Los planes de Cúneo Libarona
Mariano Cúneo Libarona es un reconocido abogado penalista, con más de 40 años de ejercicio profesional, que incluyen un breve paso como “pinche” en los Tribunales porteños. Hijo de un fiscal y hermano mayor de otros abogados, conoció a Javier Milei cuando ambos trabajaban para el Grupo América, de Eduardo Eurnekian. Además, tiene un cargo académico en la Universidad del Museo Social Argentino.
Hace poco, Milei lo invitó a sumarse a su equipo. Primero dudó, porque no es fácil dejar una posición de liderazgo en un estudio acreditado en Buenos Aires para la nunca bien ponderada función pública en la Argentina. Después aceptó y entonces empieza esta breve historia que me propongo contarles hoy.
En esa historia hay algunos pedidos expresos de Milei. Todo lo demás, es producto de la experiencia que tiene el futuro ministro, como así también el manejo de los detalles.
Milei le dijo que quería una justicia independiente, transparente, libre de presiones y eficiente. Le dijo que quería que el Poder Judicial tuviera su propio presupuesto y que lo manejara sin injerencias de los otros poderes del Estado. Tal vez lo más significativo, desde lo institucional, fue cuando le pidió expresamente que respetara la constitución de Juan Bautista Alberdi.
Sobre esas ideas, Cúneo empezó a pensar la gestión en modo borrador. Hay referencias a cada área de la Justicia Nacional y Federal e incluso las cárceles federales. Trataremos de mencionarlas, en el orden de jerarquía que tienen cada una de ellas.
Todos sabemos que hay una vacante por cubrir en la Corte Suprema de Justicia de la Nación por el retiro de la doctora Elena Highton, y en la Procuración General de la Nación, dignamente a cargo en forma interina del Fiscal ante la Corte, Ricardo Casal. Lo que no sabíamos, hasta después del balotaje, fue que Milei ya tiene los nombres de los candidatos esos puestos, que no serán públicos para no desgastarlos.
También sabemos que el kirchnerismo inició y tramitó un juicio político los cuatro jueces de la Corte Suprema. Si bien tiene una ajustada mayoría en la Comisión del mismo nombre, no pudo hasta ahora concluir con el trámite del dictamen acusatorio. La idea de Cúneo es que sea archivado, porque es inaceptable.
Lo que sigue son problemas de estructura judiciales, que al final no son nada sin las personas que le dan vida y las hacen funcionar. Todo bien con jueces, fiscales y camaristas, hasta que renuncian para jubilarse, enferman gravemente o son destituídos. Ahí se genera una vacante. Ese es el primer problema que debe empezar a resolver la próxima gestión de Cúneo.
No será fácil, porque al parecer todo ha venido funcionando demasiado lento. Es lento el proceso de los concursos ante el Consejo de la Magistratura; es lento el estudio de las ternas en el Ejecutivo; es lenta la definición del Senado para los acuerdos a los candidatos propuestos. El 10 de diciembre próximo habrá un buen número de estos casos, en cada una de esas oficinas.
Lo inexcusable sería demorar más la definición de Milei sobre las ternas. El resto será una tarea ardua, porque no depende de la Presidencia, pero que vale afrontar, por una mejor justicia.
Hay más temas pendientes en la cartera de Justicia. Cúneo planea impulsar reformas en todos los procesos, no sólo penales, para agilizarlos. Del proceso penal le preocupa la duración excesiva que tienen; la amplitud de los recursos, sobre todo de las defensas, para las resoluciones, los incidentes y hasta las providencias de mero trámite.
Fue una buena noticia saber que el próximo ministro planea generalizar la aplicación del Código Procesal Penal Federal, del sistema acusatorio, que actualmente sólo rige en Salta y Jujuy. Digo que fue buena porque tuve la suerte de verlo funcionar desde adentro.
Dejé para el final una cláusula de la Constitución de Alberdi, esa que se refiere a las cárceles de la Nación, que serán sanas y limpias. Sabemos que como regla no solo son, incluso las federales. Ellas esperan en silencio al futuro ministro, que sabe que están superpobladas. No dijo nada, por ahora, sobre las inversiones que necesitan las cárceles apara llegar a ser como las imagino el insigne tucumano. Sí, anticipó que proyecta un esquema semiprivatizado para aquellas, en las que el Estado retenga sólo la seguridad de los muros y los traslados de los internos.
Los privados –he aquí un rasgo de Milei- se ocuparían de los demás. Para que esto sea posible, el trabajo de los internos debe ser obligatorio y con su producto, logar que se paguen sus propios gastos. Cúneo sabe que esta sencilla definición, para llevarse a la práctica, necesita de varias reformas legislativas y del Congreso. Veremos cómo se propone avanzar.
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