Maduro se mantiene en la presidencia, pero cede poder ante el avance de Cabello

El sucesor de Hugo Chávez se recuesta en una alianza ideológica con Moscú, Beijing y Teherán y pierde espacios de influencia ante su principal rival interno.

El Mundo10/01/2025

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Tras más de un cuarto de siglo de chavismo, Nicolás Maduro paga un precio muy elevado para seguir otros seis años más en el Palacio de Miraflores. El costo no se traduce solo en un mayor aislamiento internacional, que piensa minimizar con una alianza explícita con Rusia, Irán y China, sino también en la pérdida de poder interno a manos de su mayor rival político, Diosdado Cabello.

El gobernante debió cederle “territorio” al superpoderoso ministro del Interior y Justicia tras las cuestionadas elecciones presidenciales del 28 de julio. Hasta entonces, Cabello se movía siempre detrás del “círculo íntimo” del presidente, del que jamás formó parte. Desde que perdió la interna por la sucesión de Hugo Chávez en 2013, el actual ministro se mantuvo en una segunda línea de poder, con cargos relevantes pero de poca influencia a la hora de tomar decisiones ejecutivas.

Incluso, hasta hace seis meses, solo ejercía como vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Era, en síntesis, una figura política fuerte, con amplias conexiones en el mundo castrense y judicial, pero alejado de la cúpula del poder. Pero todo cambió tras el escandaloso escrutinio electoral que derivó en una oleada de protestas en el país. Cabello tomó entonces un rol central en la represión.

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Por qué Nicolás Maduro le cedió poder a Diosdado Cabello

Analistas venezolanos consultados por TN coinciden en que Cabello no quería realizar las elecciones de mediados de 2024 si Estados Unidos no levantaba las sanciones vigentes contra Venezuela. Una de las posibilidades que se barajaron fue cancelar la consulta electoral ante un supuesto “estado de conmoción” interna creado tras una ofensiva dialéctica para recuperar el territorio del Esequibo, cuya soberanía está en poder de la vecina Guyana. La campaña incluyó un referéndum que aprobó la creación en esa zona en reclamación de una provincia venezolana llamada “Guyana Esequiba”.

Pero los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, dos exponentes del “madurismo” duro y de enorme influencia en la usina de poder, convencieron al gobernante de que la victoria estaba asegurada. Jorge es el reelecto presidente del Parlamento y exjefe de campaña de Maduro. Delcy es la combativa vicepresidenta. Ambos sostenían que el chavismo ganaría en forma contundente los comicios con una estrategia política adecuada y un cisma opositor a través de la presentación de un ejército de candidatos “colaboracionistas” y de trabas electorales.

Pero las cosas no salieron como esperaban. A pesar de la exclusión de María Corina Machado y de su sucesora, Corina Yoris, la principal alianza opositora logró reunirse en torno a la figura del ignoto candidato Edmundo González Urrutia, “sugerido” por voceros del gobierno ante la negativa a inscribir a los postulantes elegidos por la coalición. El chavismo pensaba que el exdiplomático no sería capaz de aglutinar el voto disidente. Sostenía que era una figura carente de carisma y desconocida en su propio país. La alianza opositora lo anotó entonces como su candidato en forma provisoria. Pensaba en poder cambiarlo antes de las elecciones, pero no pudo. El gobierno creyó que todo estaba cocinado a su favor.

Sin embargo, la estrategia fracasó. El Consejo Nacional Electoral no presentó siquiera una sola acta electoral para proclamar ganador a Maduro. La oposición denunció fraude, reivindicó la victoria de González Urrutia y divulgó sus propios registros que avalarían su triunfo. Las protestas estallaron en las calles.

   

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