Poder político
Hoy queremos poner la mirada acerca de las circunstancias que llevan a reflexionar sobre el origen y el sentido del poder político. Ya la filosofía y la teología han reflexionado largamente sobre estos temas
Nos hacemos dos preguntas: ¿hay necesidad de gobierno? ¿Hay necesidad de estado? Bueno, la respuesta es afirmativa para ambas preguntas: sí, hay necesidad de que exista gobierno y hay necesidad de que exista un Estado.
La necesidad surge de la composición plural de los que hacemos una sociedad. En una sociedad cada uno piensa, cada uno desea, cada uno decide, cada uno actúa. Entonces hace falta articular esos pensamientos, esos deseos, esas decisiones y esas acciones
Para articularlos hay que unir con una organización, no significa supresión de la pluralidad que origina la sociedad, sino, organización significa que la pluralidad es respetada y que en la relación mutua se logra algo positivo. Esa unidad es entonces positiva-constructiva, pero la unidad decíamos entonces no suprime la pluralidad, cada uno sigue pensando, cada uno sigue deseando, decidiendo y actuando.
Por eso al hacerse necesario articular unidad y pluralidad hay un camino. El camino es lo razonable. Es decir, aquello que pueda unirnos porque es algo que al pensarlo, al poderlo ofrecer al pensamiento, al deseo, a la decisión, a la acción, resulte algo aceptable, resulte algo compartible.
Elegir un gobierno no significa capitular renunciar a pensar ni a desear, ni a decidir pertenecer al gobierno significa nutrir su pensamiento y decisión de razonabilidad.
El gobierno tiene que instalarse en el campo de los razonables, es decir, de aquello que pueda ser compartido por los demás pensantes es decir por toda la sociedad.
Así se obtiene el consenso. El consenso no es espurio, no es una construcción contra el poder político el contrario el consenso sostiene origina legitima, el poder político.
El consenso es una construcción racional en libertad y en participación. Sin razonabilidad no hay atendibilidad, sin atendibilidad no hay consenso, y sin consenso no hay nada común en una sociedad.
Sin consenso se puede forzar un tiempo, un camino, pero no todo se puede forzar ni tampoco todo el tiempo.
La democracia que nos habilita a pensar y decidir quién gobierna exige que sigamos pensando, que sigamos expresando pensamientos y buscando juntos lo razonable solo así habrá una construcción del bien común, solo así se logrará algo positivo, solo en la participación responsable y honesta.
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