Opinión 14/07/2020

La vejez de los partidos políticos y la obsolescencia de los políticos.

En nuestra juventud formalizábamos actos políticos con una tarima y un megáfono. Nos situábamos en una esquina con mucha circulación de personas y comenzábamos nuestra arenga.

La afiliación, en especial la del Partido Justicialista la hacíamos en la calle, deteniendo a los peatones y a los ciclistas. A veces hacían cola para afiliarse. Se recorría además casa por casa. En Sectores de la ciudad de Salta, la mitad del padrón electoral estaba afiliada al PJ.

La actividad política era cuerpo a cuerpo, cara a cara. Hacíamos reuniones política aun cuando los militares la prohibían. Pero además constituía un delito. Si las luces están prendidas entren, que no hay problema. Si las luces están apagadas vuélvanse, eran las consignas de las reuniones ocultas programadas.

La actividad política se realizaba sin la participación de los partidos políticos, que estaban interdictos. Prohibidos.

Lo que expresábamos los y las miles de personas que actuábamos en las sombras, era la existencia de un movimiento. Es decir una expresión de voluntad ciudadana que era más importante que los partidos políticos. Eso era el movimiento. Peronistas, radicales, socialistas, comunistas, nos conducíamos con espontaneidad, sostenidos exclusivamente por nuestras convicciones y sin ninguna directiva de los Partidos Políticos. Eso era el movimiento.

La sabia Constitución de la Provincia de Salta, renovada totalmente en 1986, reconoce al movimiento, al puntualizar en su artículo 53, que “Todos los ciudadanos tienen derecho a asociarse libremente con fines políticos, en partidos y movimientos”.

Lamentablemente los salteños abrimos la puerta al movimiento y luego la cerramos cuando decimos que “Compete exclusivamente a los partidos políticos y a los frentes electorales postular candidatos para las elecciones populares”.

Señalo esta distinción entre partidos y movimientos, porque en este momento histórico los gobiernos surgen de estructuras movimientistas, amparadas jurídicamente por un partido o varios.

Analicemos la historia reciente de Salta. Urtubey, impedido de participar en la interna del Partido Justicialista, por los requisitos imposibles de cumplir para presentar candidaturas, nuclea un  movimiento encandilado por su juventud, su donosura y también por versos bien recitados. Los partidos políticos no eran importantes. Lo importante era Urtubey, que de algún modo representaba el fastidio ciudadano por doce años consecutivos de Juan Carlos.

Luego aparece Sáenz. Pierde una elección a senador en la capital, pero no se rinde y sigue con sus espacios radiales y su contacto directo con la gente. Con todo en contra, se postula para intendente y gana. Gana porqué tenía un partido político que lo sostenía.? No. Sáenz convocó un movimiento que expresaba también la bronca larvada por el continuismo municipal y una esperanza nueva por un joven luchador, que además cantaba.

Un movimiento lo hace intendente y un movimiento lo transforma en gobernador de Salta, utilizando la llave de los partidos políticos.

Para demostrar que los partidos son viejos, voy a ejemplificar con el Partido Justicialista. En 1983 no solo resiste el aluvión de votos alfonsinistas, sino que gana la gobernación y todos los senadores, todos hombres, por supuesto.

En 2019 pierde la gobernación y no logra ni siquiera un diputado por el Departamento de la Capital.

 La razón de este declive es que la dirigencia lo transformó en un coto de caza cerrado, con cláusulas incumplibles para pelear la conducción del partido y la gobernación. Pero lo peor es su adicción a gozar del calorcito del gobierno. Cuando gobernaba Juan Carlos, todos gritaban la vida por Juan Carlos, Cuando asumió Urtubey, los mismos que morían por su líder vivaban al nuevo rey. Modificaron el PJ hasta transformar la presidencia de Romero en una figura decorativa.

Y hoy, el PJ se regala para que Sáenz, como antes Urtubey, conduzca el PJ. Le pide por favor que se haga cargo y de última que designe un virrey.

El PJ formaba dirigentes, brindaba espacios para el disenso, tenía cuadros de expertos en salud, educación, seguridad, obras públicas, funcionamiento de la Justicia, de organismos de control, economistas. Estaban los estudiosos de una reforma constitucional. Era una cantera inagotable de buenos candidatos a la función pública. Pero además se capacitaban dirigentes. En 1983 se presentaron cuatro listas con candidatos a gobernador, en la interna del PJ. Hoy solo existe un monopolio con un candidato que lo elige el gobernador.

Remedando a Martín Fierro. “ Y que he hallado al volver, tan solo Hallé la tapera”

En 1986 en Salta y en 1994 en la Nación, los principales canales de comunicación eran la televisión y la radio. La prensa escrita bastante menos. Pero hoy la comunicación es por redes, la gente interactúa por redes y los movimientos se gestan de este modo. Así ocurrió durante la primavera árabe, así actuaron los chalecos amarillos en Francia y así ocurre en este momento en Argentina, donde la gente expresa su insatisfacción sin liderazgos evidentes y sobre todo sin protagonismo de los partidos políticos. De la afiliación en las calles y los discursos de barricada, a los avances tecnológicos de hoy,  nuestra actividad política de antaño se ha transformado en objeto de museo.

El mundo cambia tan velozmente que necesitamos equipos de políticos altamente especializados para adaptarnos a esos cambios sin atrasarnos. Y esos equipos altamente especializados no existen. Porque para ser político no hace falta más que la voluntad de serlo, pero además ser joven, bello si es posible y versear razonablemente. Es decir mentir sobre cosas de imposible cumplimiento,  que nosotros le creemos, como el que se está ahogando se aferra a un corcho creyendo que le salva la vida.

Porqué digo que los políticos estamos obsoletos? Porque en este momento histórico los políticos debieran realizar por lo menos tres años de estudios especializados para comprender como funciona el mundo, sus mercados, las tentativas imperiales de expansión de muchas naciones. Como funciona Latinoamérica. Como funciona Argentina. Una idea clara del concepto de región y por último conocer cómo funciona Salta y cada uno de sus departamentos y municipios. Debe conocer los antecedentes mundiales y locales, en materia de gobierno, auditorías y controles, salud, educación y seguridad.  Y aún con más  precisión los diversos grados de democracia participativa que se conocen a nivel mundial y en nuestra Argentina. La democracia representativa, que es la que tenemos en este momento, donde elegimos a personas que hablen y actúen en nuestro nombre, con la intercomunicación de las redes, es cada vez menos importante. Para ser repositor en un super hace falta secundario completo. Para ser gobernador solo edad y nacionalidad. Una contradicción total. Todos los grupos humanos, económicos, sociales y culturales tienen derecho a ser representados. A alguno de ellos no les podemos exigir capacitación previa, pero las excepciones deben ser precisamente eso, una excepción.

 Esta nueva realidad debe ser aceptada, pues a estos movimientos surgidos de las redes,  los partidos políticos no los representan, porque son viejos, porque no pueden adaptarse a un mundo cambiante. Los partidos no están preparados a los grandes cambios posteriores a la pandemia o simultáneos con la pandemia, si es que vino para quedarse. Tampoco nuestra dirigencia política.

Debemos poner nuestros ojos en una forma nueva de hacer política, que a mi modo de ver se logra con democracia participativa y cada vez menos democracia representativa. Cada vez más Consejo Económico y Social, y referéndums, y plebiscitos y consultas populares y Audiencias Públicas. Y sobre todo la revocatoria de mandatos, para que los movimientos puedan destituir a los gobernantes indeseados. Nuestros futuros conductores deben estudiar para ser políticos. No basta como hasta ahora la buena voluntad.

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