Opinión Juan Manuel Urtubey 19/08/2024

Institucionalidad y partidos políticos

Poca gente cree en la política como herramienta transformadora de la sociedad.

Desde hace un largo tiempo se vienen acumulando dos cosas en Argentina. La profunda insatisfacción con los magros resultados de los sucesivos gobiernos y la percepción de que la representación y el poder real de Argentina hace muchísimo tiempo que no reside en Balcarce 50. 

Lamentablemente han ido pasando los gobiernos y no han podido modificar una estructura que lamentablemente hace de Argentina un país en donde cada vez ese desajuste que tenemos entre poder real y el poder formal viene dañando la estructuras de la producción y de todo el modelo productivo, con una enorme pérdida de productividad y competitividad de casi todo el sistema de desarrollo del país,  generando que seamos el país que no solo menos ha crecido sino que más ha caído en la región y uno de los que más ha caído en el mundo, lo que provoca los niveles de pobreza y exclusión que vivimos.

Sumado a los magros resultados de los sucesivos gobiernos, la negativa de sistema político de modernizar el sistema electoral nacional, en el que el peso de las estructuras partidarias, los punteros, aparatos partidarios y las gigantescas sumas de dinero, terminan alejando justamente al representante del representado. Entonces, doble problema, malos resultados y serios problemas en la representación. 

Todo eso profundizado en una sociedad que ha empezado a comunicarse de una manera muy diferente a la que lo hacía habitualmente con parámetros y tiempos de exigencia que no tienen absolutamente nada que ver con los procedimientos del sistema. 

En medio de todos estos desbarajustes a los que con esfuerzo sobrevivimos los argentinos, llegamos a la situación en la que el actual gobierno lleva el debate político a una fase que hasta ahora no habíamos vivido desde hace mucho tiempo, por lo menos durante periodos de gobiernos democráticos, hoy en Argentina estamos discutiendo las cosas. Ya no discutimos como se hacen las cosas. Ya no discutimos matices y ya no discutimos procedimientos. Discutimos el contrato social argentino. 

Esta profundidad en el debate puede ser una gran oportunidad para reconstruir, de una buena vez, la política, la Política con mayúsculas, alentando la participación de los jóvenes y de todos aquellos que con una enorme vocación de servicio están dispuestos a participar y demostrar su  solidaridad, algo que ha caracterizado a nuestro pueblo cada vez que fue necesario.

Estamos realmente nosotros en condiciones de entender que los partidos políticos y sobre todo aquellos que tienen una profunda raigambre social tienen que ser funcionales a la Argentina y no a los dirigentes?

Es responsabilidad de los partidos políticos y sus dirigentes generar las condiciones que alienten a la participación ciudadana en aras de ese sueño colectivo. El primer paso es salir de la dialéctica amigo-enemigo, una de las formas de destrucción del sistema institucional es referenciarte en el peor adversario de manera tal de ser menos peor y ganarle. 

Necesitamos crecer para salir de la pobreza y eso requiere inversión. El problema de la Argentina es que no nos van a alcanzar los incentivos económicos para pedirle a alguien que venga a invertir porque lo que se necesita es menos miedo a qué va a pasar cuando cambie de signo político en la Argentina.

Lo que tenemos que hacer es crecer en institucionalidad y para eso necesitamos reconstruir la solidez de los partidos políticos y a través de ellos institucionalizar un diálogo vibrante que permita saber que hay algunas reglas que son razonablemente inalterables que permitan que la Argentina vuelva a tener ese contrato social que hemos perdido en algún momento.

 

 

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