Lógica de la discordia
El gobierno nacional se enfrenta a un momento crucial de su mandato y utilizo la palabra mandato, porque pasados seis meses, el déficit fundamental que se observa es la falta de gestión.
Desde la expulsión de más de treinta funcionarios, al despido del Jefe de Gabinete o la crisis de reparto de los alimentos, más la fallida decisión de bajar las tasas de interés de los plazos fijos que originó una nueva escalada indetenible del dólar impactando en la economía, sin contar los efectos devastadores del ajuste más grande de la historia, como lo definió el propio presidente Javier Milei, quedó en claro que con lo que se cuenta es con un plan financiero, fundado en la reducción del déficit fiscal y la inflación, pero no con un programa de reactivación productiva que frene la hiper recesión.
Mientras tanto, la teoría dogmática inicial de que el mercado todo lo arreglaba voló por los aires; y el sector de los jubilados fue la carne de cañón de la mega devaluación acompañada de la incesante licuación de activos. A todo ese panorama, le debemos sumar las tensiones diplomáticas con España, que retiró definitivamente su embajadora, la disolución del Ministerio del Interior después de 170 años de historia, más tensiones innecesarias con Brasil, Colombia, México y Chile, sin contar con el inentendible propósito de suspender definitivamente la obra pública y considerar al Estado como una banda de criminales para el cual el presidente se siente un topo que tiene la misión de destruirlo. La suspensión de la obra pública deparó la falta de gas para industrias y hogares y la compra urgente de un barco con el combustible a Brasil, que seguramente apeló a la solidaridad e intercambio para pasar por alto los agravios presidenciales, a lo que se suma que Argentina se convirtió en el aguantadero de cerca de 100 bolsonaristas buscados por la justicia brasilera que participaron del golpe fallido contra el presidente Lula. En cuanto al narcotráfico y a la epidemia de dengue, la administración Milei consideró que son problemas provinciales que no le incumbe intervenir, al igual que en el conflicto salarial de Misiones que estuvo a punto de hacer volar por los aires al gobernador Hugo Passalacqua, aliado del gobierno.
Lo que se ve hasta aquí, es que guiado por su asesor estrella Santiago Caputo, llamado el mago del Kremlin, en alusión a un best seller escrito sobre un consejero de Vladimir Putin, el presidente diariamente, sea mediante la Red X o instalando conflictos nuevos a través de su inefable vocero Manuel Adorni, recurre a la lógica de la discordia, una suerte de ingeniería del caos cuya virtud parecería buscar enemigos para confrontar en vez de constituir la unión nacional como manda el Preámbulo de la Constitución. Con insultos soeces, diatribas violentas y descalificaciones constantes se banaliza el mal. Para construir una Argentina posible no debemos acostumbrarnos, a que como dice algunos, “Javier sea así”; es el presidente y debe dar el ejemplo, con diálogo y con respeto.
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