Opinión Guillermo Martinelli 15/06/2022

Cumbre de las Américas

La semana pasada se celebró en la ciudad de Los Ángeles, California, Estados Unidos de América la IX Cumbre de las Américas, lugar al que fueron convocados la mayoría de los presidentes del continente americano.

Esta costosa reunión que se convoca en distintas ciudades de diferentes países tendría en teoría el objeto, dentro de una horizontalidad de países, de analizar las situaciones continentales en un plano de igualdad entre los concurrentes, más aún entre las distintas naciones americanas. Inicialmente, desde el nombre ya se establecen diferencias entre los integrantes, América es un solo continente. Sin embargo este conglomerado de naciones se denomina “las Américas”, ya que se establece una diferencia entre Norte América, América Central, Sud América y el Caribe, división que deriva del poderío económico, del origen étnico y de la influencia geopolítica. Un estudiante entraría en contradicción entre la enseñanza escolar de un continente y la división no contaminante entre los países del norte y el resto. De manera tal que no hay una correspondencia entre el continente geográfico y la diversidad de países.

El solo hecho de la denominación de EEUU da cuenta que este país se apropió para sí la titularidad de todo el continente: Estados Unidos de América.

Esto no es una curiosidad sino una demostración significativa de posicionamiento de esa nación y del poderío que detenta y que en tal situación marca postura y obliga en sus dictados a muchas naciones.

¿Serán útiles estas reuniones? La respuesta es que no tienen un beneficio uniforme para todos los países pero si para algunos, especialmente para EEUU que con estas prácticas logra complementar políticas de control que les asegure que el “patio trasero” no está ni díscolo ni tampoco esquivo.

Bajo la premisa de la Democracia Interamericana y conjuntamente con la Organización de los Estados Americanos, OEA, EEUU logra una pacificación bastante rigurosa pero muy lejos de una real integración americana y menos de algo parecido a la Unión Europea. Por el contrario, los acuerdos con Washington son o bilaterales o de libre comercio con países seleccionados.

A la luz de la realidad lo manifestado por el presidente argentino en esa reunión tiene un valor que es útil recoger porque desde el sitial de los países latinos no desarrollados le dice al más poderoso de la tierra que no aproveche de su condición para seguir excluyendo a su antojo a los que no ve con buenos ojos.

Que el respeto debe estar presente, al igual que las reales diferencias, deben ser evaluadas de distintas maneras. En diversos estadios históricos el resto de América ha sufrido las asimetrías y la expoliación. Todo el sur norteamericano era mexicano, anexado por la fuerza de la invasión de 1846/47 la mitad del territorio de México; que sublevó la provincia colombiana para generar un nuevo país, Panamá, para luego poder hacer el Canal de Panamá como un valioso paso del comercio; que dominó la política por décadas en lo que ellos denominan países bananeros en Centro América y así podríamos seguir enumerando lo que nada de democrático ocurrió en nuestro continente.

Pero claro es un deber nuestro tener claridad sobre qué somos y cómo nos ven y nos tratan. Es nuestra responsabilidad.

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