El escenario que se viene visualizando desde la segunda mitad del año anterior es de conversaciones de una dirigencia que, mayoritariamente, tiene funciones electivas. Solo parte de ella tiene cargos partidarios, atento que la destrucción de los partidos quitó relevancia a esa condición. De allí que referentes de estas instituciones, que no se sentaron a las numerosas mesas de negociaciones, denuncian que el punto de partida fue asegurar la continuidad rentada en la estructura de poder.

Sin embargo debe reconocerse que la complejidad de la situación, tanto provincial como nacional, obliga a tener una visión comprometida con la gestión de soluciones. Los problemas tienen tal profundidad que no es posible pensar que el repetido recurso de volver “al territorio”, como se describe la visita a sectores con necesidades comunitarias insatisfechas, les sea permitido en esta oportunidad. 

La ciudadanía en general no confía en la política, aun cuando sabe que la democracia se sostiene en instituciones que tienen esa naturaleza. El dato surge de consultas especializadas pero también lo perciben los intermediarios –a los que se identifica como “punteros”- que acercan a los funcionarios electos con sus potenciales electores y ellos mismos, cuando se atreven a transitar los espacios urbanos comunes. Pero todavía no es la principal preocupación, porque revertir el rechazo será tarea de candidatos.

Desde la sanción del decreto de convocatoria a elecciones, el 20 de octubre último, se agilizaron las tareas de construcción de acuerdos para el armado de alianzas. Solo una estrecha franja de referentes del radicalismo confía en que la histórica Lista 3 pueda tener chances en comicios transparentes mientras que desde un sector peronista, el del Partido de la Victoria, advierten que podrían concurrir a las urnas con su nombre y apellido. En este último caso, tal es lo que se ha planteado en vísperas del Congreso que debe definir su participación en las elecciones del 14 de mayo, puede considerarse que se trata de un recurso para apurar acuerdos con ventajas.   

El paso del tiempo está ordenando los alineamientos. El oficialismo trabaja a destajo porque la demanda de ingreso es mayor a la capacidad de recepción y sin el filtro de la representación partidaria, la selección demora las decisiones. 

La oposición se reúne con el diagnóstico de un fracaso de gestión que emerge de resultados coyunturales. “Los problemas son suficientes para concentrar las coincidencias. Eso nos junta, eso nos convence de empezar a construir esta nueva mayoría”, se dijo en el lanzamiento de la alianza que vio la luz el martes pasado. La larga lista de emergencias, que se repasa cada vez que se sanciona o se prorroga una ley que las declara, alivia la tarea de grupos de trabajo que supuestamente están elaborando en las propuestas de resolución de las mismas.

A poco andar deberán demostrar que la ineficiencia o la impericia del gobierno de turno están en la raíz de una crisis que es económica, social y política. Entonces, no alcanzarán las consignas sino serán necesarios datos comprobables.

También deberá  exhibirse una especie de ficha limpia de gestión. Esto es, que la historia política de cada protagonista no lo vincule a la calamidad que denuncia. 

Y no será tarea fácil.

Salta, 17 de enero de 2023