Errores
El señor Gobernador de la Provincia, el primero de abril pasado, en cumplimiento del art.144 inc. 6ºde la Constitución Provincial expuso ante la Asamblea Legislativa el estado general de la Provincia.
Su discurso que en forma directa presenciaron la mitad mas uno de los componentes de ambas cámaras y en forma remota los restantes miembros, debió haber sido escuchado con atención toda vez que de allí se extraen serias definiciones. Lo que dice el responsable del Poder Ejecutivo tiene que ver con el seguimiento de las tareas, como de lo realizado en el año anterior y de allí también se extraen lineamentos que marcan las políticas gubernativas y la forma de practicarlas.
Cuando se postulan los candidatos, en esta caso a gobernador, la sociedad no solo intuye, sino que descuenta que ellos se encuentran capacitados, formados y con el temple suficiente para gobernar la provincia. Se supone que tienen la idoneidad necesaria para semejante empresa a la que no todos se animan ni siquiera intentar postularse. Triunfa el que convenció a los electores de su capacidad y compromiso suficiente para que la sociedad se encuentre segura que un ciudadano que llevando el título de gobernador, sea el primer conductor de la provincia. Nadie elegiría a quien se manifieste como incapaz, timorato, irresoluto o venal.
Así es, que resultaría una sorpresa y hasta una desilusión que quien gobierne no tenga, en el ejercicio del cargo, las dotes que impresionaba calzar. Hasta allí ya es serio, pero resulta mucho más grave que su falta de acierto conductivo sea auto-justificado con una muletilla popular, impropia de quién dice servir a los habitantes de la provincia.
El gobernador Gustavo Sáenz dijo en la ocasión que enunciamos: “Todos los días voy a cometer errores porque soy un ser humano y trataré de enmendarlos y corregirlos para no repetirlos”. Fue una clara definición de sus condiciones y su justificativo. En primer lugar, la gobernación no es una escuela de aprendizaje y así esperamos todos: la solvencia del conductor político y no un ejercicio diario de prueba y error. Cada error que se comete en las decisiones gubernativas no la paga el autor sino el pueblo de la provincia. Si todos el gobernador, anuncia a la ciudadanía que va a comer errores todos los días, nos está diciendo que esta improvisando y que no aplica ningún cuidado en el ejercicio de su cargo. Aún siendo él personalmente el responsable de las políticas, tiene a su disposición un ejército de Ministros, Fiscal de Estado, Secretarios de Estado, Secretarios, Procuradores, Directores, asesores de toda laya etc.etc. a su servicio para que todas las medidas por él tomadas sean el fruto de un paso seguro, válido y útil y no un divague y un perjuicio.
Si a eso le sumamos que el justificativo es que es un ser humano, estamos en el campo de la ficción.¿ O acaso el gobernador entiende que podría ser el gobernante un ser distinto al humano? pues entonces no está pisando la tierra. Él y todos los que lo eligieron y los que habitamos la provincia somos seres humanos y entre nosotros, los humanos, vivimos cumpliendo como tales nuestros oficios.
A mayor responsabilidad mayor exigencia, o acaso no exigimos que los médicos nos curen y estén exentos de mala praxis, por ejemplo. Qué pasaría si ese fuera el justificativo de un ingeniero a quién se le derrumba un edificio con gente adentro, ¿tendría derecho a sentirse indemne porque es un ser humano y como tal la facultad de cometer errores en la construcción del edificio, que habitan seres humanos que confiaron en la solidez del inmueble?. No quiero atosigar con cientos y miles que se podrían escudar en su calidad de ser humano para cobrar de más una cuenta; para manejar un vehículo con alcohol en sangre; para salir de la cárcel por un error humano que cometió y que se enmendará para no repetirlo.
El error podrá ser excusable en pocos casos, poquísimos.
Usar el error como una calidad humana no es aceptable y menos que un gobernante se ampare en una muletilla para no ser seguro y eficiente. Pone a la ciudadanía en un alerta injusto y artificioso.
Es muy útil recordar que el Rey de Francia Luis XIV, decía “El Estado soy yo” con ello afirmaba que cualquier acto o hecho por el ejecutado o planeado no tenia discusión alguna por mas fallido o errado que fuera. Era el absolutismo total.
Ojalá se recapacite para no continuar en esta afirmación y promesa de cometer errores todos los días y por el contrario que use todo el bagaje intelectual y político del Estado poniéndolo al servicio de un gobierno democrático, republicano, eficaz y seguro.
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