Opinión Sonia Margarita Escudero 04/12/2020

Salta limpia

La municipalidad de Salta parece no tener interés en la reducción de la basura y por lo tanto, en el bienestar de la población.

Se estima que el promedio de desechos urbanos por habitante ronda en 1 kg por día. Si lo multiplicamos por la población  urbana creciente, no sólo de la ciudad de Salta sino de los municipios vecinos, podemos visualizar un futuro de gran contaminación, si no se cuenta con planes urgentes para un cambio cultural, con estrategias de reducción de los desechos de reutilización, y reciclado. 

 Intenté encontrar en la página web del municipio los pliegos de licitación y el contrato de concesión con Agrotécnica Fueguina, pero la paupérrima comunicación oficial solo informa que el 7 de octubre se firmó el contrato, con una escueta mención de los servicios contratados: “recolección y limpieza de micro basurales, recolección domiciliaria y  selectiva; disposición final; planta de lixiviados; planta de captura y quema de gas; limpieza integral de la ciudad y desobstrucción de imbornales; limpieza de áreas turísticas, espacios verdes públicos y cortes de césped”.

  No se informa el monto del contrato que superó con creces el presupuesto oficial, ni el cronograma de cumplimiento, ni las áreas a cubrir, ni las mejoras en el servicio. La falta de acceso a la información sobre la contratación más importante del municipio, viola el derecho humano de acceso a la información pública, así como la ley nacional a la que la Provincia adhirió. Tanto el pliego de licitación como el contrato de concesión son mucho más que un acto de administración, en tanto constituyen un verdadero marco regulatorio para la realización de tareas necesarias para evitar la contaminación y degradación ambiental.  El aire, las aguas, la tierra y por lo tanto la salud son afectados cuando no se realiza una disposición adecuada. 

 El derecho constitucional a vivir en un medio ambiente sano impone no solamente el acceso a la información, sino también el derecho a la participación en la toma de decisiones, así como el derecho ciudadano a controlar el cumplimiento de las obligaciones. El derecho a la participación se realiza fundamentalmente a través del Concejo Deliberante. Es reconocido el rol crucial de los concejales, en tanto representantes de los vecinos, para impulsar nuevas prácticas que reemplacen las que son obsoletas y, muchas veces sospechadas de corrupción. La intendencia negó el derecho a la participación a los concejales y, por tanto a la ciudadanía. Ni acceso a la información ni participación y mucho menos posibilidad de control.

 Es una paradoja que la intendenta como diputada impulsó la prohibición de los sorbetes, pero frente al municipio conserve el basural  sin un objetivo de eliminación progresiva de rellenos sanitarios y reducción de la generación de residuos. 

 Tenemos derecho a conocer si existe un plan integral de reducción de residuos. ¿Existen sitios de recolección de materiales reciclables? ¿Existen estaciones de transferencia? ¿Existe un plan de puntos verdes fijos y otros móviles que recorran los barrios recibiendo por ejemplo aparatos electrónicos en desuso, aceite vegetal, baterías, etc.? ¿Se ha previsto la instalación de plantas de separación y enfardado de reciclables? ¿Se están organizando cooperativas de recicladores? ¿Se ha previsto la instalación de plantas de tratamiento para distintos tipos de residuos para su recuperación? ¿Existe un plan para promover e incentivar la participación de los sectores productivos y de comercio en la gestión integral de los residuos? 

 Tampoco sabemos si existe un plan de sensibilización, información y concientización de la población. Hay una parte de los vecinos que desconoce y no entiende qué es cada residuo. Sin una política de contenedores, ni campañas agresivas que alienten la separación y el reciclado, no estamos abordando el más grave problema ambiental, de salud y de calidad de vida.

 La reapertura del turismo genera expectativas ya que se trata de una importante fuente de empleo y recursos. Pero la falta de higiene en el casco histórico es preocupante. Caminar por la vereda del Cabildo histórico es un asco, asimismo la pandemia ha dejado muchos locales vacíos, cuyas veredas tampoco se limpian. Los cestos de basura de la plaza fueron un avance hace veinte años. Hoy, su pésimo estado, su falta de higiene son una muestra de decadencia. La Municipalidad debe empezar con urgencia la educación ambiental enseñando a la población a separar los residuos. ¿Qué mejor que el espacio público para empezar las campañas? Basureros diferenciados para que las personas aprendan a separar con indicación de cuáles son los materiales reciclables, es lo que se hace en todo el mundo. 

 Esta es una llamada de alarma para que la Municipalidad de Salta cumpla con su deber de cuidar a la ciudadanía en este tema vital para la salud, el medio ambiente y la calidad de vida. 

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