Fin de la pandemia

La humanidad de forma global ha padecido esa grave enfermedad que se originó aparentemente en China y se expandió por el globo entero afectando rápidamente a millones de seres humanos, de los cuales se calcula casi con precisión que fallecieron veinte millones de personas.
El comportamiento de los habitantes del planeta ha sido en su inmensa mayoría de una disciplina responsable, cumpliéndose medidas sanitarias básicamente de aislamiento y de cuidado, que importaron no verse entre propios componentes de grupos familiares, cierre de comercios de todo tipo, retracción laboral, sufrimientos depresivos, dedicación superlativa de miembros de los equipos sanitarios, entre tantas situaciones que se dieron a lo largo y ancho de cada comunidad, con direcciones gubernamentales adecuadas a este global ataque a la vida humana aunque no siempre con el acierto pleno en sus acciones. Muchísimas personas se infectaron; sin embargo, el sistema de salud salvó millones de infectados, siendo el eje de la lucha contra el COVID 19 la prevención y la vacunación, la que rápidamente la ciencia se encargó de proveer a la humanidad.
Es penoso pero sin embargo debe destacarse que nuestros muertos no suman el 0,25 por ciento de la población mundial. En otras circunstancias históricas sin duda, esta pandemia hubiera aniquilado a inmensas capas poblacionales.
El resaltar el fin de la pandemia tiene el magnífico marco de la defensa de la humanidad en contraste con la indigencia, la pobreza, la guerra, entre otras calamidades que la sociedad mundial no puede vencer. Este logro es merecidamente un galardón a la conciencia humana que estuvo por encima de las grandes pérdidas económicas que tanto los países como los individuos padecieron.
Sabemos que hubo quienes se manifestaron en desconocimiento de la realidad de la pandemia y aseguraron entre otras disparatadas opiniones, que la pandemia era la antesala de un nuevo orden mundial; que se perseguía la eliminación de números siderales de pobladores; que la vacuna era la introducción de un chip que controlaría la vida de los inoculados. Toda una serie de negras ideas que la realidad se encargó de darle el mentís categórico.
Hemos transitado esta pandemia con mucho padecimiento por el sufrimiento de los que murieron y la pena de sus familias y amigos, con retraso en nuestros proyectos, con pérdidas económicas, si es cierto, pero la humanidad ganó, le ganó la batalla a la muerte y la vida que en la inmensa mayoría del globo se enseñorea triunfante. Es un triunfo universal y paradigmático.