Opinión26/02/2020

Temores

Apenas transcurrido enero, la concejal capitalina Susana Pontussi hizo notar que en épocas de verano hay cuestiones como lluvias, desmalezado, limpieza de canales, sobre las que se debe estar extremadamente atentos. Y en el listado incluyó al dengue, una enfermedad que tiene a mal traer a la población salteña desde hace más de una década.

La advertencia sonó ociosa teniendo en cuenta que la experiencia acumulada ha llevado a que sean los vecinos los que adoptan conductas de cuidado para evitar la propagación del vector. De todas maneras, no hay un comportamiento homogéneo y en todos los casos se requiere contar con la asistencia estatal, para promover las medidas preventivas y colaborar en su ejecución.

Si bien son normas sencillas, que transitan especialmente sobre el carril de la higiene, los gobiernos deben concurrir con sus recursos. El período de lluvias y altas temperaturas potencia la posibilidad de que se generen criaderos de mosquitos en las viviendas y espacios peridomiciliarios, por lo que a las tareas de limpieza de patios, jardines, canaletas y todo lugar donde pueda acumularse agua, generan la necesidad de desechar objetos que deben ser retirados por servicios municipales. En caso contrario, los esfuerzos individuales serían infructuosos.

Esto no fue entendido por las nuevas autoridades ya que los operativos de descacharrachado se iniciaron hace una semana, cuando el pico de la temporada de lluvia ha transcurrido. Del desmalezado, poco y nada se ha observado. Además, también demoró la designación en la nueva estructura de conducción administrativa de los responsables de organismos que tienen a su cargo los baldíos y las tareas de prevención contra enfermedades epidémicas.

El dengue no es una enfermedad estacional sobre la que operan pequeños cuidados. La Organización Mundial de la Salud la describió como una infección propagada por el mosquito Aedes Aegypti que se volvió un peligro en América Latina y alrededor del mundo, que afecta a millones de personas y mata a miles por año. Sus síntomas son similares a los de la gripe, con fiebre elevada, jaqueca intensa especialmente detrás de los ojos, dolores en otras partes del cuerpo, náuseas y vómitos. Además, puede evolucionar a una forma más grave -el dengue hemorrágico- y poner en riesgo la vida provocando la extravasación de plasma, problemas respiratorios, fallas orgánicas u otro tipo de complicaciones. Todo eso ya se vio en la Provincia.

A comienzos de febrero, 299 casos habían sido reportados como sospechosos en todo el territorio y solo 10 resultaron positivos. Veinte días después oficialmente se reconocieron 77 casos confirmados –que ya estarían por encima de los 130- y de ellos, un poco menos de la mitad son importados, mientras que los 35 restantes, autóctonos; es decir, no fueron contagios fuera del territorio. Más aún, cuatro de estos últimos son de la Capital y se han ubicado en la zona norte.

El Ministerio de Salud de la Nación ha declarado un alerta por un posible pico de dengue para la primera quincena de marzo y es importante porque hasta el momento no se ha podido ni siquiera equilibrar el deficitario estado del sistema provincial. Todos los recursos se están orientando a responder a la emergencia sociosanitaria.

Los temores de la concejal capitalina están confirmados. Es de esperar que no suceda lo mismo con otras preocupaciones que la aquejan, como la de observar que a casi tres meses de gestión de la intendenta Bettina Romero no se sabe hacia dónde quiere ir ni las cuales son las problemáticas que quiere resolver.

Salta, 26 de febrero de 2020

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