Rezo de la Novena del Señor y Virgen del Milagro: Día 2

En su primera versión la figura central de la Novena fue María Santísima del Milagro y se encuentra reproducida en un texto de toscano. La segunda versión salió en 1787 y la tercera en 1877. Estas tres ediciones tienen una característica que llama la atención y es que no figuran en ellas las oraciones que hoy se rezan al Señor del Milagro.

07/09/2024

milagro

Acto de Contrición

Dulce Jesús mío y mi crucificado Señor, indigno de ponerme delante de vuestros ojos, me postro avergonzado a vuestros pies, confesando la multitud de mis culpas, con íntimo dolor de mi alma, por haber sido ofensa contra Vos. Herido vengo, médico divino, a buscar mi remedio en vuestra benigna misericordia, proponiendo con todo mi corazón la enmienda. Dulce amor mío sois sobre todas las cosas, tened piedad de mí, y acordaos, Señor, el que mi amor os puso en esa Cruz, y no os acordéis el que yo, como ingrato y desconocido, me olvidé de vuestro paternal amor, porque si a Vos, que sois mi Padre, no vuelvo los ojos, ¿Quién otro se compadecerá de mí? ¡Ay, mi Jesús, y cómo os ofendí! ¡Oh, quién de dolor muriera a vuestros pies, pues amándome tanto me atreví a ofender a un Dios tan bueno, tan santo y tan amable! Pequé, Padre mío, contra el cielo y contra Vos, tened misericordia de mí. AMEN. 

Oración preparatoria para todos los días

María Purísima del Milagro, que con tierno amor te inclinaste a pedir a tu Soberano Hijo, cuando enojado por nuestras culpas, quiso destruir la ciudad de Salta con aquellos espantosos terremotos, y Tú, cual otra hermosa Ester, puesta delante del Supremo Rey de los Cielos, mudando de colores, pediste por la libertad de este pueblo; concédeme, Madre mía del Milagro, el que de tal suerte mude yo mi vida, que si hasta aquí he caminado por los caminos de mi perdición, olvidado de mi Dios y Señor, de hoy en adelante sólo reine en mi corazón tu maternal amor, y que corresponda, amante y agradecido, a las obligaciones de hijo de tal Madre. Y no permitas Madre mía, el que se vea malograda en mí tu poderosa intercesión, que todo lo puede conseguir, con tal que no apartes tus purísimos ojos de este miserable pecador y concédeme lo que te pido en esta novena, si es para mayor honra y gloria tuya, y bien de mi alma. AMEN.
Aquí se rezan tres Avemarías en reverencia de la Purísima Concepción. 

A continuación se leen las reflexiones correspondientes a cada día

Día Dos

Hecho el acto de contrición, como al principio y la oración preparatoria, y rezadas las tres Avemarías, se dirá la siguiente 

Oh, Dios de mi alma! ¿Qué hubiera sido de mi en aquel momento, si no hubieseis usado de tanta misericordia? Yo estaría en el infierno, donde gimen sin remedio los insensatos cuyas huellas seguí. Os doy gracias, Señor, y os ruego que no me abandonéis en mi ceguedad. Digno era de que me hubierais retirado vuestras luces; pero veo que vuestra gracia no me ha abandonado todavía. Oigo que me llamáis con ternura, me invitáis a conseguir el perdón y a esperarlo todo de Vos, a pesar de las grandes ofensas de que soy culpable en vuestra presencia. Sí, oh Salvador mío, espero que me recibiréis por hijo vuestro. No merezco llamarme con tan amoroso nombre, pues tantas veces he osado ultrajados descaradamente: Padre, no soy digno de llamarme hijo tuyo, porque pequé contra el cielo y contra Ti. Mas se que vais buscando las ovejas descarriadas, y que os consoláis abrazando a vuestros hijos que andan perdidos. ¡Oh, Padre mío, arrepiéntome de haberos ofendido! Arrójome a vuestros pies, abrazo vuestras rodillas, y no me retiraré hasta que me habréis perdonado y bendecido. Y no os dejaré si no me bendijerais. Bendecidme, oh Padre mío, y hágame concebir vuestra bendición un intenso dolor de mis pecados y un ardiente amor para con Vos. Yo os amo, oh Padre mío, os amo con todo mi corazón. No permitáis que jamás me separe de Vos. Privadme de todo, pero no me privéis de vuestro amor. Oh, María, si Dios es mi Padre. Vos sois mi Madre. Bendcidme Vos también. No merezco ser vuestro hijo, admitidme por vuestro esclavo, pero haced que sea un siervo que os ame tiernamente, y que confíe siempre en vuestra protección. 

Dulcísimo Señor del Milagro, perdonad mis pecados, y librad, por vuestra misericordia, a la ciudad de Salta de todo castigo. Concedednos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, vuestra dulcísima Madre, la Inmaculada Virgen del Milagro. AMÉN.

ATRIBUTOS DE MARÍA 

Sol 

Purísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el segundo atributo que simboliza vuestra original pureza, es el Sol. Alcanzadme, Soberana Reina, de vuestro Santísimo Hijo, Sol de justicia, que con los rayos de su divina piedad alumbre las tinieblas en que camina perdida mi alma, para que, conociendo la ceguedad en que he vivido, sepa llorar mis culpas, y al calor de vuestros cariños, se deshagan en raudales mis ojos; pues, siendo Vos mi reina y protectora, me atreví a ofendemos y a despreciar vuestra gloria, para que, purificada mi alma con la contrición de mis culpas, merezca ver en la gloria, el verdadero Sol de Justicia que nació de Vos. AMEN. 

Oración

Soberana Emperatriz de los Cielos y tierra, dulcísima Madre de pecadores, Madre del Milagro, en ésta tu escogida ciudad en la cual ostentas tu amor, mírame con semblante risueño, que, aunque pecador y desagradecido, soy hijo tuyo, y te venero y amo como a Madre amorosa y admirable. Y creo que si en mí empleas tus purísimos ojos, no me ha de desamparar mi Señor Jesucristo, porque a los que Tú tienes bajo tu patrocinio, les muestra El especial amparo. Ea, pues, Madre mía del Milagro, no desprecies mis ruegos, y si cuando como pecador no te busqué, Tú solicitabas mi amistad porque deseabas mi salvación, ¿cómo ahora, que con tanta ansia te busco, me has de negar tu amparo, tu patrocinio y favor? Merezca yo tu poderoso brazo, ahora que arrodillado te pido me lleves de la mano a tu amado Hijo crucificado, para que, viendo mi dolor y arrepentimiento de mis culpas y pecados, que deseo sea mayor que el me han tenido los más penitentes Santos del mundo, me lleve a sí y me dé a beber de aquella Sangre Soberana de su amoroso Costado, que es todo el precio de nuestra redención, y viva sólo en El, huyendo del mundo y de mí mismo. AMEN. 

Aquí se rezará un Credo a Cristo Crucificado, y se dirá la oración siguiente, que es para todos los días.

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