La renovación del Pacto de Fidelidad, con la que cierra la celebración católica más importante de los salteños, sirvió para plantear demandas impostergables de parte de la Iglesia. Como vino sugiriéndose en las homilías del Triduo, la cuestión social apareció como vertebral en el mensaje del arzobispo de Salta Mario Cargnello.  En cambio, en el reacomodamiento de cargas internas en la alianza gobernante en la Nación se vio descarnadamente una lucha por porciones de poder. Y en ella no entran las reivindicaciones de la sociedad.

Al momento de pedir una ratificación de la vinculación entre el pueblo y sus Santos Patrones, el jefe de la Iglesia local demandó a cuidar el respeto y la defensa de la vida  humana desde su concepción hasta su fin natural; sostener la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer y reponer la educación integral de los hijos, resentida por la eliminación de la formación religiosa. También pidió atender la situación de crisis de este tiempo, que se ha visto agravada por la pandemia, que se expresa en un aumento de pobres y excluidos.

Una parte sustancial del mensaje del Milagro estuvo centrada en la problemática social, que tiene en la crisis de la familia, la nota más relevante. En ese orden, el Arzobispo de Salta enfatizó la necesidad de atender las consecuencias de la injusta ley del aborto, por lo que reclamó a quienes tienen responsabilidades institucionales a animarse a reabrir el debate en torno de esa norma sin tomar partido por ideologías; al menos, pidió que se reglamente la misma para evitar excesos. 

El abuso sexual contra los niños fue un intenso párrafo en el discurso de Cargnello, quien pidió perdón  a los que sufren esa humillante experiencia en ámbitos donde debieran estar protegidos, como en comunidades o instituciones cristianas. Otro punto no menos dramático fue la referencia a la gran cantidad de niños que nacen fuera del matrimonio, que crecen sin la contención de los padres. En ese orden se sumó al pedido del papa Francisco de formar familias según el proyecto de Dios; es decir, como la familia Santa de Nazaret. Fue una referencia polémica al reivindicar un solo modelo de familia. Fuera del aprecio de la Iglesia quedaron las madres solas, las familias ensambladas o las que nacen en un matrimonio igualitario.  

Con un proceso electoral en marcha, en el día del Milagro la Iglesia pidió propuestas serias para superar la crisis económica que incrementa la pobreza; la crisis social que alimenta la grieta entre grupos que se enfrentan por ideologías y la educativa que golpea a generaciones de niños y jóvenes que quedan relegados. El Arzobispo exigió no mentir en nombre de la economía y la política o simplemente para quedar bien, dejando a su paso pobreza, injusticia, y exclusión.

En la cúpula del poder no todos los oídos estaban abiertos a esa demanda. Al menos, no en el momento de expresarse.

Salta, 16 de septiembre de 2021