos es que los cánceres de tiroides son más frecuentes de lo que pensábamos”, dijo Gen Suzuki, excatedrático de radiopatología, quien actualmente dirige el comité de expertos que evalúa los resultados del cribado.
Suzuki dijo que la mayoría de los cánceres detectados eran de un tipo que no necesitaba tratamiento porque no ponían en peligro la salud. En consecuencia, antes simplemente pasaban desapercibidos.
La desconfianza en el gobierno
Esa conclusión del “exceso de cribado” ha sido respaldada por el gobierno nacional de Japón y por grupos sanitarios mundiales. Entre ellos, el Comité Científico de las Naciones Unidas para el Estudio de los Efectos de las Radiaciones Atómicas, que en 2020 dijo que “el aparente exceso detectado de cánceres de tiroides probablemente no esté relacionado con la exposición a la radiación”.
Sin embargo, existe escepticismo en Japón, donde la desconfianza pública en la gestión oficial de la catástrofe de Fukushima está muy arraigada y se remonta a los primeros días, cuando las autoridades ocultaron la magnitud de las emisiones de radiación. Se ha criticado a los funcionarios de la prefectura por afirmar desde el principio que el objetivo de su programa de detección era “tranquilizar a la opinión pública” sobre los riesgos de la radiación para la salud, lo que sugería que sus conclusiones estaban predeterminadas.
Los críticos de la comunidad médica afirman que un examen más detallado de los resultados del cribado muestra una posible relación entre los cánceres y los niveles de radiación, ya que las personas que eran niños en las ciudades cercanas a la central Fukushima Daiichi han desarrollado cáncer en porcentajes tres veces superiores a los de quienes vivían más lejos.
Suzuki afirma que se trata simplemente de una variación aleatoria en las estadísticas. Pero la controversia señala un problema: es imposible determinar la causa exacta de un caso individual de cáncer. Lo mejor que pueden hacer los investigadores es decir que la radiación aumenta las probabilidades de desarrollar un tumor.
Los expertos médicos dicen que al observar las tasas de cáncer de tiroides en otra parte de Japón, o entre los residentes de Fukushima que no eran niños en el momento del accidente, sería posible determinar si el número detectado por el cribado actual era elevado o no.
Las autoridades médicas de otras tres prefecturas hicieron un esfuerzo por realizar un estudio de este tipo, pero fue suspendido después de que en las pruebas realizadas a unas 4400 personas se detectara que una tenía cáncer. El Ministerio de Medio Ambiente dijo que eso era suficiente para mostrar una tasa similar a la de los cánceres de Fukushima, pero los expertos médicos calificaron el número de personas examinadas de demasiado pequeño para servir de comparación estadísticamente válida.
“El cribado de Fukushima fue casi 100 veces mayor”, dijo Shimizu, cirujano de tiroides.
Antes de dimitir del comité, Shimizu tachó de prematura la conclusión de que no había relación entre los cánceres y el desastre nuclear. En una entrevista, dijo que la falta de un estudio comparativo era una de las principales razones de su opinión.
Con información de TN
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