Opinión11/12/2019

Apuesta

Comenzó en el País y la Provincia una nueva etapa de vida institucional, que fue precedida por potentes discursos que plantean desde qué posición se va a plantear la gestión de sus gobiernos. Los mensajes tienen puntos en común pero también puntos referenciales que marcan significativas diferencias, pero expresan el pensamiento de amplios sectores sociales.

Parafraseando a un tercero, el Presidente de la Nación advirtió la necesidad de aprender a escucharnos aun sabiendo que no pensamos lo mismo. Esa expresión colocó en la atención y en la reflexión una cuestión que tiene a mal traer a la sociedad argentina y que en estos tiempos adoptó el nombre de grieta. Y a la cuestión también se refirió en su discurso inaugural el gobernador Gustavo Sáenz. Otras opiniones dejaron en franca minoría a quienes pretenden mantener vigentes posiciones controversiales.

Demasiado tiempo probamos el método del enojo y del rencor y ahora debemos despojarnos del rencor que cargamos, dijo Alberto Fernández, exhortando a ganar la confianza del otro. Ese fue el marco que dibujó para insertar su convocatoria a la unidad de toda la Argentina en pos de la construcción de un Nuevo Contrato de Ciudadanía Social.

Sin una propuesta concreta como la enunciada pero en la misma senda de la unidad, el nuevo mandatario provincial invitó en su primer mensaje a la Asamblea Legislativa a trabajar sin odios, sin  resentimientos, sin rencores y sin mezquindades. En síntesis, llamó a superar esa grieta que separa, que duele y lastima. Desde este norte profundo olvidado de la patria, le vamos a mostrar al país que no es uno contra otros sino todos juntos como se sale adelante, dijo sin dejar márgenes para interpretaciones antojadizas.

El contrato social propuesto por el presidente Fernández busca abrazar al diferente y comenzar por los últimos, para después poder llegar a todos. Desde lo discursivo no hay diferencias con propuestas desde otros sectores políticos en el mismo sentido, frente a la impostergable y urgente necesidad de poner a la Argentina de pie, para que comience a caminar. 

Entre los múltiples problemas que deberá enfrentar su gestión, el mandatario nacional describió tres muros que deben derruirse desde el momento de la largada de un nuevo intento por salir de la profunda crisis que tiene a mal traer a buena parte de la población, especialmente a ese 40% de la población que está por debajo de la línea de la pobreza. Se trata del muro del rencor y del odio entre argentino, el del hambre que deja a millones de hombres y mujeres afuera de la mesa y el muro del despilfarro de las energías productivas.

Superar los muros emocionales, significa que todas y todos seamos capaces de convivir en la diferencia y que reconozcamos que nadie sobra en nuestra Nación, ni en su opinión, ni en sus ideas, ni en sus manifestaciones. Tenemos que suturar demasiadas heridas abiertas en nuestra Patria. Apostar a la fractura y a la grieta significa apostar a que esas heridas sigan sangrando. 

La economía y el tejido social hoy están en estado de extrema fragilidad, señaló el presidente Fernández ante la Asamblea Legislativa y antes de asegurar que no se podrá contar con él si de lo que se trata es de seguir transitando el camino del desencuentro. El mensaje conciliatorio del nuevo Presidente chocó con el de  Cristina Fernández, quien lo acompañó en la fórmula y le compartió su opinión de que los antecesores han dejado un país devastado.

Nadie duda del estropicio de Cambiemos y hasta se nota una apuesta al futuro. Las expectativas como las esperanzas no deben perderse.

 Salta 11 de junio de 2019

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