Esperanza

Su propuesta se sumó a la del ex senador Esteban Bullrich, a la de la CGT y a la del Episcopado Argentino. Son cuestiones debatibles pero en ningún caso hay planteos que generen disensos irreversibles. Más allá del impacto que genera la figura de Cristina Fernández, líder neta de un sector político, debe atenderse a lo que viene proponiendo pero no realizando en función de gobierno, como está en la actualidad.
El discurso de este jueves en Plaza de Mayo la ubicó en la mesa de cualquier acuerdo nacional, si la intención es que sus ideas se discutan aunque por alguna razón no ha convocado a ese debate. La segunda de la conducción política nacional tiene un programa que se define sobre tres puntos que precisó en su mensaje y presentó como imperiosos
El primero es incumplir el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que impone un programa de desarrollo a todos sus deudores y negociar uno propio de crecimiento, de industrialización, de innovación tecnológica, como único camino para pagar la voluminosa deuda que se contrajo en la gestión anterior. “Fue un préstamo político y política también tiene que ser la solución”, dijo e insinuó una idea. Agregó otra cuando describió el segundo eje: una alianza entre lo público y lo privado como suelen articular las economías desarrolladas.
El tercer eje es la coincidencia plena con todas las otras propuestas que se vinieron presentando en medio de la actual crisis, que es social y económica pero, fundamentalmente política. “Es necesaria la renovación del pacto democrático del 30 de octubre del 1983”, dijo Cristina Fernández refiriéndose al acuerdo tácito entre el presidente electo tras la última cruenta dictadura cívico-militar y la ciudadanía, en el entendimiento que los que no piensan igual no son enemigos sino solo son adversarios. Sabe que es imprescindible la unidad nacional.
En el mismo tono pero con otro vocero se escuchó el otro mensaje del 25 de mayo. El cardenal primado de la Argentina, Mario Poli, destacó que el proceso electoral en marcha es una inmejorable oportunidad para que los candidatos a conducir la Nación “manifiesten su vocación de servicio y aprovechen sus palabras para hacer docencia democrática, con propuestas claras y realistas, sin descalificar a los que compiten; con un lenguaje nuevo que promueva la solidaridad y devuelva al pueblo la confianza y el deseo de participar en la construcción de un destino común". En ese punto llamó a aceptar que toda democracia padece momentos de conflictividad. “Pero el modo más sabio y oportuno de prevenirlas y abordarlas es procurar consensos a través del diálogo".
Todos los caminos conducen a acercarse a un acuerdo nacional porque, como dijo el prelado se debe admitir con humildad, “que si hablamos de un debilitamiento y descrédito de nuestra democracia, sus causas hay que buscarlas en la suma de responsabilidades compartidas de todos. Con todos los límites de un sistema en manos humanas, nuestro régimen democrático ha probado ser el más óptimo ordenador de la vida civil, garantizando libertades, favoreciendo procesos de inclusión y promoviendo derechos sociales”.
Y es lo que hay que preservar: la democracia por encima de figuras providenciales o sectores que se asumen como garantes de la felicidad del pueblo.
Salta, 26 de mayo de 2023